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Parashá VaYerah
Génesis 18:1 – 22:24


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Oveja

¿Cuánto más vale un hombre que una oveja?

Los Evangelios Cronológicos

30 de Julio, Semana 24
Mateo 12:9-14, Marcos 3:1-6, Lucas 6:6-11

Audioblog

En los tiempos del Éxodo, Moshé nos dijo que debíamos trabajar seis días y al séptimo, debíamos acordarnos del Shabbat para apartarlo (Éxodo 20:8-11). Se nos dijo también que el Shabbat es una señal (una credencial) entre Yehováh y su pueblo (Éxodo 31:17). Incluso, se estableció que quien hiciera obra alguna en el Shabbat sería cortado del pueblo (Éxodo 31:14).

En esta ocasión Yeshúa nos da una cátedra respecto al tema del Shabbat. Mateo nos relata que Yeshúa entró a una sinagoga en un día de Shabbat. En ella había un hombre que tenía una mano seca. Los que estaban ahí, le preguntaron: ¿Es lícito sanar en el Shabbat?

Cuando estudiamos las Escrituras, tendemos a caer en esta misma situación una y otra vez. Leemos acerca del Shabbat y muchas veces tenemos la impresión de que guardar el Shabbat es quedarnos inmóviles en casa, sin cocinar, ni mirar televisión, no haciendo nada, porque todo está prohibido. Incluso nos atrevemos a juzgar al prójimo que hizo esto o lo otro y lo señalamos diciendo que ha quebrantado el Shabbat.

No seamos como los fariseos, quienes estaban buscando una manera de cómo acusar a Yeshúa por “haber quebrantado el Shabat” según su doctrina de hombres. Más bien, aprendamos del Maestro, el cual nos vino a enseñar acerca del espíritu del mandamiento, porque: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le echa mano, y la levanta?

Por tanto, ¡Sí! ¡Es lícito hacer el bien en día de Shabbat!

Adam's creation

La Naturaleza de Adam

El primer hombre no recibió un nombre como todos nosotros, el fue llamado simplemente dada la cualidad de haber sido “formado del polvo de la tierra” (Gen 2:7). La palabra tierra en hebreo es adamá (אַדַמָה), y de aquí es que proviene el nombre de Adán, que se pronuncia en hebreo como Adam.

Qué buen recordatorio para el hombre que llevaría el espíritu del Creador dentro suyo, no haber sido formado del oro, ni de la plata, ni siquiera de cobre o de piedra dura. Tal vez Dios quería mostrarle que no hay nada de valor intrínseco en lo que somos. La tierra es tal vez una de las cosas de menor valor en la creación. Y al mismo tiempo, el Todopoderoso tomó de esta tierra, para formar un ser “a su propia imagen y semejanza”. 

La palabra Adam está relacionada también con la palabra adom (אַדֹם), que significa rojo. La tierra tiene muchas matices, pero la mejor arcilla siempre es la de color rojo; y muy probablemente este fue el color que tuvo la piel del primer hombre.

Para colmar el contenido y riqueza que puede haber en tan solo un nombre hebreo, las últimas dos letras del nombre de Adam, forman la palabra hebrea dam (דַם) que significa sangre, y, a estas alturas comprenderán que no es por coincidencia, que la sangre sea de color rojo, independientemente de cual sea el color de nuestra piel.

Por el otro lado dice en Genesis que Dios sopló en su nariz aliento de vida, y fue así el hombre un ser viviente. La sustancia más terrenal, que es, valga la redundancia, la tierra, fue combinada con el aliento de vida; algo completamente etéreo, pero al mismo tiempo más real que el cuerpo mismo. Ya que es la sustancia que realmente nos da vida. El recién nacido inhala su primer respiro al salir del vientre, y el anciano expira su último aliento. Y en las palabras del Rey Salomón, “el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Es por eso mismo que enterramos a los difuntos. 

El hombre fue también recordado de su naturaleza terrenal en su castigo Divino: 

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.”

Genesis 3:19

Es esta realidad dual, entre celestial y terrenal, que el hombre deberá aprender a conjugar en su existencia en esta tierra.

 

Es en Genesis 1:26 y 27 donde dice que Dios creó al hombre a Su Imagen y Semejanza, y esto aparece de manera conjunta con la cualidad de liderazgo y control que Adam tendría sobre toda la creación. Control sobre animales de todo tipo, y una orden para multiplicarse y “sojuzgar” la tierra. La palabra sojuzgar en el hebreo es “conquistar”.

Al mismo tiempo, el Creador puso a Adam en el huerto del Edén “para que lo labrara y lo guardase”. Cualidades relacionadas con el cuidado, que es un aspecto presumiblemente más femenino que contrasta el ejercicio de poder en la conquista de la tierra y el control sobre las bestias, cualidades tal vez más masculinas.

Y tiene sentido, ya que Adam no era necesariamente un hombre como nos lo imaginamos, al menos en el comienzo. Genesis 1:27 dice que Adam había sido creado varón y hembra. Esto es, hasta que la mujer fue sacada de su costado, en Genesis 2:21.

A partir de ese momento, el Adam no encontraría un estado de totalidad, salvo a través de la unión con su otra mitad, la mujer.