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¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

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Mateo 22:34-40
Semana 63

En cierta ocasión un fariseo se le acercó a Yeshúa y le preguntó:

“¿Cuál es el gran mandamiento en la ley?” (Mateo 22:36) “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?” (Marcos 12:28)

¿Qué hubiéramos respondido nosotros? ¿Qué responderían nuestros hijos? ¿Qué les hemos enseñado desde pequeños?

La respuesta de Yeshúa fue sin duda una de las oraciones más importantes que los judíos aprenden desde niños:

“Shemá Israel Adonai Eloheinu, Adonai Ejad”.

Se trata del “Shemá Israel”, la cual es una de las principales plegarias del pueblo de Israel que se pronuncia por la mañana y por la noche, y manifiesta que Yehováh, el Elohim de Israel es uno.

“Oye, Israel: Yehová nuestro Dios, Yehová uno es. Y amarás a Yehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Deuteronomio 6:4-5.

Resulta muy interesante que la Torá nos ordena a enseñar el “Shemá Israel” a nuestros hijos en todo tiempo:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” Deuteronomio 6:6-9.

La Torá también responde a la pregunta del por qué debemos de enseñarle a nuestros hijos los mandamientos de Yehováh incluyendo el Shemá:

“Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Yehová nuestro Dios os mandó?… nos mandó Yehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Yehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy” Deuteronomio 6:21,24.

Yeshúa concluye su respuesta de una manera magistral, diciéndole que el segundo mandamiento más importante es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39) y que de estos dos mandamientos “depende toda la Torá y los profetas”.

Shalom!

Mitzraim (מִצְרָיְם) – La esclavitud de Egipto

Mitzraim (מִצְרָיְם) – La esclavitud de Egipto

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Uno de los temas más mencionados en todas las Escrituras es el tema de la esclavitud. Y no porque la esclavitud en sí sea importante, sino porque el punto principal es la liberación de la esclavitud

Todos los conceptos en esta existencia están basados en la dualidad. Desde Genesis 1 con el cielo y la tierra, la luz y la oscuridad, el día y la noche… Adam mismo fue condicionado a entender la realidad basándose en la dualidad cuando comió del árbol del conocimiento del bien y del mal

Hasta el día de hoy, no importa de quién se trate ni de que trasfondo proceda, uno entiende la realidad a través de los polos opuestos. Podemos decir que algo es malo, porque tenemos el concepto de lo que es bueno, podemos pensar que alguien es cruel, porque conocemos lo que es la compasión, sabemos que algo es hermoso, porque tenemos el concepto de lo que es horrible. 

De la misma manera, en la historia bíblica se nos enseña qué es la libertad, basándose en lo que es la esclavitud. Los mismos hijos de Israel tuvieron que conocer la libertad a través de la esclavitud. Hay quienes dicen, especialmente aquellos que fueron privados de su libertad, que uno no puede saber en absoluto qué es la libertad, a menos que haya sido privado de ella.

Mitzraim (מִצְרָיְם) fue uno de los hijos de Cam (Gen 106), y es la palabra hebrea para Egipto, pero una vez mas, tal como todas las palabras hebreas que hemos venido estudiando, ésta también tiene un significado más profundo que nos va a revelar el entendimiento bíblico de lo que significa la esclavitud, y, por consiguiente, la libertad.

Descomponiendo la palabra hebrea, vemos que el “im” al final de Mitzraim indica la forma plural de la palabra. En singular sería matzor (מָצוֹר). E interesantemente, Egipto es llamado de esta manera singular en ciertos lugares, como por ejemplo Isaías 37:25:

Yo cavé, y bebí las aguas, y con las pisadas de mis pies secaré todos los ríos de Egipto (matzor- מָצוֹר).

Un matzor en hebreo es un asedio. Cuando un ejército rodea a un pueblo o una ciudad antes de atacarla, generalmente para prevenir que entren provisiones allí.

Matzor, a su vez, proviene de la raíz tzar (צָר) que significa angosto o estrecho. La presión que un ejército aplica sobre el pueblo asediado, y la falta de espacio que le dejan, tiene que ver con esta idea. Tzar está relacionado también con el sufrimiento que se experimenta. 

Tzorer, es la palabra traducida generalmente como enemigo pero proviene también de esta raíz y sería mejor traducida como “aquel que causa tzar, aquel que causa dolor o sufrimiento.

Una de las palabras hebreas para roca es tzur (צוּר). Esta palabra es utilizada mucho en los salmos, cuando David dice que “Yehováh es su roca”. La palabra tzur, una vez más, proviene de la misma raíz que todas estas palabras. En este caso la idea de la presión o el concepto de algo estrecho tiene que ver con las condiciones en las que esta piedra se formó debajo de la tierra. El tzur en hebreo, a pesar de que este detalle se pierde en la traducción, no tiene que ver con cualquier piedra. Se trata de lo que en español se llama sílex o pedernal, que es una de las piedras más duras que existen, utilizada para hacer herramientas y armas en la edad de piedra.

Con todo esto, tenemos suficiente material para meditar sobre el concepto del lugar en que los hijos de Israel se encontraban cuando sufrieron bajo el período de esclavitud en Mitzraim, Egipto. 

El sufrimiento no es necesariamente físico, sino mental. Viviendo en este mundo uno puede darse cuenta de que las ataduras y condicionamientos mas fuertes se encuentran en nuestra mente. Emociones como la preocupación o la ansiedad nos hacen sentir como si estuviéramos en un lugar angosto. En apariencia, ya salimos de Egipto y fuimos liberados de la esclavitud física, pero ¿cuántos de nosotros podemos decir que somos libres en nuestra mente?

Esta es una verdad que Yeshúa predicó, cuando enseñaba:

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11:28-29