Hoy no hay Templo adonde pudiéramos llevar nuestro Primeros Frutos; tampoco hay sacerdotes que los pudieran presentar; pero podemos recordar este mandamiento de otras maneras. La Biblia nos instruye a cuidar a las viudas, a los extranjeros, a los huérfanos y a los Levitas (Deuteronomio 26:12)
El mandamiento pone a prueba nuestra obediencia para separar los primeros frutos de nuestro trabajo y darlo a personas en necesidad o bien a una organización seria que ayude a este tipo de personas. Otra alternativa es preparar el doble de comida y darle la primera porción a alguien que la necesite, o compra en la tienda comida para alguien antes de comprar la tuya.
Cuando celebras la Fiesta de los Panes sin Levadura y los Primeros Frutos, conviene recordar lo que declara 1 Corintios 15:20:
“Ahora el Mesías ha resucitado de los muertos y se ha convertido en los primeros frutos de aquellos que duermen.”
Yeshúa fue el primogénito de los muertos (Apocalipsis 1:5) y con las llaves de la muerte y la tumba (Apocalipsis 1:18), resucitó a los santos que fueron la ofrenda de los Primeros Frutos para su Padre Celestial.