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grupo de ciegos

¿Están ciegos como Isaac?

No solo la Casa de Judá tiene un velo que le impide ver al Mesías. También la Casa de Israel -de la cual la iglesia hace parte-  tiene un velo que le impide reconocer su identidad como parte de Israel para guardar la Toráh de Yehováh.

En las Escrituras encontramos muchos casos de ceguera física; algunos de estos simbolizan también ceguera espiritual. Yehováh habló en diversas ocasiones por medio de sus profetas para advertir a su pueblo de la condición tanto de ceguera como de sordera que tenían, y que eran las mismas características de los ídolos que adoraban.

Yeshúa, por su parte, señaló que la generación suya, era ciega; pues siendo testigo de las grandes señales que Él hizo y de las enseñanzas que escucharon de sus labios, no las entendieron. Un caso notable es el de la resurrección de Lázaro:

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había muerto salió, atados los pies y las manos con vendas. Y su rostro había sido envuelto en un sudario. Yeshúa les dice: ¡Desatadlo y dejadlo ir!
Entonces, muchos de los líderes religiosos que habían venido a casa de Miriam y vieron lo que hizo, creyeron en Él.
Pero algunos de ellos fueron a los sacerdotes y a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Yeshúa. Entonces ellos reunieron al Sanedrín y decían: ¿Qué haremos? porque este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y nos quitarán tanto el Lugar como la nación. Entonces Caifás, uno de ellos, que era sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.        Juan 11:43-50

La narración nos dice que entre los testigos de este milagro, había líderes religiosos, muchos de los cuales creyeron, pero algunos fueron a dar su reporte a los sacerdotes y fariseos, lo cual resultó en un complot para ¡dar muerte a Yeshúa! Y nos preguntamos: ¿Cómo es esto posible?

Los dos grupos vieron el mismo milagro y escucharon las mismas palabras; pero cada uno respondió de manera diferente: Los unos rindieron su vida al Mesías y los otros lo consideraron una amenaza a sus intereses. Es evidente que los segundos estaban ciegos y sordos, pero no físicamente como es obvio, sino espiritualmente.

Los autores de los Escritos Mesiánicos (Nuevo Testamento), explican que la ceguera espiritual previno a mucha gente judía de reconocer a Yeshúa como el Mesías, entre ellos las autoridades de la nación.

Yeshúa llora sobre Yerushalayim, por no haber sido ésta capaz de reconocer el tiempo de su visitación (Lucas 19.42) mientras Shaúl (Pablo), declara que la mayoría de Yisrael no reconoce al Mesías a causa de que Yehováh ha permitido que tengan ojos y no vean, oídos y no escuchen… (Romanos 11.8)

Esfuerzos vanos

¿Has tratado alguna vez de explicar a un ciego cómo son los colores? Probablemente ni te hayas molestado en pensarlo, porque ¡es algo imposible! Tampoco podemos describirle por medio de señas a un sordo, como suena la música…

Y algo similar sucede cuando por nuestra propia capacidad tratamos de “convencer” a alguien de entrar por el Camino angosto de la obediencia a la Toráh. Es como hablar en dos lenguas o idiomas diferentes sin lograr entendimiento alguno. Por esta razón no es aconsejable entrar en discusiones necias, como las describe Shaúl el apóstol.

Cosa muy diferente es cuando alguien pregunta con el interés de conocer realmente. En este caso estamos ante alguien como el ciego a quien Yeshúa sanó por etapas:

…tomando [Yeshúa] la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Marcos 8.23-25

Cuando alguien se dispone, por su propia voluntad, está manifestando su deseo de “ver”, y en este caso es posible ayudarle y aún acompañarle en el proceso. Una persona así, tiene hambre de la Verdad y desea conocerla; en otras palabras, desea ver; aunque al comienzo todo sea para él turbio y borroso. Pero en el caso contrario, cobra validez el refrán popular: ¡No hay peor ciego que el no quiere ver!

¿Es posible ser sanado o “abrir los ojos”?

Lucas 24.16 nos da la respuesta:

Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Yerushaláyim. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Yeshúa mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen…

Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron…
Lucas 24.13-31

Observemos que  los discípulos no abrieron sus ojos por sí mismos, sino que les fueron abiertos. Es algo que solo Yehováh hace en su absoluta potestad, cuando lo considera oportuno.

Por esto, no podemos enojarnos con quienes no nos entienden, o no ven lo que a nosotros se nos ha permitido ver, y mucho menos podemos menospreciarles; porque nosotros vemos gracias a que la misericordia de Yehováh nuestro Padre nos ha tocado y no debido a méritos propios o a nuestro esfuerzo personal.

La ceguera de la Casa de Judá y de la Casa de Israel

Siempre hemos considerado que la ceguera ha caído en Judá de manera parcial tal y como lo expresa Shaúl en Romanos 11.25:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.

Ahora bien, lo que estamos pudiendo verificar, es que en este momento también la Casa de Israel o Efraín (la iglesia), tiene ceguera parcial. El velo está puesto tanto en el judaísmo como en el Cristianismo. Pero lo más impresionante de todo, es que Yehováh ¡está corriendo tal velo a individuos de los dos grupos! Personas que junto con sus familias, podemos declarar lo mismo que los discípulos de Emmaús, solo que en tiempo presente:

¿No arde nuestro corazón en nosotros, mientras nos habla en el camino, y cuando nos abre las Escrituras? Lucas 24.32

Gracias a nuestro Padre por ese maravilloso regalo. Pero no perdamos la esperanza de que a nuestros allegados, Yehováh les haga llegar también la luz de su conocimiento. Aún faltan personas que deben entrar a Israel antes del fin, pues Shaúl nos declara lo siguiente:

…y luego todo Israel será salvo, como está escrito…
Romanos 11.26

Esto significa que Yehováh está en perfecto control, y que cuando llegue el momento apropiado, el velo será corrido a las dos Casas: Judá y Efraín, de manera que puedan ver con claridad.

¿Que podemos hacer entre tanto? Sugiero algunas cosas:

  • Mantenernos fieles y creciendo en la obediencia a la Toráh.
  • Ser consistentes en lo que decimos y lo que hacemos. El resto de Efraín nos está mirando con lupa.
  • Orar a Yehováh que nos mantenga firmes en el Camino angosto por Su gracia.
  • Interceder, hablando con Yehováh a favor de aquellos que aún no pueden ver. Solo Yehováh podrá abrir sus ojos.
  • Mantenernos atentos a la dirección del Ruaj Kodesh, para ser sus instrumentos portadores de la luz para quienes desean ver.

Pareja compartiendo

La tuya es una pareja poco común

La fe no ofrece soluciones rápidas ni fáciles a los problemas que surgirán en nuestra vida de pareja.

El título de este tema podría corresponder a cualquiera de las parejas existentes, porque cada una constituye una combinación única de un hombre y una mujer únicos, que traen consigo herencias culturales y familiares únicas, cuya formación, carácter, personalidad, físico y demás características los hacen únicos y por tanto la familia que componen también lo será.

​Avraham y Sarah son un buen modelo que nos enseña muchas cosas. Una de ellas y quizás la principal, es que la fe no ofrece soluciones rápidas ni fáciles a los problemas que surgirán en nuestro camino.

De Avraham se dice que enfrentó diez pruebas a lo largo de su vida, que fueron demandando un aumento y madurez de su fe, como cuando se afinan las cuerdas de una guitarra, hasta que al final dio el tono esperado por Yehováh.

​Las diez pruebas de Abraham

1 – El llamado a salir de su tierra y de su parentela.
2 – El hambre en Canaán, que le obligó a descender a Mitsráyim (Egipto)
3 – El secuestro de Sarah en Mitsráyim
4 – La guerra con los cuatro reyes, para rescatar a su sobrino
5 – La larga espera por un hijo y su relación con Hagar
6 – El Mandamiento de La circuncisión a su edad
7 – El secuestro de Saráh por Abimelej
8 – El exilio de Hagar luego de que Sarah dio a luz a Yitsjak
9 – El exilio de Yismael
10 – El sacrificio de Yitsjak (Isaac)

​La vida de Avraham no fue nada fácil y aunque podríamos describir en detalle cada una de las pruebas y lo que significaron para él,  solo nos detendremos en aquellas que involucran directamente a Sarah.

​Una relación de amor más allá del tiempo​

Avram, atraído por la belleza exuberante de Saray, se une a ella y para su sorpresa resulta ser una mujer estéril. En la cultura oriental, esto se considera una señal de maldición; sin embargo Avram no la rechazó ni consiguió otra esposa, lo que hubiera sido lícito por tales circunstancias.​

Más tarde al descender a Mitsráyim (Egipto), nos resulta un poco confuso que Avram le diera instrucciones a Saray para que se presentara como su hermana sin revelar que era su esposa, (la palabra “hermano/na era usada  para designar otros parentescos como primos, sobrinos, etc), es seguro que él nunca pensó que esto resultaría en el secuestro de ella para ser llevada al harén del faraón.

​Avram tuvo que haber pensado algo como: “por qué se me ocurrió tal locura?”, pues ¡más fácil hubiera sido orar o confiar en la protección de Yehováh! Pero su fe había fallado y el mal ya estaba hecho.

Imaginemos su situación: en Canaán, la vida se había vuelto difícil y comenzaban a pasar hambre; entonces Avraham desciende a Mitsrayim solo para perder a su esposa! Las cosas van de mal en peor. Sin embargo, su fe es llevada un peldaño más arriba, lo que suele suceder cuando en lugar de dar paso al resentimiento por los errores que cometemos, los llevamos a nuestro Padre y buscamos Su ayuda. 

​[Nosotros también] nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, y la paciencia, carácter aprobado, y el carácter aprobado, esperanza, y la esperanza no será avergonzada, porque el amor de Yehováh ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. 
Romanos 5:3-5

Así, sucedió que Yehováh, quien toma el matrimonio seriamente, se reveló a faraón para evitar que Saray cometiera adulterio con él y le instruyó para que la devolviera a su marido. Las cosas terminan bien: Saray retorna sana y salva y su esposo es compensado por el faraón a pesar del error.

​Saray siente que es un obstáculo para Avram

Y dijo Saray y a Avram: Mira ahora, Yehováh me ha impedido tener hijos, te ruego que te llegues a mi sierva, quizás los obtenga de ella. Y oyó Abram la voz de Saray.
Bereshit (Génesis) 16.2

​En vista de que los años pasaban y nada que Saray queda embarazada. ella de su iniciativa, incita a su esposo a tener relaciones con su sierva Hagar y de allí nace Yismael. Esto no debió ser fácil para ella, pero no estaba pensando en su bienestar solamente, sino en cómo ayudar “a su manera”, a que su esposo cumpliera la misión que le había sido encomendada. A pesar de que la sierva le dio el hijo que esperaba, Avram en ningún momento desplazó a Saray de su corazón, ni permitió tampoco que fuera desplazada de su lugar como señora de la familia.

​La prueba del amor de Avram por su esposa, se mantiene aún cuando los años pasan y Saray se hace vieja. Cuando él completa 99 años, y ella 90, Yehováh interviene para cumplir su promesa de darles descendencia.

​Entonces les da nuevos nombres para evidenciar el cambio que había sucedido en sus vidas. Avram (padre exhaltado) será llamado a partir de allí: Abraham (padre de multitudes) y Saray (princesa) se llamará: Sarah (mujer noble, reina). Así finalmente, Yehováh abre la matriz de Sarah, quien concibe y da a luz a Yitsjak (Isaac), cuyo nombre significa risa, pues afirma: 

’Elohim me ha hecho reír. Todo el que lo oiga, reirá conmigo. Bereshit (Génesis) 21.6

​Pasados cerca de 30 años, y luego de pasar la prueba de ofrecer a su hijo Yitsjak en sacrificio, Sarah fallece. Entonces aún en ese momento, Abraham demuestra su amor y respeto por su difunta esposa, pues compra una tumba digna de ella, donde la sepulta conservando un lugar a su lado para él en el futuro.​

Esta es la historia de una vida, o mejor dos vidas, que se complementaron, que sufrieron juntos las pruebas que les trajo la vida, y que renunciando a sus propias complacencias, supieron afirmarse mutuamente, perdonándose sus errores, respetándose y acompañándose hasta que la muerte los separó.

Ese es el modelo que nos dejaron nuestros padres en la fe. No fueron perfectos, cometieron errores, pero ante todo fueron fieles a Yehováh y el uno al otro hasta el último día. Quiera Yehováh que podamos enfrentar con éxito la vida como lo hicieron ellos y quiera Yehováh que podamos modelar para nuestro descendientes, de manera que nuestras vidas les estimulen a imitarnos.


Abraham e Isaac 2

Imágenes erradas de relatos Bíblicos

Cuando leemos las Escrituras estamos sujetos a paradigmas. Dicho de una manera sencilla, leemos con unos lentes que nos conducen a entender y a ver aquellas cosas que nuestras mentes han sido entrenadas previamente para interpretar de determinada manera.

Un Paradigma, es un conjunto de teorías, normas o incluso costumbres que se aceptan sin cuestionar y constituyen un marco rígido de pensamiento.

¿Abraham tratando de sacrificar un niño?

Cuando leemos las Escrituras estamos sujetos a paradigmas. Dicho de una manera sencilla, leemos con unos lentes que nos conducen a entender y a ver aquellas cosas que nuestras mentes han sido entrenadas previamente para interpretar de determinada manera. Uno de estos casos sucede al leer el relato de Abraham ofreciendo a Yitsjak (Isaac) su hijo como se comenta en la Parashá de esta semana. Siempre se nos ha mostrado que Yitsjak era un niño de algunos 7 años anda más, lo cual si lo miramos con atención resultaría en un intento de asesinato por parte de su padre. Pero cuando leemos todo el contexto con atención, podemos darnos cuenta de que en realidad Yitsjak ya era un hombre maduro de alrededor de 27 años, que voluntariamente aceptó ser ofrecido sin resistencia alguna, convirtiéndose así en una figura del Mesías, quien “cargó” el madero y fue voluntariamente a la muerte.

¿Un niño que mató un gigante???

Otro caso similar, sucede con la historia de David y Goliat. Nos parece mucho más emocionante imaginar a un niño pequeño enfrentando un gigante, que a un hombre de talla normal; y así cuando leemos el texto bíblico, acude a nuestra mente aquella imagen que ya hemos aprendido de las historias animadas o de los libros de historias bíblicas para niños, sin cuestionarla y que damos por veraz.

La realidad…

David al enfrentar a Goliat, era un hombre de la estatura de Shaúl quien al momento de su unción como rey, sobresalía del resto de los varones por su altura. Esto lo sabemos porque David trató de usar la armadura del rey y al no estar entrenado para ir a la guerra con ella, prefirió no utilizarla. No podemos pensar que la gente era tan tonta como para tratar de poner una armadura de un hombre grande a un niño como lo muestran muchas ilustraciones o dibujos animados. Por otro lado, tampoco podemos perder de vista que David, una vez derribado Goliat, tomó la espada de éste y le cortó la cabeza; si hubiera sido tan solo un niño, ¿cómo pudo ser capaz de levantar la espada del gigante para darle muerte?

La Última Cena…,  ¿en un restaurante griego?

Otro caso similar es el de la última cena de Yeshúa con sus discípulos. Pintada por Leonardo D’Vinci en el Siglo XVI, no corresponde en absoluto al ambiente y a la cultura hebrea. Pareciera copiada de una foto tomada por alguien una noche, donde todos los participantes posan, y los “discípulos” son hombres mayores (algunos ancianos) que morirían en corto tiempo, lo que hubiera sido una pobre estrategia del Maestro por haber escogido hombres con corta expectación de vida que no lograrían impacto alguno en su generación.

La mesa es de tipo occidental con asientos ubicados todos del mismo lado; la comida, para nada corresponde a la de la época y la arquitectura del salón mucho menos. Pero cuando leemos el relato de los Evangelios, escenas como esa fluyen automáticamente a nuestra mente y nos bloquean detalles importantes, aparte de robarnos el “sabor” de la cultura hebrea.

Al igual que éstas, muchas otras interpretaciones son erradas. Han sido distorsionadas y acomodadas para secuestrar a Yeshúa y sus discípulos de su cultura judía; no podemos afirmar que tales cosas hayan sido hechas con premeditación o con mala intención, pero lo cierto es que lograron desviar nuestra atención de aspectos colaterales importantes, así como de los cuadros y sombras proféticas que representan.

Así es como surgieron doctrinas, algunas de las cuales son vitales dentro del cristianismo, pero que ignoran no solo el contexto cultural sino el propósito por el cual fueron incluidas en los relatos sagrados.

Por todo lo anterior, es necesario que nos despojemos de tradiciones, acondicionamientos, enseñanzas y demás cosas adquiridas con el paso de los siglos; entonces podremos leer tales relatos con una frescura renovada para descubrir lo que realmente sucedió y seremos capaces de discernir la correcta interpretación de los hechos y su aplicación a nuestras vidas.


Family of four 2

La Familia Diseñada por Yehováh

Nuestro Creador nos reveló las cosas que necesitamos saber para desempeñar el rol que nos asignó mientras ocupamos su planeta.

Al leer el relato de la Creación de la primera pareja, nos debe inquietar el por qué los dos no fueron creados al tiempo, de la misma manera que Yehováh creó a los animales. La respuesta es sencilla.

Siendo que Adam era una persona capaz de razonar, era muy importante que fuese consciente de la necesidad de una compañera. Por esta razón Yehováh le da una tarea que le permitiría descubrir esa realidad. Durante su trabajo, Adam se da cuenta de que cada animal macho tiene una hembra y por tal razón el relato nos dice: 

…el hombre puso nombres a todos los animales, a las aves de los cielos y a toda bestia del campo, mas para el hombre no se halló una ayuda que estuviera frente a él. Génesis 2:20

Una vez consciente de su necesidad, Yehováh no le invita a sugerir cómo le gustaría una compañera; simplemente lo sume en un profundo sueño, y de manera autónoma, a Su juicio, toma una parte del varón y crea una mujer. Una vez despierto, la presenta ante él, quien sorprendido exclama:

¡En verdad ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! … Génesis 2:23 

¿Cómo sucede en el presente?

Yehováh en Su soberanía tiene el control de todas las circunstancias de nuestra vida. Así, mientras estamos creciendo y madurando, estamos “dormidos” en cierto sentido, ante tal necesidad, lo cual es evidente por el hecho de que cuando niños no estamos preocupados por quién será nuestro cónyuge. Sin embrago, simultáneamente, Yehováh está poniendo manos a la obra y está preparando aquella persona que luego de maneras insospechadas se cruzará en nuestro camino para despertar nuestro interés, sentirnos atraídos mutuamente e iniciar una relación que conducirá a un matrimonio o pacto que debe ser respetado para toda la vida.

He aquí una razón muy importante para que los padres, aunque sus hijos sean pequeños, comiencen a orar por la persona con quien su hijo ó hija contraerá nupcias; porque esa persona seguramente ya está en este mundo y está siendo formada por medio de las experiencias que le deparará la vida. Y cuando se encuentre con nuestro hijo-hija ya vendrá con una carga de experiencias emocionales, culturales, familiares y demás que afectarán sensiblemente la relación de la pareja.

Las reglas de juego para una relación duradera

​Nuestro Creador nos reveló las cosas que necesitamos saber para desempeñar el rol que nos asignó mientras ocupamos su planeta.  Así fue que Él diseño la relación matrimonial porque nos hizo con tal necesidad: Un hombre que habría de ser completado o complementado por una mujer. En Génesis 2:24-25 Yehováh nos entregó tres sencillos fundamentos o principios, que son suficientes para que la relación funcione de acuerdo a Su plan:

  • Principio de SEPARACION: Dejará el hombre a su padre y a su madre.

  • Principio de UNIDAD: Se unirá a SU mujer.

  • Principio de INTIMIDAD: Serán una sola carne.

Si reflexionamos, hallaremos que todos los problemas que puede enfrentar una pareja, están conectados directamente con la violación de uno de estos tres fundamentos. Además hay una circunstancia tácita pero no menos importante que estas tres: La primera pareja tenía una relación íntima con su Creador; así que mientras confiaron en Yehováh las cosas marcharon sin problemas; pero cuando desconfiaron de Él todo se vino abajo.

De manera similar, nuestra relación de pareja funcionará entre tanto Yehováh forme parte activa de nuestras vidas. Pero el día que le demos la espalda o que lo relevemos a un segundo plano en nuestra vida u hogar, habremos renunciado a la posibilidad de disfrutar de una relación gratificante aunque imperfecta.

Lo que sucedió en el Edén es una sombra de lo que sucede en muchos hogares: Un hombre carente de autoridad y liderazgo, una mujer que motivada por emociones y sensaciones, de manera independiente toma decisiones erradas, y las consecuencias ineludibles: temor, vergüenza, culpa, mentiras y fracaso.  Tu eliges.


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¡La Vida aún es asombrosa!

Cuando perdemos la capacidad de asombrarnos por las cosas sencillas, también perdemos la capacidad de reconocer la grandeza de nuestro Creador y Padre Yehováh y fácilmente quedamos atrapados en la rutinas de la religión…

He aquí, anhelo tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.
Salmo 119:40

Cuando éramos niños, descubríamos la vida a cada paso que dábamos, y hallábamos cosas nuevas que nos generaban inquietudes y multitud de preguntas;  teníamos la capacidad de admirarnos por cosas sencillas tales como piedras, o insectos, pero conforme nos fuimos acostumbrando a ellas, perdieron su encanto y comenzamos a buscar nuevas experiencias.

Nos sucede algo similar en las relaciones sentimentales: Conocer a una persona nueva que nos atrae, hace que todo en ella sea novedoso; nos sentimos bien en su presencia y queremos compartir más tiempo juntos; pero cuando se establecen las relaciones por un largo tiempo, y si llegamos a casarnos con tal persona, entonces ese encanto inicial se desvanece conforme compartimos más tiempo.

Nuestra relación con nuestro Padre Yehováh, no es la excepción. Un encuentro real con Yeshúa, trastorna nuestra vida; nos transforma y nos abre una dimensión antes desconocida que nos resulta fascinante porque está más allá de nuestros sentidos y nos catapulta a niveles eternos. Pero entonces tropezamos con la religión. Quiero decir, caemos en rutinas y casi sin darnos cuenta, la relación se torna obligatoria.

He definido todo esto como: “la fuerza de la costumbre”. Y esto es algo sumamente peligroso, porque termina desensibilizándonos y afectando gravemente nuestra percepción de la vida, de nuestras relaciones interpersonales y por supuesto de nuestra relación con Yehováh nuestro Padre.

Cuando perdemos la capacidad de asombrarnos por las cosas sencillas, tales como el canto de un ave, la apariencia de un pájaro o de una flor, o por el complejo diseño de un insecto, o por las capacidades o talentos de otras personas, entonces también perdemos la capacidad de reconocer la grandeza de nuestro Creador y Padre Yehováh y fácilmente quedamos atrapados en la rutinas de la vida, de la religión o de las relaciones con otros.

Por lo tanto, hay que quebrar esa “fuerza de la costumbre”. Yeshúa usó otras palabras para describir lo mismo::

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” (Apocalipsis 2:4, BTX)

Durante el Primer Amor, todo nos parece fascinante, ¿lo recuerdas?: Las canciones, leer las Escrituras, hablar a otros de lo que hemos encontrado, observar la Creación, conversar por horas sobre el tema sin agotamiento, etc. 

Es tiempo de tomar la decisión consciente, de regresar a ese Primer Amor. Tiempo de recuperar la capacidad de asombro, tiempo de observar y reflexionar en las Escrituras, tiempo de construir relaciones significativas con otros y de recuperar nuestra admiración por las obras de Yah, por su Creación.

¿Cómo hacerlo?

  • Lo primero es reconocer que todo esto lo hemos dejado atrás.
  • Lo segundo, recurriendo a nuestro Padre Yehováh, quien es el Único que puede restaurar nuestra vida vivificándonos, abriendo nuestros ojos a sus maravillas. Salmo 119
  • Lo tercero es zafarnos de lo que el sistema en que vivimos nos impone, porque al no tener en cuenta Yehováh, invierte las prioridades, pervierte los valores y nos convierte en accidentes de la evolución.
  • Cuarto, reconociendo nuestra identidad como pueblo escogido, separado, apartado por Yehováh para ser su especial tesoro; un pueblo que vive conforme a las instrucciones -Toráh- provista por Él, que le honra y le reconoce en todos los detalles de la vida.
  • En quinto lugar, frenando el acelere de la vida. Esto se hace apartando tiempo para observar, reflexionar, conversar, orar, leer y reconocer en cada paso la intervención Divina.
  • Por último, volviendo a ser como un niño retomando la capacidad de asombrarse ante las cosas sencillas, creyendo en las promesas de nuestro Padre y viviendo el día a día con la certidumbre de que Él tiene cuidado de nosotros:

De cierto os digo: El que no reciba el reino de Dios como un niño, de ningún modo entrará en él.” (Lucas 18:17, BTX)

Sea Yehováh, contigo llevándote de la mano por este Camino Estrecho.

Shalom.  

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En este Yom Kippur, ¡haz la diferencia!

Audioblog

Cuando tenemos un encuentro real y transformador con Yeshúa, sucede algo sobrenatural: nuestra conciencia es renovada para alinearse con la Toráh de Yehováh y surge un nuevo comienzo, una nueva vida,

Cuando Yehováh nos creó, fuimos dotados con una conciencia. Esta es un tipo de juez que originalmente está equipado para señalarnos lo que es correcto o incorrecto según la Toráh eterna que refleja el carácter justo del Creador y mediante la cual Él rige toda Su Creación.

Pero conforme crecemos y empezamos a caminar por este mundo, esa conciencia es influenciada, educada, alterada y hasta contaminada, de manera que podemos llegar a perder totalmente el sentido de la justicia, como sucede con muchas personas que no se refrenan en hacer mal a otros, con tal de conseguir sus objetivos personales. Es cuando decimos de ellas: ¡No tienen conciencia!

Pero cuando tenemos un encuentro real y transformador con Yeshúa, sucede algo sobrenatural: Esa conciencia es restaurada y renovada para alinearse de nuevo con la Toráh de Yehováh, y surge un nuevo comienzo, una nueva vida, tal como lo describe Pablo (Shaúl):

“…si alguno es nueva criatura en el Mesías, las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17

Entonces, el potencial de mantenernos actuando recta y justamente es reactivado; sin embargo volvemos a deslizarnos principalmente por la fuerza de la costumbre; y corremos el peligro de volver por los viejos caminos ignorando o menospreciando nuestra conciencia que ahora es alertada por el Espíritu de Yehováh que habita en nosotros.

¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentar esos problemas? En esos momentos es cuando debemos echar mano del recurso provisto por nuestro Padre para ser restaurados en nuestro caminar: La Confesión.

Pero no hablo de ir ante otro hombre para rendirle cuentas de lo que hemos hecho. Hablo de conversar con Dios, con Yehováh, para ponernos de acuerdo con Él respecto de lo que Él mismo define como injusticia y entonces aceptar que Él tiene la razón, reconociendo que lo que hemos hecho es malo o incorrecto. Acto seguido, por fe nos apropiamos del perdón que nos ha sido ya otorgado mediante Yeshúa y seguimos adelante perfeccionando nuestro andar.

Quizás te preguntes: ¿Y si he obrado injustamente con alguien, cómo hago? Siempre habrá situaciones en las que deberemos ir con la persona a la que hemos agraviado para reconocer ante ella que hemos actuado erróneamente; eso también es confesión; en otras palabras es ponerme de acuerdo con tal persona, en que le hice mal y entonces, en este caso debo pedirle perdón por tal comportamiento; no, ordenarle que me perdone: “Perdóname por eso…”, sino que le debo dar la opción a ella de que tome la decisión de otorgarme el perdón.

Yehováh nos provee un día especial durante las Fiestas del Otoño: Yom Kippurim, el día de las expiaciones, o de la liberación de las culpas con las que hemos venido cargando durante el año (o la vida). El décimo día del Séptimo mes del Calendario de Yehováh, es apartado para hacernos una auditoría a nosotros mismos. En tal día se nos ordena humillarnos ante Yehováh (lo que significa en lenguaje bíblico: ayunar). Ese día es considerado un Shabbat en el que no se debe realizar trabajo alguno, sino que debemos retirarnos hacia el silencio y la quietud para poner nuestras cuentas claras con nuestro Padre.

De hecho para poderlo hacer, los días precedentes necesitamos prepararnos adecuadamente, haciendo una introspección con la ayuda de nuestro Padre, para traer a la memoria aquellas intenciones, actitudes, comportamientos y demás que necesitan ser corregidos o reparados, y el primer paso para lograrlo es: La Confesión, tal y como la hemos considerado.

Y la verdad, es que no debiéramos esperar hasta la llegada del Yom Kipurim cada año para arreglar las relaciones con nuestro Padre y con los demás. Esto es algo que requerimos hacer día a día, tal como lo hacemos con nuestro cuerpo al respirar: Exhalamos las toxinas e inhalamos el aire fresco y puro; así también exhalemos nuestras injusticias mediante la confesión, e inhalemos el perdón y la justicia que proviene de Yehováh mediante Yeshúa, nuestro Señor y Mesías.

Si confesamos (reconocemos) nuestros pecados, entonces, puesto que él es digno de confianza y justo, los perdonará y nos purificará de todo mal. 1 Juan 1:9

Parashá NitzavimVayelej

Parashá Nitzavim – Vayelej | Libres para elegir lo bueno… o lo malo Deuteronomio 29:10 – 31:30

Parashot es el plural de Parashá. En esta ocasión veremos dos porciones de la Toráh: Nitzavim y Vayelej, porque tenemos un año de tan solo 12 meses lunares. Para los años en que se añade un mes, estas porciones se estudian individualmente una por Shabbat. Para más información sobre el calendario de Yehováh, haga clic aquí.


Yehováh nos dio las Escrituras como guía para que sepamos lo que es bueno y lo que es malo; sin embargo, depende de cada uno de nosotros vivir de acuerdo con la Palabra de Yehováh aceptando el bien y rechazando el mal, o vivir de acuerdo con los dictados de nuestro propio corazón y la perspectiva cultural actual o cosmovisión del mundo.

Aunque no es posible controlar todas las circunstancias que afectan nuestras vidas, podemos determinar cómo reaccionaremos ante ellas. Podría ser más fácil ser feliz o ser agradable cuando todo va bien, pero no hay garantía de que lo seremos igualmente en medio de los malos tiempos.

Del mismo modo, las circunstancias trágicas no tienen que sacudirnos de nuestra firme base para que perdamos la fe en Yehováh y nos volvamos miserables y amargados.

No somos mejores que nuestros padres en el desierto. Necesitamos aprender la importancia de la lealtad y fidelidad a Yehováh y a Su Palabra. Si tenemos presentes las tristes consecuencias que enfrentó el pueblo de Israel, decidiremos poner por obra Sus Palabras hoy y ahora.

Esforcémonos por pasar a nuestros hijos el testimonio que hemos recibido, porque ellos están en gran riesgo de irse en pos de otros dioses (entendiendo por “otros dioses” todo aquello alrededor de lo cual orbita su vida y que atrae poderosamente su atención).

Nuestro testimonio ha de ser claro, firme y comprometido, porque solo una vida auténtica podrá impactar positivamente a las nuevas generaciones; ellas necesitan modelos de vida que les ayuden a discernir la diferencia entre una vida sumida en las tinieblas y una que vive en la Luz verdadera.