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Parashá Balak – Cuando lo Sobrenatural se manifiesta
Números 22:2 – 25:9

¿Ha escuchado usted alguna vez a un animal que hable? Esta es la razón por la que esta parashá en particular es tan interesante y peculiar, ya que esto fue lo que le sucedió al profeta Balaam… veamos los detalles.

La Parashá Balak es una sección de la Torá que abarca desde Números 22 hasta el capítulo 25. Se centra en Balak, rey de Moab, quien temiendo la expansión y el poder de los israelitas, contrató al profeta Balaam, conocido por su habilidad para bendecir o maldecir eficazmente, con la esperanza de debilitar a sus enemigos, el pueblo de Israel.

La interacción entre estos dos personajes es clave en esta historia. Balaam se ve seducido por la oferta de Balak el cual le ofrece grandes riquezas a cambio de que cumpla su deseo. Balaam se encuentra atrapado en un conflicto debido a las instrucciones que recibe de parte de Yehováh. A lo largo de su viaje hacia Moab, Balaam experimenta varias señales divinas, incluyendo una conversación sobrenatural con su asna, que ve un ángel bloqueando su camino. Este relato destaca temas de obediencia y la soberanía del Altísimo, ya que, a pesar de los intentos de Balak, Balaam termina bendiciendo a Israel, cumpliendo así la voluntad divina en lugar de los deseos del rey de Moab.

Esta historia nos enseña varias lecciones valiosas. En primer lugar, nos recuerda la importancia de la emunáh (fe) y la confianza en Yehováh, especialmente en momentos de dificultad y peligro. También se destaca la necesidad de la integridad y la honestidad, ya que Balaam, a pesar de sus intenciones iniciales, finalmente obedece la Palabra de Yehováh y pronuncia las palabras que Él le ordena. Además, la intervención del asna de Balaam nos enseña a ser sensibles a las señales y manifestaciones del Todopoderoso, que pueden venir de las fuentes más inesperadas. En resumen, la parashá de Balak nos invita a reflexionar sobre la soberanía de nuestro Padre, Su protección hacia su pueblo y la importancia de actuar con integridad y obediencia a sus mandamientos.

Exhortación: Seamos humildes delante del Creador y no permitamos qué nuestra terquedad llegue a tal punto ¡que Yehováh tenga que hablarnos a través de una asna!

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Parashá Shelaj Lejá – Visión y Valentía
Números 13:1–15:41

La parashá Shelaj leja la encontramos en Números 13:1 – 15:41 y nos revela un emocionante cuadro profético para los tiempos finales. Es como tener en nuestras manos una pincelada de lo que va a acontecer en torno a los hijos de Israel cuando suceda la Segunda Venida de Yeshúa. Al mismo tiempo, esta porción hace un llamado de exhortación a creer y a confiar en las promesas que ha dicho el Todopoderoso con respecto a su pueblo. 

Este segmento de la Escritura nos provee una poderosa y relevante enseñanza para nuestro caminar en la fe hoy en día. Los doce espías regresaron de la tierra con dos informes distintos: un reporte lleno de temor y pesimismo, mientras que Caleb y Josué ofrecieron un mensaje de fe y esperanza.

En nuestra vida diaria, al igual que los diez espías que trajeron el reporte negativo, enfrentamos situaciones que pueden parecer abrumadoras. Los “gigantes” y “ciudades fortificadas” de nuestros tiempos pueden tomar la forma de problemas financieros, enfermedades, conflictos personales o incertidumbres mundiales. Sin embargo, Caleb y Josué nos muestran otra forma de ver las circunstancias. Su informe positivo no ignoraba las dificultades, pero se centraba en la fidelidad de Yehováh y en Su poder para superar cualquier obstáculo. Ellos recordaron al pueblo que el Altísimo había prometido entregarles la tierra y ¡que Su palabra es digna de confianza!

Preguntas para reflexionar

Pensemos en estos cuatro aspectos que son muy importantes en nuestra vida:

    1. Diez espías regresaron y trajeron un reporte negativo y sólo dos espías tuvieron visión para mirar la promesa de Dios haciéndose realidad en sus vidas y la de sus familias, ¿a cuál grupo pertenecerías tú?
    2. Yehováh prometió que levantaría a un hombre como Moisés que debíamos escuchar y obedecer… ¿Estás preparado para seguir y escuchar a Yeshúa a medida que nos lleva de vuelta a obedecer los mandamientos del Todopoderoso sin importar lo que digan o piensen los demás?
    3. El cuarto mandamiento dice que debemos de recordar el día de Shabbat para apartarlo, porque Yehováh lo bendijo y lo santificó. ¿Es el Shabat verdaderamente una señal entre tú y el Altísimo tal como Él lo estableció en su Torá? (Ex 31:13).
    4. Quizá tú profesas ser seguidor de Yeshúa el Mesías, usas los tzit tzit diariamente y guardas el Shabbat y la dieta del Creador. ¿Pero te comportas de verdad como un embajador del Reino de los Cielos? Recordemos las palabras de Pablo a los Romanos cuando dijo que no son los oidores de la Torá los que serían justificados ante Dios sino los hacedores.

¡Amemos a Yehováh con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros mismos, tal como lo dijo Yeshúa, y al hacerlo así cumpliremos la Torá y los profetas!

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Sobrellevando el Trauma y el Dolor

Estamos aquí porque Dios quiso que estuviéramos, y porque hay una tarea que debemos cumplir.

La parashá de esta semana nos habla acerca de la vida de Sara y al mismo tiempo nos provee una enseñanza acerca de cómo el patriarca Abraham logró sobrellevar el trauma y el dolor al final de sus días.

Abraham era un hombre mayor y ya había pasado por dos eventos que habían marcado su vida y que estaban relacionados con las personas que él más amaba en el mundo. El primero tenía que ver con su hijo, a quien había esperado toda la vida, Isaac. Él y Sara habían perdido la esperanza, pero Dios les dijo que tendrían un hijo y que sería el que continuaría el pacto. Pasaron los años. Sara no concibió. Ella había envejecido, pero Dios había dicho que tendrían un hijo.

Finalmente llegó. Hubo gozo. Sara dijo: “Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (Gn 21:6). Luego vino el momento aterrador cuando Dios le dijo a Abraham: “Toma ahora tu hijo, tu único hijio, Isaac, a quien amas… y ofrécelo en holocausto” (Gn 22:2). Abrahám no se quejó ni se tardó. Los dos viajaron juntos, y en el último momento vino la orden del cielo diciendo: “¡Alto!”. ¿Cómo sobreviven un padre y un hijo a un trauma como este?

Luego vino el dolor. Sara, la amada esposa de Abraham, murió. Ella había sido su compañera compartiendo el viaje con él mientras dejaban atrás todo lo que conocían; su tierra, su lugar de nacimiento y sus familias. Incluso, en un par de ocasiones salvó la vida de Abraham haciéndose pasar por su hermana.

¿Qué hace un anciano como Abraham (la Torá lo llama “viejo y avanzado en años” Gn 24:1) después de tal experiencia y dolor? Es posible que hubiera tristeza en su corazón. Había hecho lo que Yehováh le había pedido. Sin embargo, no todas las promesas de Dios se habían cumplido. En varias ocasiones Dios le prometió la tierra de Canaán, pero cuando Sara murió no poseía aún nada de ella, ni siquiera un sitio para enterrar a su esposa. Yehováh le había prometido muchos hijos, una gran nación, muchas naciones, tantas como la arena del mar y las estrellas del cielo. Sin embargo, solo tenía un hijo, Isaac, a quien casi pierde, y que estaba aún soltero a la edad de treinta y siete años. Abraham tenía todas las razones para estar triste.

Sin embargo, supo sobrellevar esta situación. La Torá nos dice que “…vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla” (Gn 23:2) Luego inmediatamente leemos: “Y se levantó Abraham de delante de su muerta…”. Después de esto, él tuvo dos cosas en mente: primero comprar un terreno para enterrar a Sara, y segundo encontrar una esposa para su hijo. Es muy interesante que estos dos aspectos están relacionados con las dos promesas divinas: la tierra y la descendencia. Abraham no esperó a que Dios actuara; él entendió que debía tomar acción.

¿Cómo superó Abraham el trauma y el dolor? ¿Cómo se sobrevive a la prueba de casi perder al único hijo y a la perdida de la esposa, y aún así tener las ganas de continuar? ¿Qué impulsó y motivó a Abraham a seguir adelante?

La Torá nos habla de dos personajes que, ante el trauma y el dolor, tomaron una actitud distinta y por ende solo uno de ellos pudo seguir hacia adelante. El primero se trata de Noé, el hombre más justo de su generación. A pesar de que el mundo entero sufriría una catástrofe y sería destruido por el diluvio, Noé decidió obedecer a Yehováh y de esta manera pudo salvar su vida y la de su familia.

Caso contrario fue el de la esposa de Lot, quien desobedeció la instrucción de los ángeles, y “miró hacia atrás” mientras las ciudades de Sodoma y Gomorra desaparecían bajo la lluvia de azufre y la ira de Dios. De inmediato se convirtió en una columna de sal, a causa de la conmoción y de la incapacidad de no poder seguir adelante. El trasfondo de estas dos historias nos ayuda a comprender a Abraham después de la muerte de Sara. Abraham tuvo la capacidad de enfocarse en construir el futuro y no quedar preso del pasado como le sucedió a la esposa de Lot.

Abraham tenía presente la promesa. Sara había muerto. Isaac no estaba casado. Abraham no tenía ni tierra ni nietos. Él no le reclamó a Dios ni se angustió. Por el contrario, fue sensible al llamado de Yehováh de seguir adelante y confiar. Así es como Abraham sobrevivió a la conmoción y al dolor.

No permita Yehováh que experimentemos nada de esto, pero si llegara a pasar, sigamos el ejemplo de Abraham, el cual se enfocó en la promesa.

No estamos aquí por accidente. Estamos aquí porque Dios quiso que estuviéramos, y porque hay una tarea que debemos cumplir. Descubrir qué es eso no es fácil y, a menudo, lleva muchos años y frustraciones. Cada uno de nosotros tenemos algo que Dios nos está llamando a hacer, tenemos un propósito por cumplir.

No permitamos que nuestro pasado nos detenga, sino por el contrario, ¡aprendeamos a sobrellevar el dolor tal como Abraham, y enfoquemos las promesas de Yehováh para nuestra vida!

¡Shalom!

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Parashá Bamidbar – El Censo
Números 1:1 – 4:20

La parashá Bamidbar, que se encuentra en Números 1:1 – 4:20, narra los preparativos y la organización del pueblo de Israel en el desierto del Sinaí, durante el segundo año después de su salida de Egipto. Esta sección comienza con un censo detallado de los varones mayores de veinte años, aptos para el servicio militar y organizados según sus tribus y clanes.

También se describe cómo deben acampar y marchar las tribus alrededor del Tabernáculo, con instrucciones específicas para los levitas, quienes son responsables del transporte y cuidado de este y de sus utensilios sagrados. El censo y la organización buscan establecer orden y estructura en la comunidad israelita mientras se preparan para avanzar hacia la Tierra Prometida.

Todo esto ocurre  en un momento crucial de la historia de los hijos de Israel, cuando están en transición entre su esclavitud en Egipto y su establecimiento como una nación libre en la Tierra Prometida. Habiendo recibido la Torá en el Monte Sinaí, los hijos de Israel ahora deben aprender a vivir y funcionar como una comunidad organizada bajo la guía de Yehováh. Tanto el censo como la organización que se nos narran en estos capítulos, eran pasos esenciales para la formación de la identidad nacional y la fe, asegurando que cada miembro de la comunidad tuviera un papel definido en el funcionamiento de la nación y en el desarrollo del culto a Dios.

Nuestra porción, menciona un aspecto interesante de la tribu de Leví: no fue contada junto con las demás tribus en el censo militar. Esto se debió a que los levitas fueron asignados a tareas sagradas relacionadas con el Tabernáculo, destacando su rol único y diferente dentro de la comunidad hebrea. Esta distinción subraya la importancia del servicio ministerial en el pueblo de Israel, indicando que mientras la defensa y la estructura tribal son cruciales, la conexión con el Altísimo y el mantenimiento del santuario también lo son. Además, este énfasis en los levitas resalta la idea de que cada grupo y cada individuo tiene una función específica y valiosa dentro de la congregación.

Reflexión: los levitas actuaban como intermediarios entre Yehováh y el pueblo de Israel enseñando la Torá, realizando rituales y sacrificios, y manteniendo el servicio en el Tabernáculo. De esta misma manera vemos el rol de Yeshúa como mediador entre Yehováh y su pueblo. Yeshúa, como el Sumo Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec, se ofreció a sí mismo como el sacrificio perfecto. Su vida, muerte y resurrección establecen una nueva y eterna conexión con el Altísimo, facilitando así el perdón de los pecados y la reconciliación, y cumpliendo la función mediadora de los levitas al proporcionar un acceso directo y permanente al Padre.

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La Importancia de Ser Agradecidos

Cortesía del Club de Patrocinadores

La gente agradecida padece menos de estrés y depresión, mantienen una presión arterial saludable y tienen mejores niveles de energía. 

Robert E Emmons

“Aclamad a Yehová, porque él es bueno; porque su misericordia es eterna” 1 Crónicas 16:34.

¿Qué es la gratitud y por qué es tan importante? ¿Realmente hace la diferencia que vivamos con una actitud que muestre agradecimiento a Dios por todo lo que Él nos ha dado e incluso por lo que no nos ha dado? ¿Cuál es el beneficio de ser agradecido?

Al estudiar las parashot semanales (las porciones de la Torá), podemos encontrar con facilidad que una y otra vez el pueblo de Israel mostró una actitud incorrecta delante de Yehováh desde que salió de la tierra de Egipto.

“Y murmuró el pueblo contra Moisés, diciendo: ¿Qué beberemos?…” (Ex 15:24), “Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto” (Ex 16:2), “…y el pueblo se impacientó por causa del viaje. Y el pueblo habló contra Dios y Moisés” (Num 21:4-5), “Y murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel…” (Num 14:2-3), “Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: “Porque el SEÑOR nos aborrece, nos ha sacado de la tierra de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos” (Deu 1:27). “Y el pueblo comenzó a quejarse en la adversidad a oídos de Yehováh; y cuando Yehováh oyó, se encendió su ira, y el fuego de Yehováh ardió entre ellos y consumió un extremo del campamento” (Num 11:1).

Los hijos de Israel mostraron su descontento durante su caminar en el desierto, omitiendo así cada una de las bendiciones que presenciaron sus ojos, desde las plagas, el cruce del Mar Rojo, hasta la provisión diaria, el maná que descendía del cielo, experiencias por la que solamente el pueblo de Israel puede estar agradecido y de las cuales puede dar testimonio:

“Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33 ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer34 ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos 36 Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego37 Y por cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder38 para echar de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy” Deuteronomio 4:32-34,36-38.

A causa de la falta de agradecimiento y la continua murmuración de parte del pueblo de Israel hacia Moisés y hacia Dios mismo, el pueblo sufrió las consecuencias en diferentes ocasiones.

“Y el pueblo comenzó a quejarse en la adversidad a oídos de Yehováh; y cuando Yehováh oyó, se encendió su ira, y el fuego de Yehováh ardió entre ellos y consumió un extremo del campamento” (Num 11:1).

“25 Antes murmuraron en sus tiendas, Y no oyeron la voz de Yehová. 26 Por tanto, alzó su mano contra ellos para abatirlos en el desierto, 27 Y humillar su pueblo entre las naciones, Y esparcirlos por las tierras” Salmo 106:25-27.

Aprendamos de la experiencia vivida por Israel en el desierto para no cometer los errores que ellos cometieron. Por el contrario, busquemos razones por las cuales podemos estar agradecidos con el Creador. Despertar cada día con una actitud agradecida va a mejorar no solo nuestra condición espiritual, sino que también nuestra salud en todos los aspectos.

Incluso la ciencia así lo afirma. Un estudio citado por el autor Robert E Emmons en su libro “Gratitude Works!” demostró que la gente agradecida padece menos de estrés y depresión, mantienen una presión arterial saludable y tienen mejores niveles de energía. El mismo estudio menciona que estar agradecidos desacelera el proceso normal de envejecimiento del ser humano y al mismo tiempo nos ayuda a disminuir la absorción de grasas.

Los dos espías que trajeron un reporte positivo (Josué y Caleb), a diferencia de los otros diez, lograron entrar a la tierra prometida por el solo hecho de mostrar una actitud positiva y de agradecimiento al Todopoderoso por la tierra que les iba a entregar en sus manos, cumpliendo así la promesa que Yehováh le había dado a Abraham, Isaac y Jacob.

Sin importar la condición en que nos encontremos hoy, seamos agradecidos con Yehováh, y enseñémosles a nuestros hijos a dar gracias en todo momento porque Él ha sido bueno con nosotros, y porque ciertamente “nuevas son sus misericordias cada mañana”.

¡Shalom!


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Parashá Emor – Las Fiestas de Yehováh
Levítico 21:1-24:23

En Levítico, capítulo 16, se nos presenta el ritual de sacrificios que será llevado a cabo cada Yom Kipur. Este día es el único en el año en que el sacerdote ingresaba al Lugar más Santo.

En este ritual comunitario,  Aarón debía poner sus dos manos sobre la cabeza de un macho cabrío vivo, y confesar  todas las iniquidades de los hijos de Israel “para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel”.

Este era un día extremadamente solemne, y en esta parashá tenemos la oportunidad de ver cómo fue originalmente concebido en las instrucciones del Creador a Israel. Veamos que podemos aprender de esto:

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Parashá Metzora – Purificación y Redención
Levítico 14:1 – 15:33

Metzora, es el nombre de la porción semanal de la Torá que se encuentra en el libro de Levítico (Vaykrá), específicamente en los capítulos 14 y 15 y significa: “el que tiene lepra”. Esta parashá trata principalmente sobre las leyes relacionadas con la purificación de personas y objetos afectados por la tzaráat, una enfermedad de la piel que se traduce comúnmente como “lepra” en la Biblia, aunque su significado exacto es incierto.

El contexto de la porción Metzora se centra en las prescripciones detalladas para tratar con la tzaráat tanto en las personas como en las casas. Describe los rituales de purificación que deben seguir aquellos que han sido afectados por esta enfermedad, así como las acciones que deben llevar a cabo los sacerdotes para purificar a los enfermos y limpiar sus pertenencias.

Además de las leyes sobre la tzaráat, también se abordan las leyes de purificación relacionadas con la emisión seminal, las menstruaciones y otros tipos de flujo corporal.

Metzora nos ofrece una poderosa reflexión sobre la importancia de la pureza, tanto física como espiritual, en nuestras vidas. A través de la narrativa de la purificación del leproso, encontramos un llamado a examinar nuestras propias impurezas y a buscar la restauración tanto del cuerpo como del alma. En este sentido, la figura de Yeshúa emerge como el paradigma máximo de purificación, ofreciendo no solo sanidad física, sino también redención espiritual. Su vida y enseñanzas nos recuerdan la conexión intrínseca entre la limpieza física y la pureza del corazón, invitándonos a buscar no solo la cura de nuestras enfermedades físicas, sino también la renovación interior que solo puede venir a través de la gracia y el perdón.

Al contemplar Metzora a la luz de la figura de Yeshúa, somos desafiados a reconocer que la purificación de nuestros cuerpos físicos es solo el primer paso en el camino hacia una verdadera transformación espiritual. Así como el leproso debía ser purificado para ser reintegrado a la comunidad, nosotros también debemos buscar constantemente la purificación de nuestras almas, liberándonos del pecado y el egoísmo. En Yeshúa encontramos el ejemplo perfecto de cómo la curación física y la redención espiritual van de la mano, recordándonos que nuestra salud física está intrínsecamente ligada a la salud de nuestro espíritu. Que podamos, como el leproso purificado, experimentar la plenitud de vida que viene al ser restaurados en cuerpo y alma por la gracia de Aquel que es la fuente misma de toda pureza y sanidad.