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Estamos construyendo la Casa de Yehováh

De la manera que se construyó el Tabernáculo con el aporte del pueblo, hoy Yehováh sigue dando oportunidad a sus hijos de aportar para construir Su Casa.

En la porción de Éxodo 35.1-38.20, hallamos que al pueblo de Yisrael le fue ordenado:

“tomar una ofrenda (Terumah) para Yehováh, de todo aquél que tenga corazón generoso”.

Esto nos permite pensar que hay personas mezquinas que prefieren retenerlo todo para sí mismas. Por eso, Yehováh dio al pueblo la opción de dar generosamente, pues quería solo lo que procediera de corazones agradecidos, de personas que valoraban lo que Él había hecho por ellas, fuera utilizado para el fabuloso proyecto de construir el Tabernáculo, el lugar de su morada.

Yehováh podría haber provisto milagrosamente todo lo que se requería; pero Él quiso dar participación a Su pueblo, logrando de esta manera que todos desarrollaran una identidad particular con el Tabernáculo y todo lo que había allí. La respuesta del pueblo fue tan generosa que más tarde, Moshé tuvo que enviar un mensajero (pregón) por todo el campamento diciendo:

¡Ni hombre ni mujer prepare más material para las ofrendas del santuario! así se impidió al pueblo, ofrecer más.  Éxodo 36:6

Shaúl (Pablo), en el Nuevo Testamento, se refiere también a la manera en que los seguidores de Yeshúa debiéramos dar igualmente:

Pero esto digo: El que siembra escasamente, cosechará escasamente; y el que siembra abundantemente, cosechará abundantemente.
Cada uno dé, como propuso en su corazón; no por tristeza o por obligación, porque Yehováh ama al dador alegre.
Y poderoso es Yehováh para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que teniendo en todo tiempo siempre todo lo necesario en todo, abundéis para toda buena obra.  2 Corintios 9:6-8

De la manera que se construyó el Tabernáculo con el aporte del pueblo, hoy Yehováh sigue dando oportunidad a sus hijos de aportar para construir “Su Casa”, es decir Su asamblea, su congregación. Aquí no hablamos de edificios sofisticados con los mejores avances de tecnología y capacidad para albergar a miles, no. Cuando hablamos de la Casa de Yehováh, hablamos de personas; de las piedras vivas que lo componen. Y es que mientras estemos en este mundo, aunque no seamos de él, son necesarios recursos financieros para hacer posible alcanzar, enseñar y ayudar a otros a caminar por la senda estrecha de la obediencia a la Toráh. Los hijos de Yehováh tenemos la oportunidad y la responsabilidad de aportar con corazón generoso y alegre, para que Su Palabra se extienda y alcance a aquellos que Él ha determinado que serán los herederos de la Salvación provista por Yeshúa.

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Dar, es una opción que revela nuestra gratitud

Dar, es lo natural y espontáneo en un hijo de Yehováh y es seguir el ejemplo que Yeshúa modeló para todos nosotros.

La Creación de Yehováh está diseñada sobre la realidad de dar. Yehováh entre muchas otras cosas, da la vida; da todo lo que se requiere para sostenerla; da las capacidades dones y talentos a cada ser humano, y todo esto de manera gratuita. Esa misma verdad se halla expresada de diferentes maneras en la Biblia:

  • Al final de cada tercer año apartarás el diezmo de todos tus productos de aquél año, y lo depositarás en tus ciudades, y vendrá el levita… el extranjero, el huérfano y la viuda… y comerán y se saciarán, a fin de que Yehováh te bendiga en toda obra que tu mano acometa.  Deuteronomio 14:28-29

  • Dad y se os dará: medida buena, apretada, remecida y rebosante os darán en vuestro regazo.  Porque con la medida que medís, seréis medidos.  (Lucas 6:38)

  • Echa tu pan sobre las aguas porque después de muchos días lo hallarás (Eclesiastés 11:1)

  • Más bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20:35)

  • El que siembra generosamente, generosamente también segará. (2Corintios 9:6)

Dar, no se limita a las cosas materiales; también se dan afectos, apoyo moral, servicios desinteresados, tiempo, conocimiento, consejo, etc. Esto es lo natural y espontáneo en un hijo de Yehováh y lo que modeló Yeshúa para todos nosotros.

Lo contrario de dar, es retener, lo cual resulta en una actitud egoísta e indiferente hacia los demás y sus necesidades. ¿No te sobra para dar? ¡Entonces da de lo que tienes! Creando así oportunidades para ver la provisión generosa de Yehováh para ti y los tuyos.

¿Cómo está tu generosidad hoy?

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El Rol del Creyente en la Política: Desobediencia Civil y Justicia Bíblica


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La necesidad de un corazón consagrado

Yehováh nos llama a vivir con corazones consagrados, apartados para Su gloria. No importa lo que debamos enfrentar.

En las Escrituras, Yehováh establece instrucciones detalladas para la consagración de los sacerdotes. En Éxodo 29:1-9, se nos habla del proceso que los hijos de Aarón debían seguir para ser apartados para el servicio sagrado. Este proceso incluía lavamiento, vestiduras santas, unción con aceite y sacrificios. Todo esto representaba la pureza y dedicación que Yehováh esperaba de aquellos que ministraban en Su presencia. Aunque hoy en día no somos sacerdotes en el sentido levítico, la Escritura nos dice que somos “real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9). Esto significa que, como creyentes, también estamos llamados a vivir una vida de consagración y obediencia a la voluntad del Padre.

Yehováh ha llamado a muchas personas a vivir apartadas para Él, sin importar las circunstancias que enfrentaron. Veamos algunos ejemplos que nos inspiran a seguir en la senda correcta.

  1. Noé: Un Hombre Justo en Medio de la Maldad
    Noé vivió en una generación corrompida y violenta (Génesis 6:5), pero la Escritura dice que “Noé halló gracia ante los ojos de Yehováh” (Génesis 6:8). El Todopoderoso le dio instrucciones para construir el arca, y aunque la gente lo ridiculizaba, él obedeció fielmente. Su vida nos enseña que una persona consagrada a Dios puede marcar la diferencia, aun cuando todos a su alrededor vivan en pecado.
  2. José: Fiel en la Prueba
    José fue vendido por sus propios hermanos y llevado a Egipto como esclavo. Sin embargo, en medio de las dificultades, su corazón permaneció fiel a Yehováh. Cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo, José respondió: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9). Su compromiso con la santidad lo llevó a la prisión injustamente, pero Yehováh lo exaltó en el tiempo correcto. José nos muestra que un corazón consagrado no se deja vencer por las tentaciones ni las injusticias.
  3. Daniel: Firme en su Fe en Tierra Extraña
    Daniel fue llevado cautivo a Babilonia y enfrentó una cultura pagana que quería apartarlo de Yehováh. Sin embargo, desde el principio, “Daniel propuso en su corazón no contaminarse” (Daniel 1:8). A pesar de los peligros, continuó orando a Dios tres veces al día, aunque esto lo llevó al foso de los leones.

    El Altísimo lo libró y honró su fidelidad. Daniel nos enseña que la consagración a Dios debe ser inquebrantable, aun cuando enfrentemos presión o persecución.
  4. Ana: Una Mujer de Oración y Devoción
    Ana, la madre de Samuel, sufría por ser estéril, pero en vez de amargarse, derramó su corazón en oración. Le prometió a Yehováh que si le daba un hijo, lo dedicaría a Su servicio (1 Samuel 1:11). Yehováh le concedió su petición, y ella cumplió su voto, entregando a Samuel para que sirviera en el templo. Su historia nos recuerda que una vida consagrada está dispuesta a rendir todo a Dios, confiando en que Él tiene el control.

A lo largo de la historia bíblica, Israel cayó muchas veces en la desobediencia y la idolatría, alejándose de la senda del Todopoderoso. En Jeremías 2:13, Yehováh dice: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí císternas, císternas rotas que no retienen agua.” Cuando Israel se apartaba de Yehováh, sufría las consecuencias de su pecado. Sin embargo, cuando se arrepentían y volvián a Dios, Él los restauraba.
Esto nos muestra que debemos ser diligentes en nuestra relación con el Padre y no seguir el ejemplo de Israel en sus momentos de rebeldía. En Josué 24:15, Josué desafía al pueblo diciendo: “Escogeos hoy a quién sirváis… pero yo y mi casa serviremos a Yehováh.” Esta es la actitud que debemos tener: una decisión firme de seguir a Yehováh sin importar las circunstancias.

Reflexión: Un Corazón Consagrado al Padre

Vivir con un corazón consagrado significa amar a Dios con todo nuestro ser y obedecer Su Palabra en todo momento. En Deuteronomio 6:5, Dios nos manda: “Amarás a Yehováh tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. La consagración no es algo superficial, sino un compromiso profundo con el Todopoderoso.

Yeshúa también habló de la importancia de permanecer en Él. En Juan 15:5 dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto”. Cuando nos apartamos del Padre, nos secamos espiritualmente. Pero cuando permanecemos en Él, llevamos fruto y vivimos con propósito.

Podemos Vivir con un Corazón Consagrado
Si queremos vivir apartados para Yehováh, aquí hay algunos pasos prácticos:

  • Oración diaria – Buscar a Yehováh cada día fortalece nuestra relación con Él. (1 Tesalonicenses 5:17)
  • Leer y obedecer la Palabra de Dios – La Escritura es nuestra guía para una vida santa. (Salmo 119:105)
  • Alejarnos del pecado – No debemos comprometernos con lo que desagrada al Padre. (2 Corintios 6:17)
  • Ser luz en el mundo – Nuestra vida debe reflejar el carácter del Mesías. (Mateo 5:16)
  • Permanecer firmes en la fe – No dejarnos llevar por las influencias del mundo. (1 Corintios 15:58)

Conclusión

Yehováh nos llama a vivir con corazones consagrados, apartados para Su gloria. No importa lo que enfrentemos, podemos decidir ser como Noé, José, Daniel y Ana, quienes permanecieron fieles a pesar de las dificultades. Que no sigamos los pasos de Israel cuando se apartó del Todopoderoso, sino que nos mantengamos en la senda de la obediencia, confiando en que Yehováh recompensa a aquellos que le buscan con corazón sincero (Hebreos 11:6).


Separation of the light and the darkness in the Genesis

Somos llamados a ser Luz en medio de la Oscuridad

Desde el principio, el Creador separó la luz de las tinieblas, mostrando que Su naturaleza es luz y que en él no hay tinieblas

En Éxodo 25:31-40, Yehováh da instrucciones a Moisés sobre la construcción del candelabro de oro para el Tabernáculo. Este candelabro no solo iluminaba el lugar santo, sino que también simbolizaba la presencia y la gloria del Todopoderoso en medio de Su pueblo. La luz del candelabro nos recuerda nuestra misión como creyentes: ser luz en un mundo lleno de oscuridad.

Desde el principio, el Creador separó la luz de las tinieblas (Génesis 1:3-4), mostrando que Su naturaleza es luz y que en él no hay tinieblas (1 Juan 1:5). Yeshúa dijo:

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Pero también nos dio una responsabilidad:

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).

Yehováh nos llama a reflejar Su luz a través de nuestras acciones, palabras y forma de vivir. Así como el candelabro en el Tabernáculo no debía apagarse, nuestra fe y testimonio deben brillar constantemente en un mundo que necesita esperanza.

A lo largo de la historia bíblica, encontramos personajes que iluminaron su generación con su fe y obediencia a Yehováh, a pesar de vivir en tiempos difíciles.
José en Egipto (Génesis 39-50) José fue vendido como esclavo por sus hermanos y luego encarcelado injustamente en Egipto. Sin embargo, nunca perdió su fe. Su integridad y sabiduría lo llevaron a convertirse en gobernador, trayendo salvación a muchas personas durante la hambruna. A través de su vida, se cumplió lo que dice Proverbios 4:18:

“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”

Daniel en Babilonia (Daniel 1-6) Daniel fue llevado cautivo a Babilonia y enfrentó muchas pruebas, incluyendo la prohibición de orar al Altísimo. Pero su firmeza en la fe lo convirtió en una luz en un reino pagano. Su testimonio fue tan fuerte que incluso el rey Darío reconoció al Dios de Daniel como el Dios vivo (Daniel 6:26).
Ester en Persia (Ester 4-7) Ester, una jóven hebrea en una tierra extranjera, se convirtió en reina de Persia. Cuando su pueblo fue amenazado de exterminio, ella arriesgó su vida para interceder ante el rey. Su valentía salvó a toda una nación y mostró que el Todopoderoso puede usar a cualquiera para llevar luz en tiempos de crisis.

Pablo en medio de la persecución (Hechos 16, 2 Corintios 11:23-28) Pablo llevó el evangelio a muchas naciones a pesar de ser perseguido, encarcelado y golpeado. Su amor por el Mesías lo llevó a declarar:

“Para mí el vivir es el Mesías, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).

Aún en la prisión, cantaba y predicaba, demostrando que la verdadera luz no depende de las circunstancias externas, sino de la presencia de Yehováh en nosotros.

El llamado del Padre no es solo para unos pocos, sino para todos los que le siguen. En Isaías 49:6, Yehováh dice:

“Te pondré por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.”

Este pasaje profético apunta a nosotros como Su pueblo. Estamos llamados a ser testigos de Su amor, justicia y verdad en medio de un mundo que muchas veces elige la oscuridad.

¿Cómo podemos ser luz en nuestra vida diaria?

Ser luz no significa solo predicar, sino vivir de manera que refleje a Yeshúa:
Mostrar amor y compasión: En un mundo egoísta, actos de bondad pueden tocar corazones y revelar el carácter de Yehováh.

  • Mantener la integridad: No ceder ante la corrupción y la mentira demuestra que seguimos principios superiores.
  • Compartir la Palabra de Dios: La Escritura nos llama a llevar el Evangelio a todas las naciones (Marcos 16:15).
  • No conformarnos con el mal: Romanos 12:2 nos exhorta a no amoldarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento.

Reflexión Final

Les invito a reflexionar acerca de esto: Vivimos en tiempos de oscuridad moral y espiritual, pero Yehováh nos ha llamado a ser luz. No importa dónde estemos o qué circunstancias enfrentemos, nuestra vida debe brillar con la presencia del Mesías. Como el candelabro en el Tabernáculo, nuestra luz debe brillar con la luz del Padre, iluminando nuestro entorno con amor, verdad y fe.
Yeshúa nos ha dejado esta gran responsabilidad:

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16).

Que nuestra vida refleje Su luz y llevemos esperanza a un mundo que tanto la necesita.

¡Shalom!


Jesus y Samaritana 3

Yeshúa como el Tabernáculo

El cuerpo de Yeshúa y el Casa de Yehováh tienen una conexión mística, de manera que lo que le sucede al uno, también le sucede al otro.

Las palabras hebreas de Exodo 25.8 traducidas como: “Y harán un Santuario para mí, y habitaré entre de ellos.”, también podrían ser traducidas como: “Y harán un Santuario para Mi, y habitaré en ellos”.  Si Israel hubiera sido merecedor de esto, un Tabernáculo no hubiera sido necesario, porque la misma presencia divina que vino a reposar en el Tabernáculo, hubiera reposado dentro de cada individuo.

Yeshúa, el Mesías cumple este pasaje literalmente. Mientras estuvo entre nosotros en su carne, el cuerpo físico de Yeshúa constituyó un perfecto santuario para permitir que Yehováh habitara en medio de su pueblo. Esta es la razón por la cual Yeshúa habló de su cuerpo como el Templo (Casa) de Yehováh cuando advirtió:

Destruid este Templo, y en tres días lo levantaré. Juan 2.19

Estas palabras son una pista que nos lleva a conectar el cuerpo físico de Yeshúa con la Casa de Yehováh en Yerushalayim. Así el sufrimiento y muerte del Mesías, corresponden a la destrucción del Templo, mientras que su  resurrección corresponde a la futura reconstrucción de la Casa de Yehováh en la era Mesiánica. En este sentido, el cuerpo de Yeshúa y el Casa de Yehováh tienen una conexión mística, de manera que lo que le sucede al uno, también le sucede al otro.

Ahora bien, en vista de que el cuerpo del Mesías corresponde a la Casa de Yehováh, en esta era esa Casa de Yehováh somos nosotros sus discípulos que colectivamente somos llamados el Morada (lugar de habitación) del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo). Por tal razón el apóstol Shaúl (Pablo), basándose en Levítico 26:12, declara a la asamblea de los seguidores de Yeshúa en Corinto:

Porque vosotros sois Templo (Casa) del Dios viviente, como Dios (Yehováh) dijo: Habitaré entre ellos y entre ellos andaré; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
2 Corintios 6.16

y:

¿No sabéis que vuestro cuerpo es Santuario del Ruaj HaKodesh que está en vosotros, el cual tenéis de Yehováh, y que no sois vuestros? 1 Corintios 6:19

Obviamente esto no significa que somos literalmente un edificio en el cual Yehováh debe ser adorado y reverenciado. Tampoco significa que somos un lugar geográfico donde Él ha puesto Su Nombre.

Como seguidores de  Yeshúa, nuestra semejanza con la Casa de Yehováh no suplanta en ninguna manera lo que será la legítima Casa de Yehováh en Yerushalayim. En otras palabras, nuestra condición de Casa de Yehováh es metafórica. A pesar de esta realidad, la presencia del Ruaj HaKodesh dentro de nosotros no es menos real que la presencia de la Shejináh en la real Casa de Yehováh. Quizás a esto aludía el Mesías cuando le dijo a la mujer samaritana:

Mujer, créeme que viene una hora cuando ni en este monte ni en Yerushalayim adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero viene una hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque también el Padre busca a tales que lo adoren. Juan 4.21-23

En el mundo por venir no habrá más un Templo. El Mesías mismo será la Casa de Yehováh en la Nueva Yerushalayim:

Y no vi en ella Santuario, porque el Señor Dios Todopoderoso (Yehováh) y el Cordero (Yeshúa), es el Santuario de ella. Apocalipsis 21.22


Ruth recogiendo trigo

La Justicia con Compasión: Un Camino Equilibrado

Las Escrituras nos aseguran que cuando practicamos la justicia con compasión, podemos hacer grandes cambios y recibimos bendiciones.

Es fácil considerar la Justicia como algo frío y estricto, que está basada solo en leyes y normas. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que la verdadera Justicia debe ir acompañada de compasión. Yehováh mismo modela este equilibrio perfecto. En Éxodo 21:1-24:18, el Todopoderoso establece instrucciones para el pueblo de Israel, muchas de las cuales protegen a los más vulnerables, como los siervos, las criadas, los esclavos, los huérfanos y las viudas. Tales leyes no solo aseguran justicia, sino también reflejan la misericordia de nuestro Padre.

Un ejemplo claro de esta combinación entre justicia y compasión se encuentra en la historia de Ruth y Noemí, y cómo Boaz actuó con ellas. Ruth era una viuda moabita que decidió quedarse con su suegra Noemí, también viuda y sin hijos. Su situación era difícil, pues en la antigüedad, las viudas sin apoyo familiar estaban en una posición muy vulnerable. Sin embargo, Rut demostró amor y lealtad, diciéndole a Noemí:

Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Ruth 1:16

Ruth estaba dispuesta a sacrificar su seguridad por cuidar de su suegra.

Al llegar a Belén, Ruth comenzó a recoger espigas en los campos de Boaz, un hombre rico y respetado que también era pariente de Noemí. La ley permitía a los pobres recoger lo que quedaba en los campos después de la cosecha (Levítico 19:9-10). Boaz podía haber seguido la ley de forma estricta, sin hacer nada más, pero en cambio, eligió mostrar compasión. No solo permitió que Ruth espigara (recogiera espigas), sino que también ordenó a sus siervos que a propósito dejaran más grano para ella (Ruth 2:15-16).

Más adelante, Boaz actuó como “pariente redentor” . La Torá establecía que un pariente cercano podía casarse con la viuda de un familiar fallecido para preservar su linaje y protegerla. Aunque Boaz podía haber dejado que otro pariente reclamara el derecho de redención, él eligió actuar con justicia y amor. Se casó con Ruth y juntos tuvieron un hijo, quien se convirtió en el abuelo del rey David (Ruth 4:13-17). Esta historia no solo muestra la fidelidad de Yehováh, sino también cómo la justicia con compasión puede traer grandes bendiciones.

Otro ejemplo poderoso es el de Yosef (José) en Egipto. Sus hermanos lo vendieron como esclavo, y él podría haber usado su posición de poder para vengarse cuando ellos llegaron buscando alimento durante la hambruna. Pero Yosef eligió el perdón y la restauración, diciéndoles:

Yosef (José) recibe y perdona a sus hermanos

Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien.
Génesis 50:20

Aunque Yosef podría haber hecho justicia castigando a sus hermanos, prefirió mostrar compasión y así salvó a su familia.

Entonces, ¿qué podemos aprender de estos ejemplos? La justicia por sí sola puede volverse dura y sin alma; por otro lado, la compasión sin justicia puede conducir a la impunidad.

Yehováh nos llama a buscar un equilibrio, actuando con rectitud pero también con amor. En nuestras vidas diarias, podemos aplicar esto en el trato con los demás. ¿Somos justos, pero fríos, con aquellos que nos fallan? ¿O sabemos perdonar y restaurar cuando alguien está arrepentido?

Las Escrituras nos aseguran que cuando practicamos la justicia con compasión, podemos hacer grandes cambios y recibimos bendiciones, como dice Proverbios 21:21:

El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra.

Tanto Boaz como Yosef, nos muestran que cuando equilibramos estos dos principios, Yehováh actúa poderosamente en nuestras vidas.

Reflexionemos: ¿Cómo podemos aplicar esta lección en nuestras familias, en nuestro trabajo y en nuestras relaciones? ¿Hay alguien a quien necesitamos perdonar o tratar con mayor compasión sin dejar de lado la justicia? Si seguimos este camino, veremos cómo la gracia de nuestro Padre transforma no solo nuestras vidas sino las de otros y todos seremos bendecidos.