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El nacimiento de Juan Bautista y los turnos sacerdotales

Los cuatro autores del Evangelio detallan las cinco facetas del ministerio del Mesías: aquella como el Rey, el siervo, el hijo del hombre, el hijo de Dios, y en el libro de Apocalipsis, el juez todopoderoso; cada autor narrando la historia desde su inspirada perspectiva personal. Algunos de los eventos aparecen en más de un relato del evangelio, otros aparecen solo una vez, pero son todos los detalles combinados de todos los registros del evangelio, lo que verdaderamente refleja la vida y el ministerio de Yeshúa de Nazaret, el profeta de quien Moisés profetizó. El profeta al cual debemos ‘Shemá’ escuchar y obedecer, o de lo contrario seremos juzgados por no acatar sus instrucciones. Este es el que separaría las reglas de la religión hecha por el hombre, de las instrucciones eternas del Creador del universo. Esta es la historia más grandiosa jamás contada. Se trata de Yeshúa, el profeta, el Mesías prometido.

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Yehováh tu Dios; a él oiréis. Deuteronomio 18:15 

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Tienes ojos… ¿y no ves? Oídos… ¿Y no oyes?

El pueblo de Yisrael entró voluntariamente en el pacto que implicaba cumplir la Toráh (Instrucciones) de Yehováh. Era de esperarse que haría lo mejor por cumplirlo. Sin embargo pareciera que su compromiso fue algo para salir del paso, porque cuando hablaron, estaban aterrados por el espectáculo de escuchar directamente la voz de Elohim.

La historia nos narra los continuos fracasos de Yisrael hasta finalmente llegar a abandonar a Yehováh y reemplazarlo por dioses falsos. 

De manera similar, quienes afirmamos ser seguidores de Yeshúa, en algún momento hicimos una decisión voluntaria y libre.  Nadie nos la impuso. Pero tal decisión, también llevaba implícito un compromiso de seguir Sus caminos, es decir de obedecer sus instrucciones. Esto es lo que significa “someter mi vida a Él como Señor”. Por tal razón, Yeshúa pregunta:

 ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?
Lucas 6.46
 

Comparemos este verso con Deuteronomio 26:17:

(Yisrael), hoy has declarado solemnemente que Yehováh es tu Elohim, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos para obedecer su voz.
 Yisrael, había tomado una decisión similar a la nuestra: Declarar que Yehováh sería su Señor y su Elohim (Dios), y que por tanto seguiría sin vacilación alguna los mandamientos y demás instrucciones dadas por Él. Como bien lo sabemos, el pueblo de Yisrael no cumplió.  ¿Por qué no pudo hacerlo? ¿Nos sucede lo mismo a los seguidores de Yeshúa?

La verdadera razón del fracaso

A la apostasía no se llega de golpe. Es un proceso lento y sutil por el que somos arrastrados, haciendo uso de nuestro razonamiento para justificar la desobediencia. Por supuesto que la teología cristiana tradicional que nos han enseñado, es una gran aliada en este proceso cuando nos dice: “Jesús, abolió la Ley”; “obedecer los mandamientos es legalismo”; “el Antiguo Testamento no está vigente” etc. Mentiras todas, tan bien articuladas que las aceptamos sin reparo, porque estamos convencidos de que los teólogos son los que saben y además nos da pereza investigar.

Así, nuestros ojos son cegados poco a poco al igual que nuestros oídos son ensordecidos. Mientras tanto jugamos a la religión yendo a la iglesia sin falta, sirviendo en ella incluso frenéticamente, diezmando y quizás hasta evangelizando! Tanto que no nos queda tiempo para escudriñar la Palabra y cuestionar lo que no está de acuerdo con ella.

El “activismo ministerial” nos permite llevar una vida de tolerancia al pecado y de conveniencia social para no parecer fanáticos legalistas; porque la otra mentira que se nos enseñó es que: obedecer los Mandamientos es renunciar a la obra salvadora del Mesías! Habrase visto…! Corrijamos de una vez por todas esa falsedad y el engaño de esa mentira observando lo que Moshé le dice a Yisrael:

 …hasta el día de hoy Yehováh no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Deuteronomio 29:4

El verso pareciera hacer responsable a Yehováh de la dureza de corazón de nuestros padres israelitas, mas no es así. El pueblo había tenido suficientes evidencias (vs: 5-7) para concluir cuál es el carácter de su Elohim Protector y Benefactor; pero a causa de su estilo de vida pagano y alejado de Él, tan arraigado, habían blindado su corazón, siendo insensibles de manera que no podían ni entender, Quién actuaba a su favor, ni ver la mano poderosa de Elohim día tras día y mucho menos oír su voz dirigiendo sus vidas.

Pero lo que realmente hace Moshé es motivarles a buscar esa revelación de Yehováh para ellos. Y es lo mismo que puede suceder en nuestras vidas: Las circunstancias pueden parecernos bajo control, la vida desarrollarse de forma plácida y tranquila; o por lo contrario puede parecer fuera de control, llena de altibajos, de pruebas desgarradoras y difíciles; pero si no buscamos diligentemente a Yehováh por medio de Yeshúa para que nos de un corazón entendido, ojos para ver y oídos para oír, estaremos siempre considerándonos víctimas de nuestro entorno, o de las personas que nos rodean, perdiendo así de vista el propósito que nuestro Padre Eterno tiene con nosotros.

A esto hace alusión Yeshúa cuando expresa:

Porque a todo el que tiene le será dado y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.  Mateo 25:29 

A una persona que se acerca a la Palabra buscando obedecer, más le será mostrado; el Ruaj (Espíritu) de Yehováh le dará más. Pero aquél que teniendo la oportunidad de crecer se limita por lo que ya conoce debido a la comodidad de permanecer en sus deleites, vicios y pecados ocultos, aún la poca luz que tiene le será quitada!

Un claro ejemplo de esto es el de Faraón en el tiempo del Éxodo: Ante los prodigios y señales evidentes, razonó y no aceptó el poder manifiesto de Yehováh; como resultado, su corazón se endureció; en otras palabras la luz que fluía de esas señales, en vez de iluminarlo más, lo cegó sumiéndolo en una profunda oscuridad, hasta llevarlo a la destrucción de su pueblo, de su ejército y de sí mismo en el mar.

Así mismo, quienes nos acercamos deseosos de conocer más, de mejorar nuestra obediencia, nuestro carácter, de agradar a nuestro Padre, recibimos como respuesta Suya más entendimiento, más luz, más discernimiento, y estas cosas son las que contarán en estos tiempos finales.

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¿Deben los Creyentes participar en la Política?

¿Deben los creyentes involucrarse en la política? ¿Existe algún pasaje que nos prohíba involucrarnos en política? ¿Qué personajes bíblicos estuvieron relacionados en la política y que lección de vida aprendemos de ellos?

Uno de los primeros hombres en la Biblia que vemos relacionado con políticos es sin duda alguna Abraham. Por alguna razón, desde pequeño tuve la impresión de que Abraham era un simple pastor de ovejas, que había salido de su tierra natal y que iba en busca de una promesa. Sin embargo, a medida que leemos el texto bíblico, nos damos cuenta de que Abraham fue un hombre de influencia que tuvo relación con altos jerarcas políticos, tales como algunos reyes de su época: Faraón (Gen 12), el rey de Sodoma (Gen 14), y Abimelec (Gen 20). Abraham tuvo incluso que orar por Abimelec, el rey de Gerar, para que no muriera él y su casa y fueran también fértiles:

“Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos” Génesis 20:17.

Yosef (José) es otro personaje bíblico que se vio involucrado en política hasta llegar a ser segundo después de Faraón.

“Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a Yosef: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto” Génesis 41:40-41.

Yehováh usa a José para bendecir a Egipto en medio de la hambruna. Esto permite que tanto Jacob como sus hijos sean prosperados y librados de la muerte.

“Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como Yosef había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan” Génesis 40:54.

El siguiente ejemplo lo encontramos en la vida de Moisés. Después de haber sido recogido de las aguas, Moisés crece como protegido de la hija de Faraón.

“Y cuando el niño Moshé creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moshé, diciendo: Porque de las aguas lo saqué” Éxodo 2:10.

Esa formación de la “realeza” eventualmente la utiliza Yehováh para negociar con Faraón y liberar así al pueblo de Israel de esclavitud.

Otro caso que me gustaría destacar es el del profeta Daniel. Daniel fue llevado cautivo a Babilonia y llega a ser tercero después del rey.

“Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino” Daniel 5:29.

Después de haber mencionado unos cuantos casos acerca de hombres que estuvieron relacionados con la política, veamos dos aspectos que los caracterizaban y los convertían en los mejores candidatos al puesto político:

Los 4 fueron ordenados por Dios:

  1. Avraham“…porque Abraham es profeta, y orará por ti (Abimelec), y vivirás” Génesis 20:7.
  2. Yosef –“… y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú” Génesis 41:38-39.
  3. Moshé – “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” Éxodo 3:10.
  4. Daniel – “El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio” Daniel 2:47.

Los 4 temían a Yehováh:

  1. Avraham – “ por cuanto oyó Avraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” Génesis 26:5.
  2. Yosef – “Respondió Yosef a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón” Génesis 40:16.
  3. Moshé – “Y aquel varón Moshé era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” Éxodo 3:10.
  4. Daniel – “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía… Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad…” Daniel 1:8-9

No hay un pasaje en las Escrituras que nos prohíba participar de la política, sin embargo, ninguno de estos personajes mencionados se postuló para ser político, sino que todos fueron llamados por el Altísimo, y Él mismo se encargó de ponerlos en puestos de eminencia. ¿Cuál era el común denominador de ellos? ¡Temían a Yehováh con todo su corazón! ¡Shalom!

 
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¿Quién era y qué enseñó el Apóstol Shaúl (Pablo)?

¿Cuál era el contexto cultural de Pablo? ¿De dónde viene? ¿Quién era? ¿A qué escuela pertenecía? ¿Qué pensaba y enseñaba antes de que Yeshúa se le revelara? ¿Se convirtió Pablo o creo una religión después de su encuentro con Yeshúa?

Las preguntas anteriores nos ayudarán a entender muchos de los pasajes que leemos en las Escrituras del Nuevo Testamento, en especial cuando Pablo se dirige de una manera particular a ciertas audiencias. Sabemos que Pablo provenía de un contexto muy diferente al que mostró Yeshúa (Jesús), quien estuvo desarrollando principalmente su ministerio en algunas áreas específicas de Judea, Galilea y Samaria en general, enfocándose principalmente en las ovejas perdidas de la Casa de Israel según los registros bíblicos, a diferencia de Shaul (Pablo).

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