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La sutil trampa de la Apostasía

El “activismo ministerial” nos permite llevar una vida de tolerancia al pecado y de conveniencia social para no parecer fanáticos legalistas…

Quienes afirmamos ser seguidores de Yeshúa, en algún momento hicimos una decisión libre y voluntaria. Nadie nos la impuso. Pero tal decisión, también llevaba implícito un compromiso de seguir Sus caminos, es decir de obedecer sus instrucciones. Esto es lo que significa “someter nuestras vidas a Él como Señor”. Por tal razón, Yeshúa pregunta:

 ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?
Lucas 6.46
 

Comparemos este verso con Deuteronomio 26:17:

(Israel), hoy has declarado solemnemente que Yehováh es tu Elohim, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos para obedecer su voz.

Israel, había tomado una decisión similar a la nuestra: Declarar que Yehováh sería su Señor y su Elohim (Dios), y que por tanto seguiría sin vacilación alguna los mandamientos y demás instrucciones dadas por Él. Como bien lo sabemos, el pueblo de Israel no cumplió. ¿Por qué no pudo hacerlo? ¿Nos sigue sucediendo lo mismo que a nuestros ancestros?

La sutilidad de la apostasía

A la apostasía no se llega de golpe. Es un proceso lento y sutil por el que somos arrastrados, haciendo uso de nuestro razonamiento para justificar la desobediencia. Por supuesto que la teología cristiana tradicional que nos han enseñado, es una gran aliada en este proceso cuando nos dice: “Jesús, abolió la Ley”; “obedecer los mandamientos es legalismo”; “el Antiguo Testamento no está vigente”, etc. Mentiras todas, tan bien articuladas que las aceptamos sin reparo, porque estamos convencidos de que los teólogos son los que saben y por otro lado nos da pereza investigar.

Así, nuestros ojos son cegados poco a poco al igual que nuestros oídos son ensordecidos tal como advirtió Yeshúa:

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. Mateo 13:13

Mientras tanto jugamos a la religión yendo a la iglesia sin falta, sirviendo en ella incluso frenéticamente, diezmando y quizás hasta evangelizando! Tanto que no nos queda tiempo para escudriñar la Palabra y cuestionar lo que no está de acuerdo con ella.

El “activismo ministerial” nos permite llevar una vida de tolerancia al pecado y de conveniencia social para no parecer fanáticos legalistas; porque la otra mentira que se nos enseñó es que: obedecer los Mandamientos es renunciar a la obra salvadora del Mesías!  ¡Habrase visto…! Corrijamos de una vez por todas esa falsedad y el engaño de esa mentira observando lo que Moshé le dice a Yisrael:

 …hasta el día de hoy Yehováh no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Deuteronomio 29:4

El verso pareciera hacer responsable a Yehováh de la dureza de corazón de nuestros padres israelitas, mas no es así. El pueblo había tenido suficientes evidencias (vs: 5-7) para concluir cuál es el carácter de su Elohim Protector y Benefactor; pero a causa de su estilo de vida pagano y alejado de Él, tan arraigado, habían blindado su corazón, siendo insensibles de manera que no podían ni entender que Yehováh actuaba a su favor, ni podían ver su mano poderosa día tras día y mucho menos oír su voz dirigiendo sus vidas.

El camino de la apostasía es nublado y facilita la confusión

Pero lo que realmente hace Moshé es motivarles a buscar esa revelación de Yehováh para ellos. Y es lo mismo que puede suceder en nuestras vidas: Las circunstancias pueden parecernos bajo control, la vida puede parecer que se desarrolla de forma plácida y tranquila; o por lo contrario, puede parecer fuera de control, llena de altibajos, de pruebas desgarradoras y difíciles; pero si no buscamos diligentemente a Yehováh por medio de Yeshúa para que nos de un corazón entendido, ojos para ver y oídos para oír, estaremos siempre considerándonos víctimas de nuestro entorno, o de las personas que nos rodean, perdiendo así de vista el propósito que nuestro Padre Eterno tiene con nosotros.

A esto hace alusión Yeshúa cuando expresa:

Porque a todo el que tiene le será dado y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.  Mateo 25:29 

A una persona que se acerca a la Palabra buscando obedecer, más le será mostrado; el Ruaj (Espíritu) de Yehováh le dará más. Pero aquél que teniendo la oportunidad de crecer se limita por lo que ya conoce debido a la comodidad de permanecer en sus deleites, vicios y pecados ocultos, aún la poca luz que tiene le será quitada!

Un claro ejemplo de esto es el de Faraón en el tiempo del Éxodo: Ante los prodigios y señales evidentes, razonó y no aceptó el poder manifiesto de Yehováh; como resultado, su corazón se endureció; en otras palabras la luz que fluía de esas señales, en vez de iluminarlo más, lo cegó sumiéndolo en una profunda oscuridad, hasta llevarlo a la destrucción de su pueblo, de su ejército y de sí mismo en el mar.

Así mismo, quienes nos acercamos deseosos de conocer más, de mejorar nuestra obediencia y nuestro carácter agradando a nuestro Padre, recibimos como respuesta Suya más entendimiento, más luz, más discernimiento, y estas cosas son las que contarán en estos tiempos finales.


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Yom Tru’á – ¡Despiértate!

Un ruido. Un estruendo ¡A poner atención! Se anuncia la llegada del Rey. 

Estas son algunas de las ideas que nos pueden venir a la mente cuando pensamos en Yom Tru’á. La llegada del séptimo mes trae consigo el final de un ciclo. La tierra dio su fruto y se prepara ahora para recibir las lluvias de estación que llegarán generalmente para sucot. El sol se aleja del hemisferio norte hacia el hemisferio sur, marcando el equinoccio otoñal. 

Este tiempo era considerado por el Israel antiguo y preservado en el judaísmo moderno como un tiempo de juicio. De hecho otro nombre tradicional para yom tru’á es yom haDin; el día del juicio. No es por casualidad que, también tradicionalmente, se le haya asignado la constelación de Libra a este mes, que es la balanza. En donde Dios pesa las acciones de los hombres. A partir de yom tru’a, de hecho, comienza un período bastante solemne de diez días, hasta yom kipur.

Una de las únicas cosas en las que todos concuerdan que se hace en este día es hacer sonar el shofar. El significado detrás de esto es que es un anuncio. Una alerta. Un llamado a despertarse.

¿De dónde viene y qué significa el término hebreoYom tru’á?

El término Yom tru’á aparece sólo una vez en las escrituras, en Números 29:1:

En el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis; os será día de sonar las trompetas (Yom tru’á).

La otra ocasión en la que se nos ordena observar este día, se halla en Levítico 23:24:

Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas (zijrón tru’á), y una santa convocación.

La palabra tru’á es traducida como “trompeta” en ambas ocasiones a pesar de que este no es el significado correcto de la palabra. De hecho, existe una palabra en hebreo para trompeta; jatzotzrá (Num 10:2, 31:6).

La palabra tru’á, no es el instrumento que se utiliza para hacer un sonido, sino el sonido mismo. Y este sonido no tiene que ser necesariamente el de una trompeta (aunque también lo puede ser), pero haciendo un estudio de la palabra en las Escrituras podemos encontrar por ejemplo, el término tru’á en las siguientes instancias (entre muchas más):

  • La alarma que se anunciaba con trompetas cuando había peligro inminente (Num 10:9).
  • El grito que lanzó todo el pueblo luego de rodear Yericó, cuando cayeron las murallas (Jos 6:5).
  • Los gritos de alegría en tiempos del rey David, cuando entraron con el arca (2Sa 6:15).

Como vemos, el término tru’á no está limitado a un uso positivo ni negativo en especial, pero deberemos meditar y considerar la palabra en el amplio contexto de las Escrituras, para tener una mejor idea del significado profético de este tiempo señalado del Creador. 

Si te interesa profundizar más sobre este tiempo señalado del Creador, te invitamos a descargar el estudio en PDF de 13 páginas, Yom Tru’á – La Última Trompeta, para estudiarlo con tu familia o grupo de estudio!

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La Migración desde Tiempos Bíblicos

Cortesía del Club de Patrocinadores

Adán fue el primer hombre al que le tocó experimentar la migración cuando tuvo que salir del huerto.

¿Sabía usted que la cantidad de personas migrantes alrededor del mundo llegó a 281 millones en 2020 (según los cálculos de las Naciones Unidas), siendo los Estados Unidos el principal destino?

El concepto de migración y de ser extranjero en tierras lejanas es algo que no pasa de moda, al punto que el pueblo de Israel no es ajeno al mismo, tal como lo describen las Escrituras.

Existen diferentes casos de migración mencionados en la Biblia empezando desde el jardín del Edén. Se podría decir que Adán fue el primer hombre al que le tocó experimentar la migración cuando tuvo que salir del huerto después de haber desobedecido el mandato de no comer del árbol del bien y del mal (Gen 3:22-24).

Otro ejemplo que miramos en las Escrituras es el caso de Abraham, quien vivía en la tierra de Ur de los caldeos. De acuerdo al libro del Justo (Yasher), Taré, su padre, era un hombre idólatra que se dedicaba a la fabricación de ídolos. Sin embargo, Abraham tenía un corazón diferente, él era un hombre recto delante del Todopoderoso. Por esta razón, Yehováh le dijo que saliera de su tierra, y le prometió que lo llevaría a una tierra lejana, donde lo bendeciría y haría de él una gran nación (Gen 12:1-3). De ahí que el pueblo de Israel hace memoria de él en sus oraciones diciendo “mi padre fue un arameo errante” (Dt 26:5).

El nieto de Abraham, Jacob, sufrió un destino similar al de su abuelo. Por un tema de sobrevivencia, tuvo que huir primeramente a la casa de su tío Labán escapando de su hermano Esaú para que no lo matara (Gen 27:41). Ahí inició su familia con Lea y Raquel y sus hijos. Luego, tuvo que huir de su suegro Labán para regresar a la tierra de sus padres, y eventualmente tuvo que migrar hacia Egipto para sobrevivir la hambruna que aconteció en la tierra de Canaán.

Jacob muere, pero a su descendencia le toca vivir como inmigrantes y sufrir como esclavos en tierra de Egipto, cumpliendo así la profecía dada a Abraham por Yehováh, la cual decía que su descendencia “moraría en tierra ajena y allí sería esclava”. (Gen 15:13).

Qué mejor ejemplo que el caso de los hijos de Israel que vivieron como inmigrantes en servidumbre por cientos de años en la tierra de Egipto, sirviendo a Faraón y a los egipcios, como ciudadanos de tercera categoría, soportando todo tipo de abusos y humillaciones. Podríamos pensar incluso que Yehováh se había olvidado de ellos y del pacto que había hecho con sus padres Abraham, Isaac y Jacob, de que serían una nación bendita y que heredarían una tierra donde fluía leche y miel.

Sin embargo, al leer la Torá encontramos una enseñanza muy enriquecedora, donde Yehováh permite que sucedan todas estas cosas porque hay un propósito mayor. Israel experimentó en carne propia lo que fue vivir en una tierra extranjera en condición de inmigrante. Por esta razón, Yehováh le da una serie de ordenanzas a Israel trayéndole a memoria su condición como extranjero.

“Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto
Éxodo 23:9.

“Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto
Levítico 19:34.

“Morará contigo (el extranjero), en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere; no le oprimirás
Deuteronomio 23:16.

De la misma manera que ocurre con los huérfanos y las viudas, los inmigrantes son parte de esa población de la que Yehováh ordena a su pueblo Israel, que tenga un trato especial, digno, respetuoso y de cuidado.

¡Shalom! 


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Las Fiestas de Yehováh para el Otoño

Cortesía del Club de Patrocinadores

Cuando comienzas a practicar estas celebraciones, recibes una luz mayor para comprender las Escrituras y puedes así mismo descubrir con más claridad el rol que nuestro Padre espera que tú juegues en estos tiempos finales.

Este época del año, es una de las más relevantes, por cuanto estamos en los días previos a los Moedim (tiempos señalados) para el otoño, entregados por Yehováh, para que Su pueblo se acerque a Él. Por esta razón te recomiendo leer atenta y repetidamente el capítulo 23 del libro de Levítico, orando que Yehováh te dé entendimiento al respecto.

Cuando comienzas a practicar estas celebraciones, recibes una luz mayor para comprender las Escrituras y puedes así mismo descubrir con más claridad el rol que nuestro Padre espera que tú juegues en estos tiempos finales. He aquí las Fiestas mencionadas en éste capítulo:

A. El Sábado ó SHABBATH

B.  LAS CELEBRACIONES DE PRIMAVERA

1. Pascua – Pesaj
2. Panes sin Levadura – Jag HaMatzot 
3. Primeros Frutos – Bikkurim
4. Pentecostés ó Semanas – Shavuot

C. LAS CELEBRACIONES DE OTOÑO

 5. Trompetas – Yom Zikaron Teru’ah
 6. Día de la Expiación – Yom Kippur
 7. Tabernáculos ó Enramadas- Sukot

En particular las Celebraciones de Otoño son un balance entre ayuno y reuniones con comidas. Por ejemplo, Yom Kippur es un día de ayuno total, mientras que Sukot, cinco días después es una Fiesta de regocijo por la cosecha, cuya celebración se lleva a cabo con comida abundante.

La palabra hebrea para festival es JAG, que tiene la misma raíz que JUG, cuyo significado es círculo. Esto nos recuerda no sólo los Festivales que se repiten cada año, sino la naturaleza cíclica de la vida misma. En otras palabras no solo los MOEDIM (tiempos designados por Yehováh) se repiten una y otra vez sino también las situaciones de dolor y alegría de la vida; casos en que pasamos de etapas de oscuridad a la luz, u otros en los que vamos de la tragedia a la felicidad. Todas ellas bajo el control absoluto de nuestro Padre quien las utiliza para llevar a cabo su plan perfecto por medio de nosotros.

Cada una de estas celebraciones representa un “ensayo” que la nación de Yisrael debería realizar cada año a manera de preparación para la llegada del Mesías. Así todas las Celebraciones de Primavera (las cinco primeras), dejaron de ser ensayo y fueron “puestas en escena” cuando llegó Yeshúa quien cumplió con exactitud asombrosa todos los detalles de tales ensayos.

Las tres últimas Fiestas, conocidas como las Celebraciones de Otoño apuntan a la Segunda Venida del Mesías. Por esto, cuando  las observamos o practicamos, estamos “ensayando” lo que sucederá cuando Yeshúa regrese.

Siempre se puede mejorar

Lamentablemente, la iglesia ha desechado estas celebraciones debido a una teología torcida y antisemítica desarrollada y enseñada por generaciones. Sin embargo el plan perfecto de Yehováh apunta a que tanto los judíos como el resto de Yisrael (parte del cual se halla dentro de la iglesia sin ser consciente de su identidad), volverán a ser una sola nación que obedece la Toráh y que practica sus Festivales por la eternidad.

Yehováh es muy claro en establecer que quienes nos consideramos Su pueblo, debemos practicar estas celebraciones, porque ellas constituyen una prueba de que lo reconocemos a Él como nuestro Dios-Creador y Padre, y a la vez de que Él nos reconoce como sus hijos.

¿Y tú, qué harás al respecto? 

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Av y Ben – El misterio del Padre y el Hijo

Cuando ponemos las palabras av (padre) y ben (hijo) juntas, sucede algo maravilloso en la lengua hebrea…

A pesar de que Yeshúa conocía el nombre del Padre, es interesante cómo, cuando le preguntaron sus discípulos acerca de la manera correcta de orar, él no incluyó ese nombre en esa oración:

[…] Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. […] Mt 6:9-10

Padre nuestro en hebreo, es: avinu (אַבינוּ). Sin el posesivo (‘nuestro’), tenemos la palabra padre; av (אַב). Esta palabra es utilizada tanto para un padre terrenal, como para el Padre celestial.

(Muchos reconocen la palabra Abba como ‘padre’. Abba es la forma aramea de la palabra hebrea ‘av’, Rom 8:15)

Un ejemplo de los profetas anteriores a Yeshúa, que también entendían el vínculo entre Dios y su Creación como el vínculo entre un padre y sus hijos viene de Malaquías 2:10:

¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?

אַב

Las letras hebreas que componen esta palabra son extremadamente interesantes, y es por este tipo de razones que considero la lengua hebrea como una lengua celestial.

Sabemos que la letra alef (א) es la primera letra del alfabeto hebreo. Es por eso que históricamente esta letra fue asociada con el Padre, el Creador. El número uno. “Shemá Israel”, Oye Israel, Yehováh es uno, EJAD. Esto equivale a la letra alef.

La letra bet, la segunda y última letra de la palabra av, es (no) coincidentemente, ¡la segunda letra del alfabeto hebreo! Después del uno viene el dos. El concepto del “segundo”, el “dos”, ya existe dentro del “primero”, tal como la simiente, el potencial de un hijo, existe en el padre, incluso antes de engendrar.

Para asombro de cualquier persona que aprenda esto, ¿Sabía cuál es la palabra hebrea para hijo?

בֵּן (ben)

Como les mencionaba más arriba, el número dos puede tomarse como representación del hijo, ya que es quién viene después del uno, el padre. Es por eso que la palabra ben, hijo, comienza justamente con esta misma letra. Resulta interesante que la segunda letra en: ben, es la: nun. ¿Recuerdan a Yehoshúa ben nun? (Josué). La letra nun representa una semilla, algo que tiene potencial de vida y de crear continuidad, en el sentido de descendencia.

En el antiguo Medio Oriente el engendrar un hijo (varón) era de suma importancia, ya que desde la perspectiva del padre, él era la única oportunidad para la continuidad de su nombre, de su casa, de su herencia. El linaje era extremadamente importante y es por eso que no existían los apellidos en ese entonces, sino que uno era llamado: “hijo de…”. Esta era una forma más en la que este vínculo entre padre e hijo era fortalecido.

Cuando ponemos las palabras av (padre) y ben (hijo) juntas, sucede algo maravilloso (el hebreo se lee de derecha a izquierda, por eso acomodé el español de la misma forma):

אַב+בֵּן=אֶבֶן
even=ben+av

¡La unión del padre y el hijo equivale a una piedra! La fortaleza y la permanencia de una piedra es comparable a la de la unión entre un padre y un hijo.

Con esto en mente podemos entender la pasión de Yeshúa, llamando a Yehováh su padre, considerando la fortaleza de la unión con Él como Su hijo, y enseñando a otros a tener el mismo tipo de vínculo.