La Fiesta de las Semanas, Pentecostés, Shavuot. Todos estos son nombres con los que se denomina a una de las tres Fiestas de YHVH en la
Yehováh nos llama a ser apartados (santos)
La lectura de hoy inicia con una clara demanda de Yehováh para su pueblo debido a la relación que ellos comenzaron y esperaban mantener con Él.
“Habló Yehováh a Moshé diciendo: Habla a toda la asamblea de los hijos de Israel y diles: SED SANTOS, PORQUE YO, YEHOVÁH VUESTRO ELOHIM, SOY SANTO”
Antes de seguir adelante, detente por un momento en la lectura y piensa: ¿Qué es ser santo?
Tradicionalmente hemos entendido que la santidad tiene que ver con ser impecables, es decir con mantenernos perfectos y sin cometer pecado alguno. Sin embargo las Escrituras nos enseñan otra cosa.
En hebreo la palabra kedushah (de la raíz kadosh), significa ser apartado. El término kadosh nos conecta con la esfera o la dimensión de lo sagrado; es decir, de lo que es radicalmente separado de todo lo que es pecaminoso y profano. En otras palabras, lo santo es todo lo que es alto y excelso (Isaías 57:15), es algo más allá de toda comparación y exclusivo (Isaías 40:25); por eso la santidad es un sinónimo del mismo Yehováh Elohim!
La idea de santidad (separación) implica diferenciación: la dimensión de lo que es apartado está enteramente separada de lo que es común, de lo habitual, de lo profano. Lo apartado es singular, es único, inspira respeto (o temor) y aún llega a ser terrible o espantoso, porque su presencia pone de manifiesto lo imperfecto. Como el Apartado, Yehováh es distinto, sagrado, separado como el único de Su clase; por tanto El es merecedor de la adoración y del culto porque es sin igual, sin rival y permanece como Dueño, Creador y Suprema Autoridad en relación con el mundo y sus criaturas.
Así las cosas, entonces ser apartados significa que nosotros debemos separarnos de todo lo que es mundano, banal, común o malo. En otras palabras, ser apartado significa absoluta bondad moral y perfección. Es imposible que Yehováh condone el pecado o la injusticia de cualquier clase y nivel, porque al hacerlo negaría la distinción entre lo apartado y lo profano y por tanto minaría la naturaleza de la santidad misma. Lo apartado – santo- es lo opuesto a lo profano. Es lo mismo que la naturaleza de la luz, la cual disipa las tinieblas y no da lugar a ellas. No pueden coexistir de ninguna manera ni en ninguna proporción.
El que ama su vida, la perderá
Juan 12:20-26
Semana 62
¡Qué palabras más duras les comparte Yeshúa a estos griegos gentiles que habían subido a Jerusalén a celebrar la fiesta de Panes Sin Levadura!:
“El que ama su vida, la perderá…” Juan 12:25.
¿A qué se estaba refiriendo Yeshúa cuando pronunció estas palabras? ¿Acaso no quiere Dios que tengamos una vida plena, y que la disfrutemos al máximo? ¿Qué hay de malo que podamos disfrutar de nuestra familia y del fruto del trabajo de nuestras manos? Acaso no fue esa, una de las conclusiones a las que llegó el sabio Salomón cuando dijo:
“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios”
Eclesiastés 2:24.
No hay nada de malo en que el hombre disfrute de lo que logra a través de su trabajo, pero entonces, ¿a que se refería Yeshúa?
Yeshúa estaba hablando acerca de otro principio del Reino. El problema no es disfrutar del fruto de nuestro trabajo con nuestros seres queridos; el problema es enamorarnos de lo que este mundo nos ofrece.
En el momento que nuestro corazón se desvía por el amor a las cosas terrenales, nuestra alma entra en una zona de peligro:
“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Lucas 12:34.
¿Recuerda el caso del joven rico que le preguntó a Yeshua qué tenía que hacer para heredar la vida eterna? A pesar de que ese joven guardaba todos los mandamientos desde niño, su corazón no estaba en hacer esto, sino en las muchas riquezas que poseía.
Hay una mayor recompensa y galardón para los que están dispuestos a dejarlo todo cuando llegue el momento de hacerlo:
“…y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” Juan 12:25.
Porque… ¡Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón!
Toráh y Sexxxo
La sociedad está revaluando la moralidad. A pesar de que los valores morales son absolutos porque están determinados por la Toráh, el espíritu de iniquidad (léase: de rechazo a la Toráh), está contaminando toda la Creación sabiendo que le queda muy poco tiempo.
Yehováh habló a Moshé diciendo: Habla a los hijos de Yisrael y diles: Yo soy Yehováh vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Mitsráyim en la cual morasteis, ni haréis como hacen en la tierra de Canaán adonde Yo os estoy conduciendo. No seguiréis sus costumbres. Cumpliréis mis decretos y observaréis mis estatutos para andar en ellos. Yo soy Yehováh vuestro Dios. Observaréis mis estatutos y mis decretos, pues el hombre que los haga, vivirá por ellos. Yo Yehováh. Levítico 18: 1-5
Acto seguido, Yehováh describe una variedad de comportamientos prohibidos en relación a la sexualidad y que por razones obvias – o de sentido común- son catalogadas como abominaciones que terminan contaminando no solo a quienes las practican sino también la tierra en la que habitan.
Es claro que el comportamiento de los hijos de Yehováh, no puede ser acorde con el de la gente en el mundo. No importa que la mayoría piense de otra manera, revalúe, redefina, apruebe, promueva, publique y celebre, comportamientos que la Toráh describe como abominaciones. Ante Yehováh, nuestro Padre siguen siendo eso: ¡abominaciones!
LA TORAH Y LA SEXUALIDAD
Algunas traducciones usan la expresión: “No descubrirás la desnudez de…” y menciona a algún pariente cercano, lo cual no simplemente se refiere a mirar a la persona desnuda, sino a deshonrar a ese familiar ya sea teniendo relaciones sexuales con esa persona o con alguien muy allegado(a) a el ó a ella. Por ejemplo:
No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre. Es pariente próxima de tu padre. Levítico 18:12
Claramente se trata de no mantener ninguna relación sexual con una tía, porque es la hermana de su padre. Algunas versiones más modernas como la Nueva Traducción Viviente, traduce el mismo verso así:
No tengas relaciones sexuales con tu tía, la hermana de tu padre, pues es una pariente cercana de tu padre. Levítico 18:12
Y de manera similar sucede con el resto del capítulo, por lo cual es recomendable leerlo en diferentes versiones.
Claramente Yehováh da mandamientos, entre otras cosas, acerca del adulterio, del bestialismo (relaciones sexuales con animales) y de la homosexualidad, esta última claramente condenada y considerada abominación:
No te acostarás con varón como si fuera mujer. Es abominación. Levítico 18:22
Ahora bien, el mandamiento es para todo aquél que se identifique con Yisrael, como es el caso de todos quienes afirman ser seguidores de Yeshúa (vs 26). Yehováh advierte que ese tipo de comportamiento trajo el juicio sobre las naciones que habitaban la tierra que los Yisraelitas estaban a punto de heredar.
No nos extrañe pues, que un juicio severo de parte del Creador se acerque a esta generación perversa que pretende cambiar la definición del matrimonio, que está dando niños huérfanos en adopción a parejas homosexuales, que promueve todo tipo de aberraciones y desviaciones sexuales como si fueran simplemente preferencias sexuales permitidas.
Los hijos de Yehováh no podemos aceptar por ningún motivo que tales comportamientos sean correctos.
En Matzot – Se nos ordena comer Panes sin Levadura
El día quince de ese mes es la Fiesta solemne de los Panes sin Levadura para Yehováh. El primer día tendréis santa convocación y no haréis ningún trabajo de servidumbre. Durante siete días haréis acercar ante Yehováh ofrenda ígnea. El séptimo día habrá una santa convocación. No haréis ningún trabajo de servidumbre.
Levítico 23:1,2,5-8
De acuerdo al pasaje anterior, Yehováh nos ordena comer pan sin levadura (matzá) durante siete días, a partir de la celebración de la Pascua. El propósito no es simplemente hacer una dieta de harinas, cosa muy saludable por cierto, o evitar comer pan o harinas durante esa semana. No! La orden es que comamos panes sin levadura (matzot – plural de matzá). Su significado es mucho más profundo.
El pan sin levadura es llamado también: pan de aflicción (Deuteronomio 16:3) porque de hecho es un pan insípido que al carecer de levadura tiende a ser más duro que el normal. El propósito al tener que comerlo durante siete días, es que no olvidemos la condición dura e insípida de nuestras vidas cuando aún no habíamos conocido a Yeshúa.
¿Por qué panes sin levadura? La levadura no es estática. Tan pronto se adiciona a la harina, empieza su efecto fermentador. Este no sucede de forma repentina; pero cuando se lleva a cabo el proceso, es total e irreversible; es un proceso lento y progresivo que finalmente afecta la totalidad de la masa, inflándola y haciéndola aparecer de mayor tamaño.
Por esas cualidades, la levadura es una figura del pecado que mora en nosotros. Este tampoco es estático. Cuando lo toleramos en nuestra vida, comienza su efecto degradando (fermentando) nuestros valores, principios, metas, relaciones y demás. De la misma forma que la levadura infla la masa, el pecado inflama nuestros egos; nos da una apariencia que no corresponde con la realidad y lo peor de todo es que nosotros mismos somos engañados con esa mentira; de ahí la advertencia que nos hace Shaúl (Pablo):
Ordeno pues, por la gracia que me fue dada, a cada cual que está entre vosotros, que no piense más altamente de lo que debe pensar, sino que piense con sobriedad, según la medida de fe que Dios dio a cada uno. Romanos 12:3
Preparémonos para tener esta experiencia sin perder de vista su propósito; y no caigamos en la trampa de consumir pan sin levadura “mejorado” con cubiertas de chocolate u otras cosas, no porque este prohibido hacerlo, sino porque al hacerlo opacaríamos la razón de la celebración; recuerda que es pan de aflicción, para que no olvidemos cómo eran nuestras vidas.