Por que los Rabinos odian

¿Por qué odian los Rabinos Judíos el Evangelio?

Estudio basado en el programa de Un Rudo Despertar Radio: ¿Por qué odian los Rabinos Judíos el Evangelio? el cual puede escuchar haciendo click aquí.

El conflicto continuo entre Yeshúa y los líderes religiosos de su época está relacionado con el mandamiento fundamental en la Torá, que se repite en el quinto Evangelio, el libro de Apocalipsis, en el cual Moisés dijo: No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Yehováh vuestro Dios que yo os ordeno. Deuteronomio 4:2

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Hanukia 2

¿Qué hacía Yeshúa en La Fiesta de las Luces?

¿Acaso tiene algún sentido celebrar la Fiesta de las Luces – Janucá? ¿Por qué Yeshúa fue a Jerusalén con motivo de esta Fiesta? ¿Puede tener un significado para nosotros?

Si bien por la tradición apreciamos ésta época debido a las reuniones familiares y a los recuerdos de nuestra niñez, es conveniente revisar si estamos haciendo lo correcto de acuerdo a lo establecido por Yehováh nuestro Padre, porque una buena intención no es suficiente, si es que estamos actuando erróneamente.

Origen del Festival

Corría el año 164 AdC, y reinaba Antíoco Epífanes, sucesor de Alejandro Magno, quien había heredado la porción del Imperio Griego, conocida como Seleúcida y que incluía a Israel. Este Antíoco con delirios de divinidad, se proclamó a sí mismo dios y entró en la Casa de Yehováh en Yerushalayim, profanándola y contaminándola al colocar una imagen de Zeus y sacrificar un cerdo en el altar.

La valiente reacción de los Macabeos, una familia sacerdotal, condujo a Israel a enfrentar los ejércitos griegos en varias ocasiones; y sin duda alguna, los venció gracias a la intervención de Yehováh. Después de muchas batallas y una vez recuperada la Casa de Yehováh, los sacerdotes procedieron a su purificación efectuando los rituales prescritos por la Toráh.

La Leyenda de origen rabínico

En obediencia a la Toráh, debería encenderse la Menoráh (candelabro de siete brazos) que se hallaba en el Lugar Santo (Kadosh) y que Antíoco había ordenado apagar. Pero según la tradición, surgió un problema: Solo había aceite disponible para un día. ¿Cómo entonces, obedecerían el mandamiento de mantenerla encendida perpetuamente, si la preparación del aceite tardaría siete días según las instrucciones prescritas por la Toráh? El historiador Josefo narra en sus escritos, que sucedió un milagro: “el recipiente del que vertían el aceite a la lámpara, no se vació durante el tiempo (siete días) requerido para prepararlo.” Sin embargo vale la pena reclacar que esta narración no se encuentra en ningúno de los libros históricos de Israel.

A partir de entonces se celebra la Fiesta de la Dedicación o Janucá (del Templo), mencionada por Yohanán (Juan) en su evangelio porque Yeshúa estaba en Jerusalén con ocasión de tal celebración. Vale la pena aclarar, que ésta no forma parte de las Fiestas ordenadas por Yehováh en Levítico 23.

No dejes de ver el tema: ¿Qué significa Jánuca para nosotros?

¿Es Jánuca lo mismo que Navidad?

¡No!  Aunque las fechas coinciden algunas veces debido a la variación del calendario lunar, Janucá es una celebración que se originó 164 años antes del nacimiento de Yeshúa, mientras que la navidad se origina ¡en el año 320 después de Yeshúa! Siendo esta última una tradición de claro origen pagano, asociada con el nacimiento del dios Sol, el cual recibe variados nombres según la cultura: Ra, Grian, Helios, Inti, Apolo, Hiruko, Utur, Osiris, etc. Es decir, nada tiene que ver una celebración con la otra.

Cómo celebrar Jánuca

Esta Fiesta constituye una gran oportunidad para enseñar a los niños variadas verdades espirituales.

Las ocho velas pueden ser usadas para enseñar ó reflexionar con nuestra familia acerca de la Luz que Yehováh ha traído al mundo desde el principio: La Creación, Adán, los Mandamientos, los profetas, Yeshúa, el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo), los discípulos y nosotros mismos. Así en la medida que vamos añadiendo una vela cada día, vamos recordando cómo nuestro Padre siempre ha enviado luz en medio de las tinieblas.

También podemos orar cada noche en gratitud por esa luz, decorar la casa con luces y dar rienda suelta la imaginación para comunicar a nuestros niños verdades eternas, obviamente evitando las tradiciones que son de origen pagano y que contaminan la celebración.

Celebrar Janucá es una manera de honrar la memoria de aquellos valientes, y ancestros nuestros, que dieron sus vidas para hacer posible que hoy tengamos la Toráh en nuestras manos. Para un completo entendimiento de esta historia, te recomiendo leer el libros 1 Macabeos.

SI BIEN por la tradición apreciamos ésta época debido a las reuniones familiares y a los recuerdos de nuestra niñez, es conveniente revisar si estamos haciendo lo correcto de acuerdo a lo establecido por Yehováh nuestro Padre, porque una buena intención no es suficiente, si es que estamos actuando erróneamente.

Origen del Festival

Corría el año 164 AdC, y reinaba Antíoco Epífanes, sucesor de Alejandro Magno, quien había heredado la porción del Imperio Griego, conocida como Seleúcida y que incluía a Israel. Este Antíoco con delirios de divinidad, se proclamó a sí mismo dios y entró en la Casa de Yehováh en Yerushalayim, profanándola y contaminándola al colocar una imagen de Zeus y sacrificar un cerdo en el altar.

La valiente reacción de los Macabeos, una familia sacerdotal, condujo a Israel a enfrentar los ejércitos griegos en varias ocasiones; y sin duda alguna, los venció gracias a la intervención de Yehováh. Después de muchas batallas y una vez recuperada la Casa de Yehováh, los sacerdotes procedieron a su purificación efectuando los rituales prescritos por la Toráh.

La leyenda

En obediencia a la Toráh, debería encenderse la Menoráh (candelabro de siete brazos) que se hallaba en el Lugar Kadosh (Santo) y que Antíoco había ordenado apagar. Pero surgió un problema: Solo había aceite disponible para un día. ¿Cómo entonces, obedecerían el mandamiento de mantenerla encendida perpetuamente, si la preparación del aceite tardaría siete días según las instrucciones prescritas por la Toráh? El historiador Josefo narra en sus escritos, que sucedió un milagro: “el recipiente del que vertían el aceite a la lámpara, no se vació durante el tiempo (siete días) requerido para prepararlo.”

A partir de entonces se celebra la Fiesta de la Dedicación (del Templo), que es mencionada por Yohanán (Juan) en su evangelio.  Vale la pena aclarar, que ésta no es una de las Fiestas ordenadas por Yehováh, por cuanto se originó pocos años antes de la venida de Yeshúa, mientras que  las otras fueron ordenadas desde el tiempo del Exodo (Levítico 23).

No dejes de ver el tema: ¿Qué significa Jánuca para nosotros?

¿Es Jánuca lo mismo que Navidad?

¡No!  Aunque las fechas coinciden algunas veces debido a la variación del calendario lunar, Jánuca es una celebración que se originó 164 años antes del nacimiento de Yeshúa, mientras que la navidad se origina ¡en el año 320 después de Yeshúa! Siendo esta última una tradición de claro origen pagano, asociada con el nacimiento del dios Sol, el cual recibe variados nombres según la cultura: Ra, Grian, Helios, Inti, Apolo, Hiruko, Utur, Osiris, etc. Es decir, nada tiene que ver una celebración con la otra.

Cómo celebrar Jánuca

Esta Fiesta constituye una gran oportunidad para enseñar a los niños variadas verdades espirituales.

Las ocho velas pueden ser usadas para enseñar ó reflexionar con nuestra familia acerca de la Luz que desde el principio, Yehováh ha traído al mundo: La Creación, Adán, los Mandamientos, los profetas, Yeshúa, el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo), los discípulos y nosotros mismos. Así en la medida que vamos añadiendo una vela vamos recordando cómo nuestro Padre siempre ha enviado luz en medio de las tinieblas.

Podemos orar cada noche en gratitud por esa luz, decorar la casa con luces y dar rienda suelta la imaginación para comunicar a nuestros niños verdades eternas, obviamente evitando las tradiciones que son de origen pagano y que contaminan esta celebración.

Celebrar Jánuca es una manera de honrar la memoria de aquellos valientes, y ancestros nuestros, que dieron sus vidas para hacer posible que hoy tengamos la Toráh en nuestras manos. Para un completo entendimiento de esta historia, te recomiendo leer el libros 1 Macabeos.

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Yehudí (יְהוּדי) -El significado de ser judío

Primero que nada me es necesario aclarar que estoy escribiendo este artículo como judío de nacimiento, además de por elección. Con el correr de los años mi entendimiento, y por consiguiente, mi definición acerca de lo que significa ser judío se ha expandido de manera significativa.

De acuerdo a la definición rabínica moderna, un judío es aquel que nació de vientre judío (es decir, que su madre es judía, independientemente de la religión del padre). También es judío aquel que se convierte a la religión judía.

Pero el término podría analizarse también desde otra perspectiva. Ahondemos en las Escrituras, ya que el término Yehudí (judío), tiene connotaciones más abarcativas y significados más profundos de los que normalmente le atribuimos. De cierta manera, se podría comparar en ciertos aspectos con el término Ivrí , o el nombre Israel (vea los artículos sobre estas palabras haciendo click en ellas) .

Hace dos mil años, un yehudí era todo aquel que vivía en el area de Yehudáh, además de practicar la religión judía. A esa área se la llamó Yehudá porque solía ser originalmente, cuando la tierra se dividió en los tiempos de Josué, la tierra correspondiente a la tribu de Yehudá, o Judá. Los límites de esta tierra se expandieron en los tiempos posteriores a Salomón, cuando existían dos áreas principales en Israel; el Reino de Judá (al sur) y el Reino de Israel (en las tierras de Samaria y Galilea, al norte).

Si nos regresamos a la persona en la que se origina este nombre, debemos remontarnos hasta los tiempos de Ya’akov, nuestro patriarca. Su cuarto hijo fue llamado Yehudá por su mamá, Lea, cuando dijo “esta vez alabaré (‘odé’, de la misma raíz que Yehudá) a Yehováh” (Génesis 29:35).

Otro versículo que nos ayudará con el contexto de lo que estamos examinando hoy, viene de otro yehudí, Shaul (Pablo), quien da su opinión al final del segundo capítulo de la epístola a los romanos:

Pues no se es un verdadero judío solo por haber nacido de padres judíos ni por haber pasado por la ceremonia de la circuncisión. No, un verdadero judío es aquel que tiene el corazón recto a los ojos de Dios. La verdadera circuncisión no consiste meramente en obedecer la letra de la ley, sino que es un cambio en el corazón, producido por el Espíritu. Y una persona con un corazón transformado busca la aprobación de Dios, no la de la gente”.

Pablo era un fariseo, y este pasaje debe entenderse en contexto. No hay duda de que él creía, tal como la religión judía de su tiempo, que  si un niño nacía de padres judíos era judío. Pero el está implicando aquí un significado más profundo a lo que quiere decir ser un yehudí. El nacer de determinados padres no determina la manera en que actuaremos en este mundo. Pablo está utilizando el término de yehudí para aquellos que “se lo ganan”, por así decirlo.

En este contexto, Yehudí sería “aquel que alaba a Dios con sus obras” (interpretación libre de Tzvi).

Por eso, sí, un yehudí es aquel que nació de padres judíos, como yo o Pablo; y también un yehudí es aquel que se convierte a la religión judía. Pero por sobre todas las cosas, un yehudí es quien actúa de manera recta y justa, con un corazón transformado para agradar al Creador.

Los hechos de los apos

Los Hechos de los Apóstoles

Después de la ascensión de Yeshúa, los apóstoles continúan con la misión de llevar a cabo las buenas nuevas del Reino, que el Maestro les había encomendado, sin embargo, surgen ciertos aspectos que han servido para discutir si los nuevos creyentes deben o no guardar los mandamientos prescritos en la Torá. Estos y otros detalles son analizados en este programa…

En esta ocasión, se investigará el libro de los hechos de los apóstoles, judíos, mesiánicos, el cual, es sumamente fascinante y nos permite observar cómo fue la vida de los discípulos y de los apóstoles después de la muerte y resurrección de nuestro Señor (Adon) Yeshúa el Mesías. Su autoría se atribuye a Lucas, históricamente conocido por su profesión de médico.

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Polémicos

La Fe verdadera no se construye en la comodidad

¿Te has sentido alguna vez como un náufrago en una isla, sólo y abandonado? Seguramente sí. Y quizás te hayas cuestionado si vale la pena transitar por esta senda estrecha. Después de todo,  ¿a quién le gustan las pruebas? ¿los problemas? ¿los malentendidos? ¿la soledad?, seguramente que si nos los dieran a escoger, elegiríamos los problemas más sencillos; y si fuera posible ¡los evitaríamos del todo!

Pero la vida no es así. Cuando decidimos seguir a Yeshúa, le concedemos a Yehováh nuestra autorización para que moldee nuestro carácter como corresponde a hijos suyos, tal y como debieran ser los ciudadanos de su Reino.

La tradición hebrea, nos dice que nuestro padre Abraham, enfrentó 10 pruebas, entre las que se hallan, el abandono de su tierra, la hambruna en Canaan, el secuestro de Sara en dos ocasiones, la guerra con los cuatro reyes para rescatar a Lot, su circuncisión a tan tardía edad,  el despido de Agar e Ismael, y la “atada de Yitsjaq” para sacrificarlo.

Esta magnífica historia va en sentido opuesto a la enseñanza de gran parte del cristianismo en el presente: “¡Acepta a Jesús para que se te acaben los problemas!” 

No. Los problemas no son una opción para los seguidores de la Toráh. Todo lo contrario; tenemos que vivir en un mundo cuyos parámetros y propósitos son opuestos a los de nuestro Padre Yehováh, por lo cual no podemos esperar que las cosas del día a día sean fáciles.

El apóstol Shaúl lo expresó con claridad:

Sí; todos los que quieran vivir piadosamente en Yeshúa el Mesías, padecerán persecución. 2 Timoteo 3.12

y Yeshúa expresó algo parecido:

Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará? Lucas 23:31

Este verso hace referencia a los padecimientos que enfrentó Yeshúa a causa de su celo por la Toráh. ¿Esperamos que para nosotros, sus seguidores, sea diferente? ¿No habrá confrontación para nosotros?

Juan nos ayuda a resolver este asunto aconsejándonos quitar nuestro foco de este mundo y sus atracciones:

No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: la codicia de la carne, la codicia de los ojos, y la soberbia de la vida, no viene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
1Juan 2:15-17

En resumen: desde los tiempos de Abraham hasta los tiempos de Yeshúa, las Escrituras dan testimonio de las pruebas que debieron enfrentar los que estuvieron comprometidos con la Verdad y la Toráh de Yehováh. No esperemos pues, que para nosotros sea diferente. Busquemos un lugar de honor al lado de los héroes que dejaron una huella en la historia por su fidelidad a Yehováh y a su Palabra, es lo menos que podemos hacer.