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Juicios justos para los esclavos

Cortesía del Club de Patrocinadores

…los juicios justos de la Torá tienen se basan en un acto de libre elección humana,

“Justo eres tú, oh Yehováh, y rectos tus juicios” Salmo 119:137.

La parashá de esta semana está conectada con la de la semana anterior cuando Israel recibió las Diez Palabras, mejor conocidas como los Diez Mandamientos directamente de la voz del Altísimo (Ex 20:18,19). Ahora, Israel está por recibir leyes relacionadas con la vida de un esclavo, diversas formas de homicidio, agravios, procedimientos judiciales, temas relacionados a la agricultura y otros. Estos estatutos no son un tema independiente sino una continuación de la revelación dada en el Monte Sinaí.

Al mismo tiempo, estos Estatutos fueron dados para regir la estructura y las interacciones dentro de la convivencia del pueblo de Israel, por lo cual están relacionados con los últimos Cinco Mandamientos.

Todos estos juicios justos tienen un común denominador que lo encontramos al final del capítulo 24, donde se promulga un pacto entre Yehováh y su pueblo. Miramos que un protocolo legal toma lugar. Primeramente, se lee un documento legal (el rollo del pacto) ante el pueblo y luego se rocía la sangre del pacto sobre las dos partes del pacto: el pueblo y el altar (el cual representa a Yehováh). El pueblo manifiesta su aceptación de todo lo que Yehováh ha expresado. A continuación, Moshé sube al monte y recibe las Tablas del Pacto.

Es importante destacar que los juicios justos de la Torá, se basan en un acto de libre elección humana, tal como sucedió cuando el pueblo de Israel decidió por voluntad propia someterse a una alianza con el Creador.

Al leer los estatutos mencionados en esta parashá, podemos notar que hay unos relacionados con la vida humana y las pertenencias personales (propiedad). Incluso, pareciera que los estatutos están ordenados de mayor a menor severidad moral. Esta parashá inicia mencionando ofensas de un ser humano contra la vida o la persona de otro ser humano, y luego continúa con ofensas similares entre personas y animales, y finalmente ofensas contra la propiedad. 

Si bien se puede notar la diferencia entre la humanidad y la propiedad, el principio de las leyes de la Torá en torno a los esclavos y la esclavitud, es mantener incluso dentro del contexto de la esclavitud, la distinción básica entre las dos. En otras palabras, un hebreo no debía ser esclavizado permanentemente, sino que tenía derecho a ser liberado al cabo de seis años, aboliendo efectivamente la esclavitud (al menos con respecto a los hebreos). Además, incluso como esclavo, se le debía respetar su dignidad humana. Sus lazos familiares básicos no podían ser irrespetados, mas bien podían optar por preservar sus lazos con la unidad familiar que creó mientras estaba esclavizado. De manera similar, una sierva debía llegar a ser tratada como esposa o debía ser liberada. También, si un esclavo moría al ser golpeado por su amo, tal situación debía ser considerada como un delito capital y las lesiones físicas graves eran motivo para ser puesto en libertad.

Los estatutos mencionados al inicio de esta parashá son bastante polémicos, y ciertamente no eliminan la esclavitud, sin embargo salvaguardan dentro de este escenario complicado, la diferencia vital entre la humanidad y la propiedad.

Israel venía saliendo de un contexto de esclavitud de cientos de años, por lo que en conclusión podríamos decir que Yehováh quería enseñarle a su pueblo a manejar este tema tan delicado con sus hermanos hebreos, manteniendo un orden y principalmente la dignidad humana. En otras palabras, Israel conoció y vivió en carne propia el ser esclavo de una nación que no temía a Yehováh, pero no debía de hacer lo mismo con sus hermanos esclavos.

¡Ciertamente, juicios justos nos dio Yehováh Dios de Israel!

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El Sermón del Monte: La defensa de la Torá

Continuamos con la serie: “Siguiendo el rastro de la Torá en el Nuevo Testamento” . En esta oportunidad exploraremos las referencias directas a la Torá y a los profetas que hizo Yeshúa en este mensaje. Resulta evidente el conocimiento y el interés del Maestro en que sus seguidores entendieran de manera más clara las verdades del Reino. 

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¡Elige la vida!

De la misma manera que un buen padre instruye a su hijo o hija en cuanto a la mejor decisión a tomar, nuestro Padre Yehováh nos instruye a elegir la vida.

“…elige la vida, para que vivas…” Deuteronomio, 30:19

En este corto verso, Yehováh nuestro Padre, nos dice que ha puesto delante de nosotros la vida y la muerte. Él pone ante su pueblo dos opciones diametralmente opuestas: la vida y el bien, o la muerte y el mal.

De la misma manera que un buen padre instruye a su hijo o hija en cuanto a la mejor decisión a tomar, nuestro Padre Yehováh nos instruye a elegir la vida.

Hoy mismo llamo por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yehováh tu Dios, obedeciendo su voz y siéndole fiel. Vs. 19-20

Este versículo provee una increíble visión del propósito de la Toráh.

Yehováh nos dio las Escrituras como guía para que sepamos lo que es bueno y lo que es malo; no obstante, depende de cada uno de nosotros vivir aceptando el bien y rechazando el mal, o vivir de acuerdo con los dictados de nuestro propio corazón y la perspectiva cultural actual o cosmovisión del mundo.

Este es el concepto de libre albedrío que Yehováh ha dado a la humanidad.

La pregunta que el ángel no hace

Un antiguo comentarista de la Biblia judía, Rashi, cita una historia o midrash, en la tradición oral (en el tratado Niddah) sobre el ángel responsable de la concepción que pregunta a Dios si el niño crecerá para ser fuerte o débil, sabio o tonto, rico o pobre.

El ángel, sin embargo, nunca pregunta a Dios si el niño se convertirá en malo o en justo, ya que Dios puede determinar las circunstancias de su vida, pero la decisión de elegir el buen camino o el mal ha sido dejada al libre albedrío del hombre.

Libres para elegir la vida en medio de la adversidad

Aunque no es posible controlar todas las circunstancias que afectan nuestras vidas, podemos determinar cómo reaccionaremos a ellas.

Es más fácil ser feliz, o ser agradable cuando todo va bien; pero no hay garantía de que seremos felices o agradables en los malos tiempos… e incluso en medio de los buenos tiempos.

Del mismo modo, las circunstancias trágicas no tienen que sacudirnos de nuestra base  firme para que perdamos la fe en Yehováh y nos volvamos miserables y amargados. Incluso cuando nos hallemos bajo estrés físico y emocional extremo, podemos elegir nuestro comportamiento: amar y perdonar, o permanecer en odio y amargura.

La mayoría de nosotros nunca tendrá que soportar condiciones tan brutales, pero a cada uno de nosotros nos serán presentadas estas opciones a lo largo de nuestras vidas.

Debemos elegir entre ser o no valientes, entre ser desinteresados y fieles, o inclinarnos hacia el miedo; entre luchar por nuestro propio camino, o perder nuestra dignidad humana, especialmente durante una adversidad grave.

Nuestra moral y ética serán probadas en varias ocasiones a lo largo de nuestras vidas. No podemos alegar, como lo hicieron algunos de los nazis acusados de crímenes de guerra, que se defendieron diciendo: “No tuve elección …. Sólo estaba siguiendo órdenes.”

La verdad es que siempre tendremos la capacidad de caminar de acuerdo con los valores de la Toráh o de andar por ese camino ancho que conduce a la destrucción.

Es un asunto de cada día

No hay tal cosa como una decisión que nosotros hagamos y que permanezca inmutable indefinidamente. Somos seres volubles y nuestras emociones suben y bajan conduciendonos muchas veces a cambiar las decisiones que hemos hecho.

Por eso precisamente, debemos tomar conciencia de que la relación con nuestro padre Eterno es un asunto de día a día; y la decisión de mantenernos en Su Camino, es algo que nos compete hacer o renovar cada vez que abrimos nuestros ojos en la mañana y tomamos conciencia de que se nos ha concedido la oportunidad de seguir en este mundo. 

 

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Parashá vaYgash – José, el líder de Israel
Gén 41:1 – 44:17

Proféticamente, en su propia vida, Yosef vio el cumplimiento de aquellos presagios, pero lo que ni él, ni nadie de su generación sabía, era que él se convertiría en un arquetipo profético, sobre el cual se declararían exilios y retornos a la Tierra Prometida cientos de años más tarde. Yosef se convirtió en líder de Egipto durante su propia vida, pero continuaría siendo líder de su pueblo hasta el final de los días.