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Parashá Ki Tavo – Renovación del Pacto y Compromiso con la Torá
Deuteronomio 26:1 – 29:8

La parashá Ki Tavo es un momento clave en la historia del pueblo de Israel. Después de salir de Egipto y cruzar el desierto, los hijos de Israel se preparan para ingresar a la Tierra Prometida, de la mano de Josué. Moisés da instrucciones detalladas sobre lo que deben hacer cuando lleguen a esa tierra, empezando con el importante acto de ofrecer las primicias, los primeros frutos de sus cosechas como gesto de agradecimiento hacia Yehováh por haberles dado una tierra fértil y por todas las bendiciones recibidas. Será un recordatorio de que su éxito no es por su mano, sino por la bondad del Todopoderoso.

Además, Moisés explica las bendiciones que recibirán si siguen las instrucciones del Altísimo, pero también advierte sobre las graves maldiciones que enfrentarán si las desobedecen. Tales advertencias incluyen desde la pérdida de prosperidad hasta el exilio. La parashá nos invita a reflexionar sobre la importancia de la obediencia, la gratitud y la responsabilidad. Es un llamado a recordar que las acciones tienen consecuencias, y que al seguir el camino de la Torá, la vida puede estar llena de bendiciones.

Al final de esta porción, Moisés recuerda al pueblo todas las maravillas que Yehováh ha hecho por ellos, desde la liberación en Egipto hasta su sustento en el desierto. Narra cómo fueron testigos de señales poderosas, como las plagas, el cruce del Mar Rojo y el maná que descendía del cielo diariamente para alimentarlos, y destaca que a pesar de haber vivido todos estos milagros, el corazón del pueblo aún no había sido plenamente transformado. Solo ahora, después de años de viaje y experiencias, están comenzando a comprender la profundidad y la magnitud del pacto que han hecho con su Creador, reconociendo que no se trata solo de observar mandamientos, sino de internalizar una relación más cercana y consciente con Yehováh.

Es en este momento, justo antes de que entren a la tierra prometida, que se hace un llamado crucial a la renovación espiritual y al compromiso continuo con la Torá. El pacto no es un evento aislado del pasado, sino algo vivo y continuo que requiere constante reflexión y acción. Al estar a las puertas de una nueva etapa en su historia, el pueblo de Israel debe entrar en la tierra no solo con cuerpos libres, sino con corazones que comprenden y abrazan plenamente el propósito del Padre en sus vidas.

Preguntas para reflexionar:

    1. ¿A qué se refiere Moisés cuando le dice al pueblo que solo ahora están comenzando a entender el pacto con Yehováh, después de haber visto tantos milagros en el desierto?
    2. ¿Qué significa renovar nuestro compromiso con Yehováh? ¿Cómo podemos hacer eso en el presente?
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La Idolatría en días de los Jueces

En el relato de Jueces se puede ver cómo, una y otra vez se desarrolla un ciclo de apostasía y liberación.

El Libro de los Jueces nos cuenta la historia de Israel desde la muerte de Josué, hasta el llamado del profeta Samuel; y es fácil observar la idolatría y el anarquismo en que vivían los hijos de Israel en aquellos días. Algunas de estas historias son extrañas, trágicas, espantosas, así como el nivel de maldad al que llegaron. Sin embargo, vemos que la mano de Yehováh ayudó a Israel, a pesar de que la mayor parte del pueblo había decaído espiritualmente en ese momento.

Estatua de la diosa Inanna, o Ishtar o Easter. En la mitología egipcia, ella era la reina de los cielos, la diosa del amor, la belleza, la fertilidad, la guerra, la justicia y el poder político.

Después de que Yehováh trajo milagrosamente a los hijos de Israel a la tierra prometida, la figura de Josué no fue reemplazada por otro líder, puesto que su plan original era que los israelitas vivieran bajo Su gobierno, con la guía de los ancianos que Moisés y Josué habían establecido. El gobierno se descentralizó y se volvió tribal, sin embargo, ese sistema no dio buen fruto; además de eso Israel no expulsó a todos los cananeos y eso provocó que adoptara muchas de sus malas costumbres.

Los hijos de Israel perdieron su unidad y se mantuvieron divididos en tribus y familias. Evidentemente, en el relato de Jueces se puede ver cómo una y otra vez se desarrolla un ciclo de apostasía y liberación. Este ciclo comenzó cuando Israel se olvidó de Yehováh y se involucró en prácticas paganas tales como la idolatría de los cananeos. Una y otra vez los israelitas hicieron lo malo delante de los ojos de Yehováh por lo que Él los entregó en manos de sus enemigos. Israel perdió su protección de parte del Altísimo, y esto hizo que sus enemigos los oprimieran. El libro de los Jueces nos muestra la caída de Israel y su rebelión a medida que fallaba en cumplir su llamado a ser una nación santa.

Luego de la muerte de Josué, el pueblo, olvidándose de Yehováh y de lo que Él había hecho por ellos, se fue en pos de los baales.

“Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Yehováh, y sirvieron a los baales. 12 Dejaron a Yehováh el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Yehováh. 13 Y dejaron a Yehováh, y adoraron a Baal y a Astarot” Jueces 2:11-13.

A pesar de los múltiples casos de idolatría palpable relatados a lo largo del libro de los Jueces, nos enfocaremos en dos de ellos: Sansón y Micaía.

Cuando los israelitas se volvieron a adorar a Baal y Asera, Yehováh los entregó a los filisteos por cuarenta años. El ángel de Yehováh se le apareció a Manoa y le dijo que su hijo libraría a Israel de los filisteos.

Sansón destruye el templo de sus enemigos

Este fue el famoso Sansón, quien no debía cortarse el cabello porque su fuerza estaba asociada con él. Lo interesante de este relato es que el nombre Sansón se deriva de la palabra hebrea shemesh (שמש ) que significa “sol” y tan solo a tres kilómetros de su pueblo natal Zora, se hallaba la ciudad de Bet-Shemesh que significa casa o templo del sol, lo que hace probable que la familia de Sansón no estuviera exenta de la idolatría al dios sol.

El otro caso que llama mucho la atención es el de Micaía. Paradójicamente su nombre significa “¿Quién es semejante a Yah?”, sin embargo, la Escritura nos habla detalladamente de su pecado de idolatría. Micaía fue un efraimita que le robó un dinero a su madre y eventualmente se lo devolvió. Ella destinó parte del dinero para hacer ídolos y él dedicó a uno de sus hijos para que fuera sacerdote en su casa de ídolos además de hacer un efod y terafines.

“Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote” Jueces 17:5.

Lamentablemente la historia no termina ahí. Más adelante en el relato, se menciona que Micaía contrató a un levita desempleado para que fuera su sacerdote personal. De esta manera, él creía que el favor de Yehováh estaría con él. Posteriormente unos hombres de la tribu de Dan robaron el ídolo de Micaía, y construyeron un santuario para esta imagen de talla. Todo esto ocurrió mientras el Tabernáculo estuvo en Silo. Finalmente, como si todo esto no fuera suficiente, se nos dice que hubo israelitas que fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el día del cautiverio (Jueces 18:30) alterando así el orden sacerdotal establecido en la Torá, de que los levitas eran los encargados de ministrar la presencia de Yehováh y no a los ídolos.

Estos son dos de los casos que ilustran la condición espiritual en la que vivían los hijos de Israel durante este período, cuando ciertamente “cada uno hacía lo que bien le parecía” Jueces 21:25.

Muchas lecciones podemos aprender de esta dramática época de los jueces de Israel, sin embargo, una de las más importantes es entender que los hijos de Israel decayeron en el momento que decidieron irse en pos de dioses ajenos alejándose de Yehováh, el único Dios verdadero, el Dios de sus padres que los había sacado con mano poderosa de Egipto con señales y prodigios. El libro de Jueces es un llamado a mantenernos firmes en pos de Yehováh y en obediencia a sus mandamientos, para no caer en la idolatría. ¡Shalom! 

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Parashá KiTetzé – Justicia y Compasión en Acción

Uno de los elementos más destacados de la Parashá Ki Tetze es su extensa lista de leyes (74 de los 613 para ser precisos) que abarcan desde la conducta en tiempos de guerra hasta qué debemos hacer con animales extraviados. Estas leyes incluyen, entre muchas más:

  • Los derechos de las mujeres cautivas (Deuteronomio 21:10-14)

  • El tratamiento de los hijos rebeldes (Deuteronomio 21:18-21)

  • Reglas sobre la propiedad perdida y encontrada (Deuteronomio 22:1-3)

  • Leyes sobre el trato justo a trabajadores y animales (Deuteronomio 24:14-15)

  • Dejar porciones de la cosecha para los pobres (Deuteronomio 24:19-22)

Si bien muchos de estos mandamientos conforman leyes sociales que no son aceptadas en nuestras sociedades modernas, debemos tener en cuenta siempre el contexto histórico de las sociedades del Antiguo Medio Oriente, en donde muchos de estos mandamientos significaron un avance en los derechos civiles de sectores débiles de la población, como las mujeres y los extranjeros. 

Estos mandamientos proporcionaban guía moral y ética a los israelitas al integrar la justicia y la compasión en las acciones diarias. Por ejemplo, las leyes que dictan el trato justo a los trabajadores y la necesidad de dejar parte de la cosecha para los pobres aseguran que estos grupos estén protegidos y cuidados.

 

El hijo contumaz y rebelde

Muchas personas que buscan desacreditar las Escrituras citan mandamientos como el de la pena de muerte al hijo rebelde, como muestra de que la Ley Mosaica es una ley anticuada y brutal que no tiene sentido utilizar en tiempos modernos. Es importante nuevamente, tal como fue mencionado arriba, que debemos contextualizar  todo lo que leemos dentro de su historia y cultura. En el contexto de toda la Torá, es claro que todos los casos eran decretados a través de un proceso legal judicial. Y no se tomaba a la ligera. Nos es dicho en tiempos mishnáicos, que una corte que decretaba UNA condena de muerte durante una generación entera (no relacionada sólo con este mandamiento del hijo contumaz, sino cualquier mandamiento cuyo castigo sea la pena de muerte) era considerada como una corte malvada. 

Preguntas para reflexión

  1. ¿Cómo puedo aplicar las enseñanzas de justicia y compasión de la Parashá Ki Tetze en mi vida diaria?
  2. ¿De qué manera podemos asegurar que nuestras prácticas comerciales y laborales reflejen los principios de equidad y trato justo establecidos en la Torá?
  3. ¿Qué acciones específicas puedo tomar para proteger y apoyar a los más vulnerables en mi comunidad, como los huérfanos y las viudas?

 

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¿Es inapropiado decir: “Jesús”?

Durante los primeros años después de abandonar la falsa religión del mormonismo, supuse tontamente que los días en que me preocupaba por las falsas doctrinas que se abrían paso entre los creyentes habían quedado atrás. Qué equivocado estaba.

«Yeshúa respondió: ‘Vigilad para que nadie os engañe. …aparecerán muchos falsos profetas que engañarán a mucha gente’» Mateo 24:4, 11.

Nací y crecí como mormón. Mi padre y mi madre son mormones, al igual que mis abuelos, mis bisabuelos, etc., desde el principio de esa religión creada por el hombre y establecida en 1830 por el falso profeta José Smith. Por supuesto, nunca me di cuenta al crecer en el mormonismo de que era una religión falsa. Simplemente acepté lo que mis padres y los líderes de la iglesia me habían enseñado, confiando de todo corazón en que lo que me estaban enseñando era la verdad de Dios.

Sin duda, este aspecto concreto de mi historia no es único. Así ocurre con todos los seres humanos. Nadie puede elegir las circunstancias en las que nacemos. A todos nos educan en condiciones que escapan a nuestro control, y a todos nos enseñan a creer en las doctrinas y tradiciones que heredaron quienes nos precedieron. Para la mayoría de la gente, esas doctrinas y tradiciones se aceptan y se transmiten a la siguiente generación sin cuestionarlas.

Lo ideal sería que los niños nacidos en este mundo se criaran en la verdad pura y perfecta de la Palabra de Dios.

Sin falsas doctrinas.
Sin falsas tradiciones.
Sin falsos profetas.

Pero, por supuesto, ésa no es nuestra realidad actual. La vida en este mundo caído y perverso dista mucho del ideal. Aguardamos con esperanza y gran expectación el regreso del Mesías y el comienzo del reinado de la justicia y la verdad de Dios en la Tierra, que durará 1000 años: un glorioso tiempo futuro en el que «la Tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yehováh como las aguas cubren el mar» (Habacuc 2:14).

Sí, con el Mesías reinando como «Rey de reyes y Señor de señores» (Apocalipsis 19:16), la vida en la tierra será entonces verdaderamente ideal. Que llegue pronto. Amén.

Sin embargo, mientras tanto, hemos de estar siempre en guardia, recordando que «muchos falsos profetas han salido por el mundo» (1 Jn 4,1). Este mundo caído está lleno de esos peligrosos y «voraces lobos» (Mateo 7:15) de los que nos advirtió nuestro Señor: falsos profetas, falsos apóstoles y falsos maestros que «se disfrazan de siervos de justicia» (2 Corintios 11:15), pero que han venido a merodear hambrientos entre el rebaño para «robar, matar y destruir» (Juan 10:10).

Para asegurarnos de que «nadie [nos] engañe» (Mateo 24:4), debemos comprometernos a estudiar, conocer y comprender la Palabra de Dios por nosotros mismos. Debemos meditar en la Toráh de Yehováh día y noche, conocerla de memoria, inculcarla a nuestros hijos, hablar continuamente de ella y caminar todos los días bajo su luz purificadora, tal como se nos ha ordenado:

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Deuteronomio 6:6-9

«Medita día y noche el libro de esta ley teniéndolo siempre en tus labios; si obras en todo conforme a lo que se prescribe en él, prosperarás y tendrás éxito en todo cuanto emprendas.»
Josué 1:8.

A medida que nos esforzamos por conocer y comprender la Palabra de Dios, es necesario que examinemos cuidadosamente las cosas que nos han enseñado a creer y que las pongamos a prueba meticulosamente para determinar si están en armonía con la verdad de la Palabra de Dios o son contrarias a ella. Hemos de actuar como los fieles bereanos de antaño, aquellos que «recibían el mensaje con gran impaciencia y EXAMINABAN LAS ESCRITURAS cada día para ver si lo que Pablo decía era verdad» (Hechos 17:11).

Hice esto por mí mismo, y con la ayuda de ministerios maravillosos como A Rood Awakening International y otros, las verdades liberadoras de Dios acabaron obteniendo la victoria sobre todas las «mentiras, vanidades y cosas inútiles» (Jeremías 16:19) que había heredado del mormonismo. De hecho, la verdad me hizo libre (véase Juan 8:32). ¡Aleluya!

En mis primeros años tras salir de esa religión artificial, había pensado ingenuamente que ya había dejado atrás todas las mentiras de Satanás. Sin duda, los engaños y las falsas doctrinas del enemigo no se encontrarían entre los creyentes que seguían el mismo camino de obediencia a la Toráh que yo. Al fin y al cabo, ahora estaba rodeado de hermanos y hermanas que, como yo, conocían bien los engaños del adversario y serían inmunes a sus ataques.

No tardé en darme cuenta de lo equivocado y tonto que era al haber pensado esto.

La realidad es que cualquiera, en cualquier momento, es vulnerable a los ataques de Satanás. El padre de todas las mentiras es excepcionalmente astuto. Ha tenido 6000 años de práctica para perfeccionar su arte del engaño. Trabaja sin descanso para sembrar su cizaña entre todos los pueblos, todas las religiones, todos los grupos -posiblemente incluso se esfuerce más en inyectar su veneno entre quienes se esfuerzan por caminar en obediencia a la Toráh de Dios, entre quienes podrían suponer la mayor amenaza para su reino.

A lo largo de los años, he sido testigo personalmente de muchas falsas doctrinas que circulan ampliamente entre los creyentes que guardan la Toráh, pero en la que me gustaría centrarme en este artículo es una que vi por primera vez hace varios años y de la que recientemente he observado un fuerte resurgimiento:

“Es incorrecto pronunciar el nombre de Jesús. Jesús viene del griego y significa «¡Salve, Zeus!». Estás invocando a un dios pagano si pronuncias el nombre de Jesús».

A esta idea falsa y ridícula, digo audaz e inequívocamente NO.

El nombre de nuestro Señor en lengua griega es «Iésous» (Ἰησοῦς), y su nombre griego no tiene absolutamente nada que ver con el nombre del dios pagano Zeus. Estos dos nombres pueden sonar parecidos, pero son totalmente diferentes. Es como las palabras «bello y vello» o «cima y sima», que suenan igual, pero que se escriben de forma diferente y significan cosas totalmente distintas.

Lo mismo ocurre con el nombre griego de nuestro Señor. Puede sonar parecido a «Zeus», pero se escribe de forma diferente y tiene un significado totalmente distinto.

Parte de las instrucciones de Pablo a Timoteo consistían en «mandar a ciertas personas que no enseñen más falsas doctrinas ni se dediquen a los mitos» (1 Timoteo 1:3-4). Estas «ciertas personas» a las que se refiere Pablo se encuentran entre los que «quieren ser maestros de la Toráh, pero no saben de qué hablan ni lo que afirman con tanta seguridad» (1 Timoteo 1:7).

Para los que han enseñado esta falsa doctrina -este «mito» totalmente infundado- repito las palabras del apóstol Pablo: «No saben de lo que hablan». Tales personas no tienen nada que hacer como maestros. No tienen la sabiduría necesaria para manejar correctamente la Palabra de Verdad (véase 2 Timoteo 2:15) y hay que advertirles severamente que no enseñen tan insensata y descuidadamente lo que pretenden que es «la verdad».

Santiago, el hermano de Jesús, escribió: «No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, porque sabéis que los que enseñamos seremos juzgados más severamente» (Santiago 3:1), y el propio Yeshúa advirtió: «Pero yo os digo que todos tendréis que dar cuenta en el día del juicio de toda palabra vana que hayáis pronunciado. Porque por vuestras palabras seréis absueltos, y por vuestras palabras seréis condenados» (Mateo 12,36-37).

Una hermana en El Mesías me habló recientemente del dolor que le había causado esta falsa doctrina. Dijo:

«Me sentía incómoda cuando intentaba relacionarme y tener comunión con otras personas de la comunidad de la Toráh, porque me sentía rechazada si decía: Jesús. Incluso leí en un grupo de Facebook que echarían a cualquiera que dijera Jesús. A veces siento que no pertenezco a ningún sitio…».

Esas palabras me rompen el corazón. Tales cosas nunca deberían ocurrir entre el cuerpo de creyentes, entre quienes declaran ser discípulos y seguidores del Maestro. Esta fiel hermana (y los que son como ella) pertenecen a nuestro Señor. El hecho de que haya entre el cuerpo de creyentes quienes la hicieron sentir que «no pertenece a ningún sitio» es vergonzoso.

Si alguien que lea esto ha condenado en algún momento a un compañero creyente simplemente porque elige pronunciar el nombre en español del Mesías, le imploro que se arrepienta inmediatamente de ello y que no vuelva a enseñar tales falsas doctrinas. No hay absolutamente nada malo en pronunciar el nombre: Jesús. Millones y millones de personas han sido salvadas, bendecidas y sanadas en el nombre de Jesús. Fue su nombre en español, que recibimos por dirección del Dios Todopoderoso a través de las traducciones de múltiples lenguas durante un periodo de 1700 años: del hebreo, al griego, al latín, al inglés antiguo y, finalmente, al español moderno.

Ahora bien, si tu preferencia personal es decir el nombre hebreo «Yeshúa» en lugar de «Jesús», está perfectamente bien. Ambos nombres son hermosos; yo mismo utilizo ambos con regularidad. Pero nuestras preferencias personales nunca deben convertirse en doctrinas. En el momento en que te dedicas a enseñar mentiras y a condenar a tus correligionarios por el mero hecho de utilizar el nombre de Yeshúa, has entrado en terreno peligroso. Has cruzado la línea hacia una religión creada por el hombre a partir de tu propia creación, que no difiere de la de los fariseos y saduceos de antaño, los que enseñaban «como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mateo 15:9; Isaías 29:13).

Durante los primeros años después de abandonar la falsa religión del mormonismo, supuse tontamente que los días en que me preocupaba por las falsas doctrinas que se abrían paso entre los creyentes habían quedado atrás. Qué equivocado estaba. Debemos recordar que Satanás no ha cedido en sus ataques. Sus ataques y engaños no harán sino aumentar y fortalecerse, hasta el punto de «engañar, si es posible, a los elegidos» (Mateo 24:24). Hasta ese glorioso día del regreso triunfal de nuestro Señor, Satanás no detendrá sus ataques. Por eso, no debemos aflojar en nuestras defensas. Todos debemos estar continuamente en guardia, recordando siempre las primeras palabras que nuestro Señor Yeshúa dirigió a sus discípulos en el Monte de los Olivos:

«Velad para que nadie os engañe» (Mateo 24:4).

Amén.


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Aclaremos el asunto de los Diezmos


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Parashá Shoftim – Leyes Justas
Deuteronomio 16:18 – 21:9

Los capítulos de esta porción de la Toráh, nos invitan a reflexionar tanto en el carácter justo de Yehováh, como en lo que Él espera de su pueblo. Observemos la importancia de no comprometer, bajo ninguna circunstancia el juicio justo. El soborno, ya practicado en ese tiempo, no se debía aceptar porque tuerce el derecho, es decir hace que el juez pierda su objetividad.

Hoy, el soborno ha cambiado su nombre a “lobby” y los grandes empresarios e interesados emplean enormes sumas de dinero para influenciar las decisiones de los senadores encargados de aprobar nuevas leyes que están muy lejos de ser justas.

La justicia es la esencia de la prosperidad; su ausencia, el caos y la destrucción, que es lo que se aproxima sobre el mundo: un juicio del Legislador Soberano debido a la injusticia de los hombres.

Instrucciones para la guerra

Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y veas caballos y carros y gente más numerosa que tú, no tengas temor de ellos, porque Yehováh tu Dios está contigo, el mismo que te hizo subir de la tierra de Egipto. Deuteronomio 20:1

En este capítulo se habla de guerras físicas, y Yehováh nos muestra un aspecto muy considerado y amoroso de su parte, al instruir cómo se debe ejecutar un guerra. Debemos tener claro que estas instrucciones no tienen que ver con la conquista de Canaán. Los siete pueblos que habitaban allí debían ser desarraigados completamente debido a sus prácticas ocultistas, pervertidas e idolátricas; pero cuando se iniciara un proceso de conquista de las naciones vecinas debido a la expansión natural que ocurriría por obedecer la Toráh, entonces se debería proceder de otra manera:

Hacer una propuesta de paz; si la aceptaban, serían tributarios y trabajadores para Israel. Mas si la rechazaban, la ciudad sería sitiada y una vez sucumbiera, darían muerte a todos los varones, pero tomarían las mujeres, los niños y el ganado. El botín de estos pueblos sería para Israel.

Estos versos nos muestran los términos en que Yisrael debería plantear la guerra a los pueblos distantes de su heredad. No era de manera cruel al estilo de los mercenarios (asesinos pagados como suele ocurrir en el presente). Habría propuestas y ante las negociaciones fallidas, actuarían sin reparo.

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Tú puedes vencer el Estrés

El estrés aparece cuando sentimos que nuestros recursos o capacidades personales están siendo superados, o que tenemos que enfrentar situaciones nuevas o indeseables.

Ciertamente el mundo está cambiando significativamente. Escuchamos muchas noticias desalentadoras, y no sabemos si estamos adecuadamente preparados para enfrentar tales desafíos y mantener la paz en nuestros corazones.

No es fácil identificar que estamos estresados y nos cuesta aceptar que las situaciones que enfrentamos están teniendo efectos adversos en nuestra salud.

El estrés es la respuesta sico-física que damos a los desafíos que nos presenta la vida. Aparece cuando sentimos que nuestros recursos o capacidades personales están siendo superados, o que tenemos que enfrentar situaciones nuevas o indeseables.

Algunas posibles señales de estrés

Presta atención a los siguientes síntomas, ya que podrían ser una evidencia de estar bajo estrés:

  • Fatiga o cansancio
  • Deseo de comer cosas crujientes y saladas
  • Falta de memoria
  • Falta de deseo sexual
  • Cambios bruscos en el estado de ánimo
  • Rutina sedentaria o falta de ejercicio
  • Diversos dolores físicos

Tengamos en cuenta que el miedo y la ansiedad son reacciones naturales que debemos aprender a manejar porque nos ayudan a enfrentar ciertas situaciones de la vida. Pero cuando tales emociones se salen de nuestro control, nos convertimos en sus víctimas y dejan de sernos útiles.

Claves para aprender a manejar el estrés

  • Identifica tus pensamientos. Es importante distinguir entre un pensamiento distorsionado y uno ajustado a la realidad. Cuando nos decimos cosas como: “esto nunca  se va a solucionar” o: “no soy capaz de afrontarlo”, “esto solo me pasa amí”, etc., estamos distorsionando la situación y necesitamos cambiar ese discurso.

    “Nos nos ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana… antes bien en Yeshúa somos más que vencedores… Entonces puedes decirte: “estoy preocupado”; “me siento triste”; “me es difícil afrontar esto”, etc., que son pensamientos ajustados a tu realidad, cambiando así tu dialogo interno. Afirmar pensamientos como: “mañana será un día mejor” – “lo estoy enfrentando bien”, “no soy la única persona pasando por esto“, te permitirá navegar ese tiempo de tormenta temporal. Para ayudarte en esto, no hay mejores palabras o de más aliento que las promesas de Yehováh, nuestro Padre, porque están cargadas de esperanza y firmeza: “No te dejaré, ni te desampararé “. La meditación y la memorización son herramientas que reorientan los pensamientos y por lo tanto toman control de las emociones.

  • Busqueda de apoyo. Necesitamos acudir a quienes creemos que pueden darnos consejos adecuados o palabras de aliento. Esto nos sirve para exteriorizar la tensión, desahogarnos y para escuchar alternativas de solución diferentes, que seguramente no hemos considerado. Además la buena compañía nos proporciona momentos para conversar sobre otros temas agradables que nos producirán descanso.

  • Delegar y pedir ayuda. Al reconocer nuestras limitaciones naturales seremos capaces de deshacernos de responsabilidades por un tiempo determinado. Así podremos aligerar la carga del estrés para concentrarnos en lo más difícil. Por ejemplo, delegar el arreglo de la casa, buscar apoyo para atender los hijos, etc.
  • Ejercicio físico. La ansiedad se libera con actividad física. Lo ideal es que el ejercicio forme parte de nuestras rutinas diarias y no que sea solamente un medio de escape en momentos críticos. El ejercicio junto con una buena dieta y tiempo apropiado de descanso son cosas imprescindibles para mantener el bienestar general.
  • Procurar lo que produce sensación de bienestar. Hay situaciones en las que tenemos el control o que generan seguridad. Por ejemplo: la compañía de una mascota, un buen baño al final del día, interpretar o escuchar música o una caminata al aire libre; tanto la compañía de una persona como una actividad, pueden servirte de bálsamo.
  • Aprende a respirar de manera pausada y profunda inhalando el aire y expulsándolo luego lentamente. De esta manera ayudamos a oxigenar la sangre y a tranquilizar el ritmo cardíaco. Investiga sobre técnicas de respiración y practícalas de manera regular. Encontrarás una puerta a una vida más tranquila, y lo mejor de todo: ¡Es gratis!

Una alimentación adecuada trae paz

Para fortalecer las glándulas suprarrenales que son las más afectadas por el estrés, es importante la ingesta de sal y de vitamina C. Pero no hablamos de la sal blanca refinada, sino de sal marina o rosada, que contienen abundantes trazas naturales de minerales.

El estrés acidifica nuestro organismo por eso es importante una dieta alcalina de vegetales y frutas; verduras de raíz, algas, pescado y grasas saludables.

La buena hidratación permanente es esencial, por supuesto lo ideal es utilizar agua alcalina.

El consumo de aguas aromáticas o tés de plantas tranquilizantes como ginseng, regalís o licorice, rodeola, valeriana y pasiflora promueven el descanso y te ayudan a conciliar el sueño.

Todos estos recursos los tienes a la mano; pero el más importante de todos, es refugiarte en los brazos de nuestro buen Padre. Conversa con Él abriendo tu corazón y contándole todas tus preocupaciones, angustias, sentimientos negativos y demás que puedas estar experimentando. Él es el mejor Psicólogo y te guiará para que sepas lo que debas hacer.


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Parashá Re-eh – La Bendición y la Maldición
Deuteronomio 11:26 – 16:17

La parashá Re’eh, que significa “ver” en hebreo, presenta un momento crucial en el discurso de Moisés al pueblo de Israel antes de entrar a la Tierra Prometida. En esta porción, Moisés pone ante el pueblo una elección clara y contundente: la vida o la muerte, la bendición o la maldición.

Este discurso sucede justo antes de que el pueblo de Israel cruce el Jordán y entre en la tierra de Canaán, en la llanura de Moab, en las proximidades del río Jordán, poco antes de la muerte de Moisés y la sucesión de Josué como líder del pueblo.

La elección no es un evento único, sino un camino que se recorre a lo largo de la vida. Cada día se presentan nuevas oportunidades para elegir entre lo bueno y lo malo, entre obedecer o transgredir los mandamientos de Yehováh.
Esta elección tiene profundas implicaciones para nuestra vida diaria. Al elegir la bendición, estamos eligiendo vivir una vida de propósito y de conexión con Yehováh y con los demás. Al elegir la maldición, estamos eligiendo un camino de aislamiento, sufrimiento y decadencia espiritual.

En Resumen:

La parashá Re’eh nos presenta un mensaje claro y contundente: el libre albedrío es un regalo divino y una responsabilidad ineludible. La obediencia a Yehováh conduce a la vida en plenitud, mientras que la desobediencia trae consigo consecuencias devastadoras. Este mensaje sigue siendo relevante hoy en día, y nos invita a reflexionar sobre nuestras propias elecciones y a construir una vida con fundamento en Su Palabra.

Preguntas para reflexionar: 

  1. ¿Cuáles son las dos opciones que le presenta Yehováh a los israelitas y qué significa cada una de ellas?
  2. ¿Por qué es importante ayudar a los menos favorecidos, como los huérfanos y las viudas, según la parashá Re’eh?
Portrait,Of,An,Old,Man,With,A,Gray,Beard.

Un corazón sabio y entendido

Puede que estemos a 3.000 años de distancia de los días del sabio rey Salomón, pero su exhortación a buscar la sabiduría y la comprensión tienen hoy más importancia que nunca.

Adquiere sabiduría, adquiere entendimiento; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. No abandones la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella velará por ti. La sabiduría es suprema; por tanto, consigue sabiduría. Aunque te cueste todo lo que tienes, consigue entendimiento. Apréciala, y ella te enaltecerá; abrázala, y ella te honrará. Ella te dará una guirnalda para adornar tu cabeza y te regalará una corona gloriosa. Proverbios 4:5-9


El rey Salomón fue visitado por Yehováh el Dios Todopoderoso en un sueño. Dios le presentó a Salomón una oferta maravillosa:

Pide lo que quieras que Yo te dé. 1Reyes 3:5

¿Lo que quieras? ¿Cualquier cosa?

Casi con toda seguridad, hombres comunes pedirían riquezas, poder, o buena salud y una vida larga y feliz. Salomón no pidió ninguna de estas cosas. Su mente y su corazón estaban concentrados en su deber de dirigir adecuadamente al pueblo de Israel como su nuevo rey. Con unos zapatos muy grandes que llenar -los de su amado padre David- Salomón sentía sin duda el peso extremo de la responsabilidad que ahora descansaba directamente sobre sus hombros. Salomón no pidió dinero, ni poder, ni salud. En su lugar, pidió un corazón sabio para gobernar al pueblo [de Dios] y distinguir entre el bien y el mal. 1Reyes 3:9

Yehováh se mostró complacido con la petición de Salomón. «Dios le dijo:

Puesto que has pedido esto y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, haré lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y con discernimiento, de modo que nunca habrá habido nadie como tú, ni lo habrá jamás. 1Reyes 3:11-12

La petición de Salomón fue de tal agrado para Yehováh, que le prometió:

Te daré lo que no has pedido -riqueza y honor- para que en tu vida no tengas igual entre los reyes. 1Reyes 3:13

La petición de Salomón fue concedida. Fue bendecido por Dios con un corazón sabio y entendido  -1Reyes 3:12- hasta el punto de que el pueblo de Israel temía al rey, porque veían que tenía sabiduría de Dios para juzgar. 1Reyes 3:28.

¿Significa esto que Salomón llevó una vida perfecta? Desde luego que no. Él, como todos los seres humanos, tuvo su buena dosis de fallos y pecados, “porque todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). En el mismo capítulo se nos dice que Salomón ‘ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos’ . 1Reyes 3:3. Esto y su decisión de desobedecer la Torá de Yehováh casándose con ‘muchas esposas’ (Deuteronomio 17:17) entre todas las ‘mujeres extrañas’ (1Reyes 11:1) del mundo le llevaron finalmente por un camino destructivo.

No obstante, Salomón seguía comprendiendo esta verdad primordial: «La sabiduría es suprema» (Proverbios 4:7). Un corazón sabio y con discernimiento -un corazón que puede distinguir adecuadamente entre el bien y el mal- es algo muy deseable de tener y debe buscarse diligentemente. Nunca se debe abandonar la sabiduría. Debe ser amada y apreciada. Y si obtenemos el favor a los ojos de Yehováh y adquirimos este espléndido don, se nos promete protección, exaltación, honor y una «corona gloriosa» (véase Proverbios 4:5-9 más arriba).
«Bienaventurados los que hallan sabiduría, los que adquieren entendimiento» (Proverbios 3:13).

Puede que estemos a 3.000 años de distancia de los días del sabio rey Salomón, pero su exhortación a buscar la sabiduría y la comprensión tienen hoy más importancia que nunca.

Vivimos en un mundo acelerado con información vertiginosa. Internet y los medios sociales nos han abierto un universo de acceso instantáneo a la información como el que el rey Salomón jamás habría soñado.

«Noticias de hechos» (así llamados) nos son arrojadas por cada individuo, cada grupo, cada denominación y cada partido político literalmente cada día. Estamos constantemente rodeados de políticos, famosos, cabezas parlantes de los medios de comunicación, médicos, líderes religiosos, científicos, eruditos, profesores, podcasters, influenciadores del fitness, nutricionistas, y también de nuestros propios amigos y familiares – todos ellos compitiendo por nuestra atención y gritando que tienen las respuestas, que tienen los hechos, que tienen la verdad.

Nadando en medio de este nuevo y extraño océano de bombardeo informativo y sobrecarga sensorial es fácil tener la sensación de ahogarse bajo las olas de voces que compiten entre sí y de «hechos» a menudo contradictorios.

¿Qué debemos hacer en un momento como éste? ¿Hacia dónde debemos dirigirnos? ¿Cómo vamos a mantener la cabeza por encima de las olas e incluso, si Dios quiere, caminar sobre ellas?

Si hemos de caminar alguna vez por encima de estas olas caóticas debemos encontrarnos continuamente caminando con ÉL que tiene poder para calmar las tormentas. Yehováh Dios y Su Palabra – Su Palabra Escrita que se encuentra en la Santa Biblia y Su Palabra Viva, Yeshua Mesías – son la única solución a las tormentas de la vida a las que nos enfrentamos hoy en día. Siempre han sido y siempre serán la única solución. Ellas son la verdad y la roca sobre la cual encontramos refugio de todas las tormentas.

«Soberano Yehováh, Tú eres Dios, y tus palabras son verdad»
2 Samuel 7:28

«Sé mi roca de refugio, a la que siempre pueda acudir; da la orden de salvarme, porque Tú eres mi roca y mi fortaleza»
Salmo 71:3

Asegúrese de tomarse el tiempo suficiente para alejarse del vertiginoso mundo en línea y pasar ese tiempo tan necesario con Dios leyendo y estudiando Su Palabra, porque «La exposición de [Tus] palabras alumbra; hace entender a los simples» (Salmo 119:130).
Y aunque estudiar la Palabra de Dios es un primer paso absolutamente esencial en la dirección correcta, no es suficiente. Los fariseos, por ejemplo, conocían la Palabra de Dios, pero sin embargo sus ojos estaban ciegos a la luz perfecta de Dios. Muchos de ellos tenían la Torá memorizada y podían recitar secciones enteras al pie de la letra, pero sus oídos eran sordos a la suave voz de la verdad de Dios.

Lo que a todos ellos les faltaba era ese precioso don que obtuvo el rey Salomón: SABIDURÍA. Y la sabiduría sólo puede obtenerse de la misma Fuente Eterna de la que él la recibió personalmente y de la misma manera.

Santiago (Ya’akov), el hermano de nuestro Señor Yeshúa, comienza su carta dirigiéndola a «las doce tribus dispersas por las naciones» (Santiago 1:1), y unos versículos más adelante les anima a buscar el don de la sabiduría:

«Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, que se la pida a Dios, que da generosamente a todos sin hallar falta, y le será dada. Pero cuando pidáis, debéis creer y no dudar, porque el que duda es como una ola del mar, agitada y zarandeada por el viento. Esa persona no debe esperar recibir nada del Señor. Tal persona es de doble ánimo e inestable en todo lo que hace» (Santiago 1:5-8).

El don de la sabiduría procede directamente de Dios. Si desea adquirirlo, debe pedírselo a Dios. Búsquela fielmente en Dios, sin dudar nunca. Rece fervientemente para que se le conceda ese «corazón sabio y perspicaz», como se le concedió al rey Salomón hace mucho tiempo, y «se le dará» (Santiago 1:5).

El propósito de obtener este don de sabiduría es para que usted pueda «distinguir entre lo correcto y lo incorrecto», entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira. Usted busca este don de Dios para poder vivir adecuadamente de acuerdo con la verdad de Su Palabra, como Santiago subraya más adelante al decir: «No os limitéis a escuchar la Palabra, engañándoos así a vosotros mismos: ¡sed hacedores de la palabra!». (Santiago 1:22).

Pablo comprendió la importancia de que el pueblo de Dios buscara y obtuviera de Dios el don de la sabiduría. Escribió: «Sigo pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, os dé un espíritu de sabiduría y de revelación en vuestro conocimiento de Él» (Efesios 1:17).
Es obteniendo sabiduría como se le concederán los oídos para oír la voz del Buen Pastor en medio de todo el ruido de nuestro mundo caótico. Es obteniendo sabiduría como usted estará capacitado para seguirle dondequiera que vaya y vivir como él vivió.

Yeshúa Mesías dijo:

Cuando [el pastor] ha sacado a todos los suyos, va delante de ellos, y sus ovejas le siguen porque conocen su voz. Pero nunca seguirán a un extraño; de hecho, huirán de él porque no reconocen la voz de un extraño. … Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí. Juan 10:4-5,14

Ruego a Dios que bendiga a su pueblo con ese «corazón sabio y entendido». 1Reyes 3:12

Amén.


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La circuncisión para Abraham, para Josué y para mí

Para muchos que decidieron tomar este importante paso para acercarse al pacto de Abraham incluso sin convertirse a la religión judía, el tema de la circuncisión es bastante estresante.

Habiendo nacido judío, una de las cosas por las que estoy más agradecido es que no tuve que preocuparme por mi brit milá (circuncisión). Yo era un bebé cuando me fue realizado, y no tuve que pasar por el estrés de ‘imaginar’ qué sería lo que me iba a suceder o cuándo. Para aquellos que se convierten al judaísmo, e incluso para muchos que decidieron tomar este importante paso para acercarse al pacto de Abraham incluso sin convertirse a la religión judía, el tema de la circuncisión es bastante estresante.

¿Tenía Dios que confirmar este pacto con Abraham precisamente en ese lugar?

Hay una razón por la cual en su misericordia, el Creador estableció que este mandamiento sea hecho a los bebés varones cuando cumplen 8 días, ahorrándonos la preocupación de tener que hacerlo cuando somos adultos. Pero por el otro lado, tal como hay casos en la actualidad de adultos que deciden circuncidarse, también los hay en las Escrituras en puntos clave de la historia bíblica.

El Establecimiento del pacto de Abraham

Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.

Gen 17:9-14

Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho. 24 Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. 25 E Ismael su hijo era de trece años, cuando fue circuncidada la carne de su prepucio.

Gen 17:23-25

Hay que poner atención primero a la línea de tiempo de estos sucesos. Yehováh no le pidió a Abram que se circuncidara al tiempo en el que lo llamó a “irse de su tierra” (a la edad de 75 años). Más de 20 años pasaron hasta este momento. Abraham se circuncidó de anciano, ¡y su hijo tenía 13 años! El resto de sus sirvientes, presumiblemente eran de edades variadas.

Sólo a partir de ese momento es que cada bebé sería circuncidado a la edad de 8 días, incluyendo a su hijo por nacer unos meses más tarde; Itzjak (Isaac).

El punto principal aquí es que “sin importar la edad”, gente adulta tuvo que realizarse esta “intervención”, para demostrar su fidelidad al pacto de Abraham, especialmente en relación a la posesión de la tierra.

Más de 6 generaciones más tarde, esta difícil tarea recaería sobre Yehoshúa, Josué.

La entrada a la Tierra y la señal del Pacto

En aquel tiempo Yehováh dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado. Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Yehováh; por lo cual Yehováh les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Yehováh había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino. Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron. Y Yehováh dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.

Josué 5:2-9

Justo antes de que los Hijos de Israel entraran a la Tierra Prometida, Josué recibió ordenes “especiales”. Recordemos que el pacto original dado a Abraham fue establecido exclusivamente en relación a esa Tierra. Entonces tiene sentido que al momento de ingresar haya habido una pausa para concentrarse en eso mismo.

Pero por el otro lado el tiempo era tan inapropiado… ¿Puede imaginarse cómo se siente uno antes de salir a la guerra? Los niveles de adrenalina, temor, preparación física y mental ¡Los hebreos estaban a punto de ir a atacar Jericó y finalmente ingresar a la Tierra Prometida! Pero hubo una pausa. Una pausa para recordar porqué están allí y porqué van a hacer lo que están a punto de hacer.

Cuando todos estaban concentrándose en la batalla inminente el Creador le dijo a Josué: “ellos van a tener que enfocarse en el pacto”. A sabiendas que para los enemigos de Israel este ritual no se veía más que como una mutilación corporal, que incluso les tomaría días recuperarse, para el Todopoderoso era un requisito indispensable para poder ingresar en la Tierra.

Con la misma determinación de Abraham, Yehoshúa hijo de Nun no dudo en poner “manos a la obra” para obedecer la voluntad del Creador y preparar a su pueblo no sólo para la batalla física, sino también para la espiritual.