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Señor, enséñanos a orar…

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¿Cómo debemos de orar? ¿a quien debemos de orar? ¿cómo debemos de pedir?

Lucas 11:1-36,

Semanas 45-53 del Ministerio de Yeshúa
21 de diciembre.

Alguna vez se ha preguntado: ¿cómo debemos de orar? ¿a quien debemos de orar? ¿cómo debemos de pedir? ¿qué debemos de pedir? Recuerdo en varias ocasiones cómo me frustraba no estar seguro si mi manera de orar era la correcta o no. Recuerdo también haber escuchado a muchos predicadores compartiendo “fórmulas” para garantizar que las oraciones fueran escuchadas y contestadas… Incluso uno de ellos decía que dependiendo de su estado de ánimo, su oración debía de ser dirigida al Padre, al hijo o al Espíritu Santo.

En esta ocasión Yeshúa les enseña a sus discípulos (en Lucas 11:2-4) la manera correcta en que debemos de orar:

Padre nuestro que estás en los cielos…” – ¿a quién dirigimos nuestra oración? Al Padre.

Santificado sea tu nombre…” – ¿cómo nos dirigimos a Él? Con respeto y reverencia.

Venga tu reino…” – reconocemos su señorío.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra…” –  su voluntad viene primero que la nuestra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…” –  pedimos por el maná diario, sin afanarnos por lo que ha de acontecer mañana.

Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben…” – pedimos por misericordia así como tenemos misericordia de los que nos han fallado.

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal…” – que podamos caminar como un pueblo apartado para Él.

Resulta interesante que Jacobo (Santiago) hace una exhortación a las “doce tribus” que están en la dispersión con respecto a la manera en que pedían (en sus oraciones):

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal…” (Santiago 4:3).

¡Sigamos el ejemplo que nos enseñó el maestro por excelencia, Yeshúa, y veamos como nuestra vida da un giro positivo!

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¡Somos libres! ¿Y ahora qué?

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Los seres humanos tenemos tan corta memoria que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados.

Año tras año, una y otra vez, leemos, estudiamos y les contamos a nuestros hijos acerca de la salida de Egipto; el éxodo de los hijos de Israel.

Todo el contenido bíblico acerca de este gran hito en la historia, e incluso las anécdotas e historias en la literatura rabínica posterior, rondan en torno a una idea, una premisa: salir de la esclavitud hacia la libertad.

“Hemos sido esclavos del faraón”. Lo decimos en primera persona. Porque, ¿quién no ha sido esclavo del faraón? ¿Quién no ha estado bajo el yugo de algo o alguien en su vida? ¿De qué necesitamos ser liberados hoy?

Los seres humanos tenemos tan corta memoria, que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados. ¿Recuerdan a los hijos de Israel habiendo salido de Egipto? ¿Cuánto tiempo pasó hasta que dejaron de valorar la libertad que les fue regalada?

Lamentablemente esa generación pereció en el desierto. Tan sólo DOS personas entendieron la visión que el Todopoderoso le había dado a Moshé.

¿Tenemos lo que se requiere?

Con el éxodo de Egipto nos fue garantizada la libertad, pero debemos poner atención a que este no es el final de la historia, sino el comienzo. El pueblo de Israel deberá pasar por pruebas y desafíos hasta llegar a aquella meta, a veces abstracta, de la Tierra de Israel. Tendrán la guía del Todopoderoso a través del desierto, pero también pasarán por tiempos de incertidumbre que los harán cuestionar incluso hasta los principios más básicos de su fe.

Estas cosas me ponen a pensar… ¿seré yo una de las personas dispuestas a enfrentar el desafío de los 40 años en el desierto? ¿Tendré la determinación, paciencia y perseverancia de sobreponerme a cada obstáculo y de seguir adelante? Pues todavía mayor es la carga y la responsabilidad para los que tenemos una familia entera (y a veces muchos más), que dependen de nosotros como guías y ejemplos.

El camino no es fácil. Y nadie prometió que lo sería. El camino es angosto. Pocos lo encuentran. Pero al final de él hay libertad, vida eterna, fuentes de aguas vivas y todo por lo que vale la pena vivir. ¿Tiene precio todo eso?

Del otro lado está el gran Egipto con sus riquezas, su conocimiento, su cultura sofisticada, su abundancia de comida y de confort. Suena tentador… ¿O por qué crees que la gran mayoría de los judíos no quisieron retornar de Babilonia después del exilio?

Pero a diferencia de Babilonia, Egipto era un lugar donde claramente el pueblo sufrió el abuso y la opresión de la esclavitud. Y pensar que todo esto estaba previsto, tal como Dios le dijo a Abraham (entonces Abram):

Ten por cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí, y serán por ellos afligidos cuatrocientos años.

Genesis 15:13

Fue tal el impacto que Yehováh quiso crear sobre el pueblo de Israel, que debieron pasar por la esclavitud para valorar lo que sería la libertad, y Quien era su salvador.

Pero a Israel no le molestó ser esclavo desde siempre. Hubo un punto específico en donde el pueblo dice “¡suficiente!” y se genera un punto de inflexión en la historia:

Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.

Éxodo 2:23

Tal como los hijos de Israel clamaron a Dios por motivo de su servidumbre, uno debe reconocer cuáles son las cosas en nuestra propia vida que nos mantienen atrapados y que nos impiden desarrollar nuestro potencial a un 100%. Debemos “clamar” a nuestro Creador, reconociendo que necesitamos salvación de esas cosas, y Él escuchará nuestro clamor tal como escuchó a los hijos de Israel. ¿Pero acaso nos traerá un jet privado para llevarnos a la Tierra de Israel en primera clase? Mmmm, no creo. Habrá una larga caminata por delante y probablemente no nos tomará un día el llegar a donde nos dirigimos, pero no hay dudas de que vale la pena y el esfuerzo. 

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Desde Primeros Frutos hasta Shavuot

Cortesía del Club de Patrocinadores

Los Evangelios Cronológicos

Tres días después de su muerte, Yeshúa resucita y cumple la figura del Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) presentando los primeros frutos al Padre. Eventualmente, se les aparece a sus discípulos en Jerusalen, y luego en el Mar de Galilea. Da a conocer la “gran comisión” y les habla a sus discípulos acerca de la “promesa del Padre”

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Pesaj, inicio de la práctica del Shemá

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Oye, Israel: Yehováh nuestro ‘Elohim, Yehováh, uno es. Amarás a Yehováh tu ‘Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Estas palabras que te ordeno hoy, han de permanecer sobre tu corazón, y las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas sentado en tu casa, andando por el camino, al acostarte y al levantarte. Las atarás como señal sobre tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos. Y las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas.
Deuteronomio 6:4-9

Esta porción ha sido memorizada por cada Israelita a lo largo de la historia, hasta el presente. Es lo primero que decimos al levantarnos y lo último que decimos al acostarnos cada día (lo cual es una excelente manera de tener presente el mandamiento) y constituye también las últimas palabras de un moribundo; tal es su importancia.

Cuando en ésta porción se nos habla de amar, no se refiere a las expresiones sentimentales que acostumbramos a proferir a quienes son objeto de nuestro afecto. Amar, como lo aclaró Yeshúa es obedecer: Juan 14:21,23:

El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama…
…Si alguno me ama, guardará mi palabra…

Y en la porción de Devarim (Deuteronomio), conocida como El Shemá, se nos dice cómo obedecer:

  • Con todo tu corazón
  • Con todo tu ser
  • Con todas tus fuerzas 

Entonces cabe la pregunta: ¿Tiene tu obediencia esas características? Porque esa expresión de amor es la que Yehováh espera de nuestra parte, más que danzar y gritar:  “te amo, te amo, te amo” al ritmo de cualquier música, como si fuera un mantra oriental en una reunión o a solas; expresiones que no son del todo reprobables, pero que son totalmente insuficientes.

La obediencia a las Instrucciones o Toráh entregada por Yehováh, es la única garantía para mantenernos en el camino estrecho y para lograr pasar por la puerta también estrecha, que conduce al Reino, ¡y qué pocos son los que la hallan!

Quizás te preguntas cuáles mandamientos debes obedecer. Y la respuesta es: todos los que halles en la Palabra y que se apliquen a tu condición. Solo los mandamientos relacionados con los rituales en el Templo, perdieron su vigencia por cuanto el Templo fue destruido en el año 68 D.C. Sin embargo todos los demás mandamientos mantienen su vigencia: Festividades, memoriales y todos los que tienen que ver con nuestras relaciones con Yehováh, con nuestros semejantes y con el cuidado de la Creación.

La segunda parte del Shemá, nos entrega una gran responsabilidad: Educar, instruir, enseñar a las nuevas generaciones las maravillas de Yehováh. El libro de los Salmos declara:

Yehováh estableció un decreto en Yaakov (Jacob), ordenó una Toráh en Yisrael; encargó a nuestros padres que la diesen a conocer a sus hijos; para que la conozca la generación futura, los hijos que han de nacer, para que los que se van levantando la cuenten a sus hijos; para que pongan en Elohim su confianza y no olviden las obras de ‘El (Dios) sino que observen sus mandamientos; para que no sean como sus padres, generación terca y rebelde, generación de corazón inconstante y cuyo espíritu fue desleal a ‘El.
Salmo 78:5-8

¿Y qué tiene que ver el Shema con Pesaj?

Al comenzar un año, Pesaj es la primera de las celebraciones de Yehováh que da inicio a Matzot – Panes sin Levadura, y es la mejor ocasión para poner en práctica lo que dice el Shemá, inculcando a nuestros hijos las verdades de la Toráh, mientras llevamos a cabo la celebración y les contamos el relato de la gran salvación que hizo Yehováh en nuestro favor.

Así que toma un tiempo para conmemorar nuestra salida, tu salida de Egipto (el mundo), y comunica a tus hijos las cosas grandes que hizo Yehováh por ti.

Shalom.

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