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¿Juicios Divinos? o Advertencias…


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Christians raising their hands in praise and worship at cross background

La iglesia anti-Yeshúa

Mantener una posición antijudía o antisemita, no solo es inconsistente con la profesión de fe en Yeshúa, sino que rechaza totalmente la identidad que Yehováh el Padre quiere darle a sus hijos

La iglesia, desde sus inicios en el siglo IV se definió como una entidad antisemita. Esto significa que asumió una posición agresiva, intolerante e injusta contra el pueblo judío, acusándolo de ser el responsable de la muerte de Jesús. Por supuesto, tal planteamiento condujo a la eliminación de todo contacto con las raíces hebreas de la fe que estaba comenzando a promover; lo que dio como resultado un sistema religioso humano, limitado en su proclamación de la Verdad.

Al presente aún es evidente tal posición antijudía en la mayoría de los que se identifican como “seguidores de Jesús, el Cristo“, siendo este un personaje que está totalmente desconectado de su identidad hebrea, porque ha sido occidentalizado para satisfacer los requisitos doctrinales y teológicos que “la iglesia” desarrolló a su conveniencia.

Mantener una posición antijudía o antisemita, no solo es inconsistente con la profesión de fe en Yeshúa, sino que rechaza totalmente la identidad que Yehováh, el Padre quiere darle a sus hijos, puesto que Su plan es injertar en Israel a todo aquél que toma la decisión de aceptar la obra redentora de su Hijo Yeshúa. En otras palabras, Yehováh nunca planeó que existiera una organización que se llamara “iglesia“, y mucho menos envió a Yeshúa a fundarla como algo aparte de su pueblo Israel o peor aún, en reemplazo de este. Yehováh hizo un pacto con Abraham, Isaac y Jacob y declaró:

Así dice Yehováh: Si los cielos pudieran ser medidos arriba, o se exploraran los cimientos de la tierra abajo, entonces también Yo desecharía a la descendencia de Yisrael por todo lo que hicieron, dice Yehováh. Jeremías 31:37

Así dice Yehováh: Como es cierto que he creado el día y la noche, y he establecido los cielos y la tierra, también es cierto que no desecharé el linaje de Jacob y de David mi siervo, dejando de tomar de su descendencia quien sea señor sobre el linaje de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque cambio su suerte y les tengo compasión. Jeremías 33:25-26

Fue en 1492, el mismo año en el que Cristobal Colón partió en su búsqueda de una ruta nueva para llegar a las Indias, que la expulsión de los judíos de España fue ordenada por los Reyes Católicos Fernando e Isabel, mediante el Edicto de Granada, con la finalidad de impedir que siguieran influyendo en los cristianos nuevos para que éstos se convirtieran al judaísmo. La decisión de expulsar a los judíos – o de prohibir el judaísmo – estuvo relacionada con la instauración de la Santa Inquisición catorce años antes en la Corona de Castilla y nueve en la Corona de Aragón, porque precisamente, esta fue creada para perseguir a los judeoconversos que seguían practicando su antigua fe.

Cuando Colón llegó a América, muchos judíos vieron la oportunidad de huir de Europa para establecerse en el Nuevo Mundo y así lo hicieron, aunque la iglesia católica quiso extender su influencia y también aprovechó para expandir sus falsas doctrinas y dicho sea de paso también su persecusión antisemita, que llegó como la Santa Inquisición al Nuevo Mundo.

El cristianismo actual, sigue siendo hijo de Roma; porque cuando se efectuó la Reforma, tan solo se dio un pequeñito paso al lado; pero la nueva iglesia continuó enseñando casi la misma teología, además de mantenerse observando el mismo calendario con sus fiestas de origen pagano y manteniendo su actitud antisemita como lo demuestra la historia.

Por eso no es sorprender que hasta el día de hoy, el cristianismo sea renuente a seguir al Yeshúa hebreo: el judío, el que observó el Shabbat, el que guardó la Toráh de Yehováh, el que celebró las Fiestas de Yehováh, el que modeló la obediencia, el que enfrentó el sistema religioso oficial de la época, y prefiera en cambio, seguir a Jesucristo, una copia occidentalizada del verdadero Mesías.

Ahora le corresponde a esta generación, cuestionarse, investigar, estudiar la Palabra para verificar lo que ha heredado, examinándolo a la luz de la revelación entregada por Yehováh a Su pueblo y una vez más deberá tomar la decisión crucial: ¿Continuará participando del juego de la religión oficialmente establecida y heredada? ¿O reconocerá a Yeshúa el Mesías, el judío, como el enviado por el Padre a instaurar Su Reino?

¿Tú qué camino tomarás?

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El Calendario que deberíamos seguir

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Deberíamos ordenar nuestras vidas por el calendario Lunar-Solar

Quienes vivimos en Occidente, estamos familiarizados con el calendario Gregoriano, que es exclusivamente solar, aunque ni siquiera conozcamos su origen. Simplemente cumplimos nuestras rutinas de trabajo, estudio, vacaciones, cumpleaños y demás, siguiendo la manera de contar el tiempo que nos fue impuesta por la Iglesia Católica, cuando su dirigente Gregorio III determinó hacer ajustes al calendario romano.

Sin embargo debemos tener en cuenta que el libro de Bershit (Génesis) nos dice:

Y dijo ’Elohim: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para diferenciar entre el día y la noche, y sirvan por señales, y para solemnidades, y para días y años, y sean por luminarias en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la Tierra. Y fue así. Génesis 1.4

Es claro que el propósito original del sol y de la luna, las dos lumbreras, era:

  • Diferenciar el día de la noche
  • Que sirvan para señales
  • Que marquen las Solemnidades o Festivales de Yehováh
  • Que sirvan para contar el tiempo: los días y los años.

Es decir que deberíamos ordenar nuestras vidas por el calendario Lunar-Solar; al hacerlo, estamos obligados a depender de Yehováh, porque para dar inicio a cada mes debemos esperar a que la luna sea avistada en el cielo, después de las noches de su ausencia.

Yehováh, administra su Creación y el desarrollo de la historia, de acuerdo a Su calendario, y no de acuerdo al que sigue el mundo.

Por ejemplo, al comienzo del invierno el mundo celebra la navidad, el año nuevo y las fiesta de los reyes magos; pero ninguna de estas cuenta con respaldo de las Escrituras y son más bien un pretexto comercial para mejorar los balances contables de finales del año fiscal. Por todo esto, quienes seguimos las Leyes del Reino – La Toráh, no estamos obligados a participar en tales cosas, y aunque sintamos la presión social y familiar para participar en ellas, sabemos que pertenecemos a una familia cuyos parámetros de vida son enteramente diferentes lo cual ¡nos hace libres!

El calendario Bíblico Restaurado, está disponible para ser consultado mes tras mes en esta página; basta que vayas al menú: Fiestas Bíblicas: El Calendario Bíblico, y allí podrás descargar una copia del mes correspondiente.

Shalom!

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Cómo guardar el Shabbat

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No hay nada en la Toráh que nos instruya respecto a lo que se debe hacer para comenzar el Shabbat.

En varias ocasiones hemos hablado del significado del Shabbat; pero hoy vamos a la parte práctica. Entre otros aspectos hablaremos de cómo iniciar el Shabbat, qué hacer a lo largo del día y cómo concluirlo.

Si te inquieta conocer el significado del Shabbat y si está vigente o no, te sugiero visitar estos temas:

Shabbat, el primer mandamiento

Shabbat, día de reposo

Cómo iniciar el Shabbat. Este día de reposo inicia a la caída del sol los viernes. Mientras el mundo sale a cerrar la semana con los programas de viernes cultural, los hijos de Yehováh entramos en un domo de tiempo de 24 horas para  abstraernos precisamente de los afanes del mundo y de las rutinas de la vida; y la mejor manera de iniciar el Shabbat, es marcando su comienzo.

Hay quienes para iniciarlo, encienden velas y comparten un trozo de pan y una copa de vino; hay quienes simplemente oran agradeciendo por la semana que terminó y por el día de descanso que está comenzando, y hay quienes preparan una cena especial, diferente de lo común y adornan su mesa de manera inusual para dar la bienvenida al Shabbat. La verdad es que no hay nada en la Toráh que nos instruya respecto a lo que se debe hacer para comenzar el Shabbat. No hay una manera correcta, o incorrecta. Pero para efectos de saber que ya ha comenzado ese día especial, es bueno hacer algo que nos indique que tal tiempo ha comenzado.

Durante el Shabbat.

El significado primario de la palabra Shabbat, es “cesar de hacer algo”

En el séptimo día Dios terminó con su obra que había hecho, así que descansó en el séptimo día de toda su obra que había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo separó como santo; porque en ese día Dios descansó de toda su obra que había creado. Génesis 2:2-3 CJB

Yehováh nuestro Creador, cesó de crear y apartó (santificó) ese día, es decir que lo consideró diferente de los demás. Tampoco se nos dice que hizo Él a lo largo del día, ni se nos instruye respecto a lo que debemos hacer; pues al fin y al cabo se trata de “dejar de hacer”.

Este es un día para compartir con Yehováh, tomando tiempo para ir a Su Palabra, sin afanes ni interrupciones (de las redes sociales, de los anuncios comerciales, de programas de tv, etc), para lo cual es ideal usar al mínimo aparatos electrónicos; incluso hay quienes los apagan o los dejan aparte y solo responden en casos de emergencia.

Es también un día para estar con la familia: Con tu cónyuge, tus hijos, o con tus padres, hermanos, etc. Durante ese día te puedes relajar y pasar tiempo suficiente con ellos escuchándolos, mostrándoles afecto, o haciéndoles algún servicio si fuere necesario (por ejemplo, en caso de estén enfermos puedes prepararles algo de comida, o arreglar su casa).

Es también un día para celebrar la Creación, lo cual puedes hacer saliendo a dar un paseo por un parque tranquilo, por un bosque o por una montaña, porque seguramente hallarás motivos que detonarán tu corazón con palabras de admiración y gratitud a Yehováh por su maravillas.

Es un día para estar tranquilo; esto requiere de cierto esfuerzo consciente para sacar de la mente toda preocupación; y si se presentare alguna, simplemente deposítala en las manos de tu Padre eterno, que Él tiene cuidado de ti. Descansa, haz una siesta, quédate quieto…

Cierre del Shabbat. Finalmente, así como hiciste un inicio, te recomiendo hacer un final para concluir el Shabbat. A la caída del sol de ese día, haz alguna ceremonia, usa creatividad y termina agradeciendo a nuestro Padre Yehováh, por haberte permitido entender la importancia de este día. Concluye poniendo en Sus manos, la semana que estás comenzando y así disponte a reiniciar tus actividades normales.  

Respecto a la comida. La Toráh nos instruye a preparar con antelación lo que hemos de comer. Lo ideal es no cocinar durante ese día, ni tampoco estar en el plan de arreglar la casa, el auto o la cocina.

Esto es lo que Yehováh ha explicado: Mañana es Shabbat; Shabbat santo para Yehováh. Lo que habéis de hornear, horneadlo, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo, y todo lo que sobre, depositadlo para conservarlo hasta la mañana.” (Éxodo 16:23, BTX)

Así que el Shabbat está pensado para que también las amas de casa cesen de su rutina diaria, descansen y renueven sus fuerzas. Sea Yehováh dándote entendimiento en todo. Si tienes preguntas, puedes dejarlas al final de esta publicación.

¡Shalom!

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No procastines. Hoy debes renovar el Pacto con Yehováh

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Nuestro Padre es atemporal y vive en un eterno presente.

¿Qué es Procastinar?

Es un término contemporáneo que significa diferir o aplazar.

Una manera elegante de decir: No

Antes de existir los supermercados, en las tiendas de barrio era usual que las familias vecinas abrieran cuentas para comprar sus alimentos fiados, con el propósito de pagarlos el fin de semana cuando recibieran su paga. Sin embargo cuando los clientes comenzaron a fallar su compromiso, los tenderos cerraron los créditos; y de manera coloquial y humorística, colocaron letreros que decían: “hoy no fío; mañana, sí”; así procastinaban, aplazaban, su servicio, y quedaban bien con sus clientes, pero ese día nunca llegaría.

Un “hoy” que siempre es presente

En Deuteronomio 29:10-15 nos hallamos con el caso contrario cuando Yehováh usa la palabra hoy, con el propósito de enfatizar la vigencia permanente del Pacto que había realizado con su pueblo Yisrael. Cinco de las ocho veces que aparece la palabra en este capítulo, están relacionadas directamente con dicho Pacto. Tales declaraciones fueron pronunciadas hace miles de años; pero cuando las leemos hoy, nos encontramos que todo su contenido es aplicable a nosotros hoy y nos afecta profundamente. Veamos esos versos:

Hoy todos vosotros estáis ante la presencia de Yehováh vuestro Dios: vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos, vuestros oficiales, todos los hombres de Yisrael, vuestros pequeños, vuestras mujeres, y el extranjero que está dentro de tus campamentos, desde el leñador hasta el que saca tu agua, para que entres en el Pacto con  tu Dios, y en su juramento que Yehováh  tu Dios hace hoy contigo, para confirmarte hoy como pueblo suyo, y que Él sea tu Dios, tal como te ha hablado y como juró a tus padres Avraham, Yitsjak y Ya`akov. No con vosotros solos hago este Pacto y este juramento; ciertamente es con los que están hoy aquí con nosotros en presencia de Yehováh nuestro Dios y también con los que no están hoy aquí con nosotros.

Nuestro Padre es atemporal y vive en un eterno presente. De manera que para Él, ese día que habló fue su “hoy” tanto como lo es éste en el que estamos leyendo estos pasajes.

Cuando lo entendemos de esta manera, nos damos cuenta de que estamos incluidos en esa multitud que estuvo presente aquél día. Por si quedaran dudas, mira de nuevo con atención el verso 15:

ciertamente es con los que están hoy aquí con nosotros en presencia de Yehováh nuestro Dios y también con los que no están hoy aquí con nosotros.

Esto nos incluye a ti y a mí! No estábamos físicamente presentes en aquél “hoy”, pero lo estamos en el de este día: hoy. Y siendo que Yehováh no cambia, podemos estar seguros de que somos parte de ese pacto si realmente entendemos y aceptamos que hemos sido injertados en Israel mediante la obra de nuestro Mesías Yeshúa.

Como podemos concluir, Yehováh está expectante de que nosotros en nuestro presente, nuestro hoy, entremos en el Pacto que hizo con nuestros padres en el pasado. Desea que seamos Su pueblo y que le reconozcamos a Él como nuestro Dios. El asunto es que esto no es algo que se hace solo con una oración de fe; requiere de una forma de vida alineada con la Toráh porque de eso trata el Pacto en el que hemos entrado. (Ver tema: ¿La oración de fe nos salva?)

No procastinemos, no aplacemos. Hoy, tenemos la oportunidad de decir Sí a nuestro Padre, y cada día deberá ser de la misma manera, puesto que no solo la Toráh mantiene su vigencia por generaciones, sino que su obediencia es también la credencial que identifica al auténtico pueblo de Yehováh hoy y siempre.

Programa de Radio relacionado:

¿Nos hace salvos la oración de salvación?

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¿Vamos de nuevo camino a la esclavitud?

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¿Nos estamos moviendo de vuelta a un sistema totalitario y esclavizante? Demos una mirada a la cruda realidad que estamos viviendo, y comencemos a hacer la diferencia, porque para eso fuimos puestos en la tierra.

El séptimo día es shabbat para Yehováh tu Dios. No harás labor alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu animal, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Éxodo 20:10

Este es uno de los múltiples versos de la Toráh que hacen alusión al respeto que se debe tener hacia los siervos. Si bien en los tiempos en que fue escrita la Toráh, era una práctica aceptable “adquirir” ó “vender” a una persona como siervo, Yehováh establece una perspectiva humanitaria al respecto. Tales expresiones hoy nos parecen repulsivas, por cuanto hablar de comprar o vender un ser humano no solo es detestable sino cruel e injusto. Pero esta situación sigue ocurriendo en nuestros días solo que sutilmente disfrazada y utilizando otros nombres. 

Tristemente, conforme avanza nuestra sociedad, cada vez los empleados se parecen más a los esclavos de la antigüedad. No es un secreto que existen patrones o dueños de compañías que se comportan como si también poseyeran las vidas de sus empleados o subalternos, manteniéndolos amedrentados bajo amenazas de despido, si es que no actúan conforme a sus caprichos, y les hacen sentir como personas sin valor al enfatizarles que son individuos prescindibles o en otras palabras, desechables y de fácil reemplazo, cuando ya no se ajusten a los deseos de sus jefes, gerentes, ejecutivos, supervisores o quien sea que ejerza autoridad sobre ellos.

Cuando a una persona se da trabajo pero sin darle días de descanso, o bien condicionándoselos a las necesidades de la empresa, cuando el salario no corresponde con el esfuerzo o la capacitación que exige tal empleo, cuando se establece una diferencia de pago según el sexo de la persona, entonces estamos ante condiciones de esclavitud, porque el empleador teniendo conocimiento de que hay decenas o cientos de potenciales empleados, se aprovecha de tal circunstancia para hacer demandas que calificamos de detestables, crueles e injustas, y usamos así las mismas palabras que describen lo que sentimos ante el concepto de la trata de personas mencionada anteriormente.

¿Estás en una posición de autoridad en tu trabajo?

Cualquiera que sea el nivel de autoridad que manejes en tu lugar de trabajo, tienes la responsabilidad (si es que eres un seguidor de Yeshúa), de actuar conforme a las instrucciones de Yehováh al respecto (Exodo 21:2-6; Efesios 6:9)

El propósito de nuestro Creador no es ampliar la cantidad de personas subyugadas, sino permitir que quienes están mejor capacitados ayuden a los menos favorecidos. Así es que, un patrón o jefe que teme a Yehováh y respeta Sus decretos u ordenanzas, respetará también a sus empleados o subalternos preocupándose diligentemente por el bienestar de ellos y de los suyos.

¿Eres subalterno?

En este caso tenemos en las cartas de Shaúl (Pablo)  principios de la Toráh que él provee en Efesios 6:5-8 y Colosenses 3:22-24, enseñado claramente que la actitud que debemos tener cuando realizamos un trabajo o hacemos un servicio, debiera ser la misma que si tal acción la estuviésemos haciendo para nuestro Padre. En eso consiste ser luz en un mundo de tinieblas.

Esta actitud no impide que anhelemos progresar en el trabajo o ascender, como se dice mas popularmente; es más bien un llamado a evitar la mediocridad, la irresponsabilidad y la falta de testimonio, cosas por las cuales el Nombre de Yehováh y de Yeshúa son menospreciados entre quienes conocen de nuestra identidad espiritual. Actuar con integridad en el trabajo abre las puertas para escalar a posiciones mejores porque realmente quien está detrás de todo, es Yehováh y quizás te está entrenando por medio de tales experiencias para que puedas ejercer cargos de mayor cuidado y responsabilidad cuando llegues a Su Reino.