En aras de la democracia, hemos sido educados para seguir a la mayoría sin importar si está equivocada; nos han enseñado que si todo el mundo lo hace, debe ser correcto, y esto es un enorme engaño.
No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y difamaron ante los hijos de Israel la tierra que habían explorado, diciendo: El país que fuimos a explorar es un país que devora a sus habitantes, y todo el pueblo que vimos en medio de él son hombres de inmensa estatura. También vimos allí a los nefileos, descendientes de Anac, raza de gigantes, y nos pareció que éramos como langostas ante sus ojos. Entonces toda la asamblea levantó la voz y clamó, y el pueblo se pasó llorando aquella noche. Y todos los hijos de Israel murmuraron contra Moisés y Aarón, y toda la asamblea les dijo: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto!, ¡Ojalá muriéramos en este desierto! ¿Para qué nos trae Yehováh a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros pequeños sirvan de presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Y cada cual decía a su hermano: ¡Pongamos un caudillo y regresemos a Egipto! – Números 13:32-14:4
Los capítulos 13 y 14 del libro de Números, nos narran en detalle las reacciones, los sentimientos, las quejas y los planes que consideró el pueblo de Israel ante el reporte de los diez espías que fueron enviados por Moisés a examinar la tierra que habrían de poseer. La totalidad, con excepción de dos personas, llegó a considerar devolverse a Egipto, ¡lo cual nos parece increíble! pero así fue; como consecuencia de este desatino, todos los mayores de 20 años, fueron condenados a morir en ese terrible desierto durante los siguientes 40 años. Todo por haberse dejado arrastrar por la mayoría en tan nefasta idea.
Cuando Yahoshua (Josué) y Caleb junto con Moshé y Aharon se opusieron, casi los lapidan! Yehováh entonces determinó exterminar al pueblo y empezar de nuevo con la simiente de Moshé. Pero la intervención de éste a favor del Nombre de Yehováh y la fama que obtendría si así actuara, hace que Yehováh cambie sus planes.
En aras de la democracia, hemos sido educados para seguir a la mayoría sin importar si está equivocada; nos han enseñado que si todo el mundo lo hace, debe ser correcto, y esto es un enorme engaño. Basta dar un vistazo al presente: Como la mayoría lo apoya, entonces el aborto es aceptable, el matrimonio ya no es entre un hombre y una mujer, el uso de sustancias alucinógenas es divertido, el libertinaje sexual es muestra de madurez, etc.
Así la mayoría se inclina ante tales cosas para validarlas y para que luego sean impuestas a todos los demás. ¿Y qué hacemos nosotros? Callamos; miramos de reojo y no nos atrevemos a denunciar la maldad, la perversión, la injusticia y demás cosas que van en contra de la Toráh de Yehováh, convirtiéndonos en cómplices de todo eso aunque no lo practiquemos. Pero el Reino de Yehováh no opera de esa manera.
Cada uno de nosotros es responsable ante de Juez Supremo, de las decisiones que tomamos día tras día. Llegará el momento en que tendremos que comparecer individualmente ante Él y no podremos defendernos esgrimiendo argumentos tales como: “es que todos en mi iglesia lo hacían”, o: “era lo que estaba de moda”, o: “los grandes teólogos nos enseñaron así…” etc. No. Ese día serán descubiertos nuestros pensamientos e intenciones más profundas y saldrá a la luz la pereza que ejercitamos para no ir a investigar en su Palabra, el desgano para obedecer la Toráh y la mediocridad para ser luz en un mundo en tinieblas.
Conozco tus obras, que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Y por cuanto eres tibio, y no caliente ni frío, estoy por vomitarte de mi boca. Apocalipsis 3:15-16
Pero aún estamos a tiempo para no ser “duros para aprender” y a continuación te comparto algunas de las lecciones que nos deja esa porción de la Escritura:
- La murmuración envenena y mata.
- Es fácil olvidar los prodigios de Yehováh a nuestro favor.
- El temor puede conducir a la rebeldía.
- Al igual que Moshé, debemos enfocarnos en la gloria del nombre de Yehováh, no en la nuestra.
- Las palabras tienen consecuencias, muchas veces irreversibles. El pueblo que murmuró finalmente pereció en el desierto.
- La herencia que estaban a punto de recibir, no les pudo ser entregada hasta 40 años después, pero a sus hijos. ¿Estaremos retrasando bendiciones de Yehováh sobre nosotros y los nuestros a causa de ser “duros para aprender”?
- El remanente que sigue a Yehováh es muy pequeño. De los miles de hombres mayores de 20 años, solo dos entraron en la tierra: Caleb y Yahoshúa. No te fíes de lo que hace la mayoría
- Las características de Caleb y Yahoshúa:
- Confianza en Yehováh,
- Disposición a obedecer,
- Tenacidad,
- Actitud positiva: solo ellos se enfocaron en la calidad de la tierra, lo que les habían ordenado hacer.
- Ante la disciplina declarada por Yehováh, el pueblo decide ir a la conquista pero por la motivación errada, ¡rebelándose así una vez más contra las instrucciones de Yehováh!
- Cuando actuamos por orgullo, es decir motivados por nuestro ego, somos derrotados, pues Yehováh nunca nos respaldará procurándonos una victoria (Filipenses 2:3-4).
Conclusión
No seguirás a la mayoría para hacer mal, ni testificarás sobre contienda alguna, inclinándote a la mayoría para pervertir la justicia; Éxodo 23:2