¿Vale la pena llorar por eso?

El llanto, cuando nace de la desesperanza y no de la fe, puede ser rechazado por el cielo.

Y llorasteis delante de Yehováh, pero Él no escuchó vuestra voz, ni os prestó oído.

Devarim / Deuteronomio 1:45

Llorar no siempre mueve el corazón del Creador. Sí, leíste bien.

El llanto, cuando nace de la desesperanza y no de la fe, puede ser rechazado por el cielo. Así ocurrió con nuestros antepasados en el desierto. Lloraron amargamente… pero no fue un llanto santo, fue un llanto de incredulidad. No fue de arrepentimiento, sino de autocompasión. No de humildad, sino de rebelión disfrazada de dolor.

El contexto es claro: Yehováh les había prometido una tierra buena, amplia, bendecida. Pero al escuchar el informe de los espías, el pueblo no elevó su mirada al Cielo, sino que bajó los ojos al suelo, temblando ante los gigantes. Lloraron. Y Yehováh selló aquel día como uno de llanto para las generaciones venideras.

Ese día fue el 9 de Av.

Desde entonces, el 9 de Av (día 9 del quinto mes hebreo), se ha convertido en una fecha marcada por tragedias: la destrucción del Primer y Segundo Templo, la expulsión de los judíos de España, la persecución durante las Cruzadas y mucho más. ¿Casualidad? ¡No! Fue Yehováh mismo quien dijo: “Si lloran sin causa, les daré razón para llorar en esta fecha” (según el Talmud, Ta’anit 29a).

Esto no es venganza. Es una lección espiritual.

¿Qué nos enseña esto hoy?

Muchos creyentes siguen llorando por lo que no tienen, en lugar de agradecer por lo que ya se les ha prometido. Se quejan de la dificultad del camino, en vez de celebrar que van rumbo a la herencia eterna. Y así, ¡repiten la historia!

Y tú… ¿estás llorando por miedo o por falta de confianza? ¿Te paraliza el “no puedo” más que te impulsa el Yehováh puede”?

Hay un tipo de llanto que penetra en los cielos: el llanto de arrepentimiento (como el de David, como el de Pedro). Pero hay otro que los cierra: el llanto de incredulidad o de amargura.

Tres tipos de llanto: ¿cuál es el tuyo?

  1. Lágrimas de arrepentimiento:

    Nacen de un corazón quebrantado. Son como incienso delante del trono.

    “Los sacrificios de Elohim son el espíritu quebrantado…” (Salmo 51:17)

  2. Lágrimas de dolor con esperanza:

    Son legítimas. El sufrimiento duele. Pero si están bañadas en fe, traen consuelo.

    “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán” (Salmo 126:5)

  3. Lágrimas de queja y temor:

    Estas no tocan el corazón de Yehováh; más bien, revelan una actitud de incrdulidad a Su Palabra.

    “Llorasteis… pero Él no escuchó vuestra voz.” (Devarim 1:45)

¿Qué podemos hacer hoy?

Examina tu corazón: ¿Tus lágrimas vienen del quebranto o de la frustración?

Confiesa tu incredulidad: Si te has quejado en vez de confiar, arrepiéntete.

Ora con intención: No basta con llorar. Llora con propósito. Llora por ti. Llora por Israel. Llora por los que no conocen a Yehováh. Y si vas a llorar… que sea por algo que valga la pena:

Llora por las almas perdidas; llora por los que se apartaron; llora por tu pecado; llora por la restauración de Israel, pero no llores porque el camino es difícil. Eso solo prolonga la travesía.

No repitas el error de nuestros padres. Levántate. Cree. Y si lloras… que tus lágrimas sean contadas en los cuencos del Cielo.


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