Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Creador nos muestra que nuestra relación con los demás debe estar marcada por el amor, la misericordia y el respeto.
Vivimos en un mundo donde muchas veces las personas están más enfocadas en lo que pueden obtener que en cómo pueden ayudar. Sin embargo, la Escritura nos enseña que el corazón de Yehováh se mueve por la compasión y la justicia. Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Creador nos muestra que nuestra relación con los demás debe estar marcada por el amor, la misericordia y el respeto.
Una de las enseñanzas más claras sobre este tema se encuentra en Levítico 25:35-36:
“Si tu hermano empobreciere, y se acogiere a ti, tú lo ampararás… No tomarás de él interés ni usura, sino tendrás temor de tu Dios, y vivirá tu hermano contigo.”
Este pasaje nos recuerda que si alguien a nuestro alrededor está pasando necesidad, no debemos ignorarlo. Al contrario, nuestro Padre nos llama a ampararlo, a tratarlo con dignidad y a no aprovecharse de su debilidad.
Un hermoso ejemplo de compasión y justicia en acción es la historia de Booz y Rut. Rut era una mujer extranjera, viuda y pobre. No tenía derechos ni protección en la sociedad israelita. Pero Booz, al verla recogiendo espigas en su campo, no solo le permitió hacerlo, sino que también ordenó a sus trabajadores que dejaran espigas intencionalmente para ella (Rut 2:15-16). Además, más adelante, Booz actúa como redentor y se casa con ella, restaurando su dignidad y su futuro.
“Yehováh pague tu obra, y tu recompensa sea cumplida de parte de Yehováh Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.” – Rut 2:12
La historia de Rut y Booz nos enseña que la compasión va más allá de sentir lástima. Implica acciones concretas para levantar al que está caído.
Nadie mostró más compasión que Yeshúa. Él no solo predicó el amor al prójimo, lo vivió cada día de su ministerio. Uno de los momentos más impactantes fue cuando alimentó a más de 5,000 personas que lo seguían y escuchaban sus enseñanzas.
“Y salió Yeshúa y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.” Mateo 14:14
“Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.” – Mateo 14:19
Yeshúa vio la necesidad de la gente y no la ignoró. Sanó, alimentó, enseñó y abrazó a los que eran despreciados por la sociedad: leprosos, pecadores, mujeres marginadas y niños.
En el Sermón del Monte, Yeshúa enseñó:
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.” Mateo 5:7
La misericordia no es solo sentir pena, sino actuar con ternura, paciencia y perdón. Yeshúa prometió que aquellos que sean compasivos con otros también recibirán compasión de Dios.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” Mateo 5:6
Esto nos habla de tener un corazón que busca lo correcto, que se duele ante la injusticia y que desea que todos vivan con dignidad y esperanza.
La compasión y la justicia son temas repetidos en los Salmos y Proverbios. Veamos algunos ejemplos que nos pueden ayudar a reflexionar:
“Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos.” Salmo 82:3-4
Este pasaje nos recuerda que Dios nos llama a defender a los vulnerables y a usar nuestras palabras, recursos y posición para ayudar a otros.
“El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.” Proverbios 14:31
Cuando ayudamos al necesitado, estamos honrando a Dios mismo, porque cada ser humano fue hecho a su imagen.
“A Yehováh presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.” Proverbios 19:17
Este versículo nos muestra que cada acto de generosidad es una inversión en el cielo. El Todopoderoso ve y recompensa lo que hacemos con corazón sincero.
A veces pensamos que ayudar al prójimo es solo para los ricos o para los líderes religiosos. Pero la verdad es que todos podemos hacer algo. Un plato de comida, una palabra de ánimo, una oración, una llamada, una sonrisa… todo cuenta. Y en muchos casos, lo que damos puede cambiar el día o incluso la vida de alguien.
¿Nos hemos preguntado últimamente quién cerca de nosotros necesita un gesto de compasión? ¿Hay alguien que está solo, triste, enfermo o pasando por una crisis?
Conclusión
Tratar al prójimo con compasión y justicia no es una opción, es un mandato divino. Así como Yehováh nos trata con misericordia, nos llama a hacer lo mismo con los demás. Sigamos el ejemplo de Booz, de Yeshúa, y de tantos otros en la Escritura que entendieron que la verdadera fe se vive en el amor al prójimo.
Y nunca olvidemos lo que dijo el Señor:
“En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” – Mateo 25:40
¡Shalom!