Descarriados, mas nunca abandonados

¿Te lo habías preguntado alguna vez?  ¿Quién determinó las fronteras de cada nación y su tamaño? Nuestra mente responde: el hombre con sus guerras de independencia y ambición de conquista. Pero no fue así. Yehováh, nuestro Padre lo hizo! Él actúa como autoridad suprema y absoluta, distribuyendo los pueblos según su plan perfecto.

Como siempre sucede, las palabras de alguien que está por partir tienen una trascendencia especial porque representan el legado de toda una vida; y si había alguien que pasó por experiencias únicas, ese fue Moshé. Entonces vale la pena leer esta porción detenidamente y en dependencia del Ruaj HaKodesh para poder descubrir ese legado que nos ha de enriquecer para lo que resta de nuestras vidas.

Tan importante es éste cántico que en el verso 19 del capítulo anterior, Moshé le dice a Yahoshúa (Josué):

“Escribid este cántico para vosotros, y tú, enséñalo a los hijos de Yisrael. Ponlo en su boca, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Yisrael”. 

Así, el pueblo memorizó estas palabras, lo cual bien haríamos en hacer como descendientes que somos de Israel, además porque nuestra experiencia no difiere mucho de la de ellos.

Sólo me referiré a algunos de los versos que resaltan y enseñan grandes verdades. Pero seguramente Yehováh te guiará a otros tesoros, que por cierto agradecería los compartieras con otros lectores en la parte inferior de la página.

¡Atribuid la grandeza a nuestro ‘Elohim! Él es la Roca, cuya obra es perfecta, todos sus caminos son justos, Dios de fidelidad, sin injusticia, justo y recto es Él. La corrupción no es suya, de sus hijos es la mancha.  Deut. 32:3-5

Es fascinante mantener este concepto claro en nuestro corazón. Nuestro Padre es todo lo que dicen estos versos y más. Pero… ¿estamos convencidos de ello realmente? O… ¿nos mantenemos culpándole por situaciones que nosotros mismos hemos provocado, o que simplemente han llegado a nuestra vida y consideramos que es injusto que así sea? La corrupción NO ES SUYA! de sus hijos es la mancha. Cuando aprendamos a pensar de esta forma y asumamos la responsabilidad que corresponde a nuestro actuar, entonces y solo entonces, recibiremos la dirección, el soporte, el consuelo, el ánimo, la ayuda y demás que necesitemos de Sus manos.

LAS FRONTERAS DE LAS NACIONES

¿Te lo habías preguntado alguna vez?  ¿Quién determinó las fronteras de cada nación y su tamaño? Nuestra mente responde: el hombre con sus guerras de independencia y ambición de conquista. Pero no fue así. Yehováh, nuestro Padre lo hizo! El actúa como autoridad suprema y absoluta, distribuyendo los pueblos según su plan perfecto. Por ejemplo en Deut. 2:5, Yehováh declara que ha entregado cierta tierra a la descendencia de Esav (Esaú) (uno de los grupos árabes actuales) y en el 2:9 declara que otra tierra ha sido entregada a la descendencia de Lot.

A pesar de la bondad de Yehováh para con Israel, ilustrada en los versos 10 al 14, Yeshurún (nombre poético para Israel), una vez “que creció y se engordó”, es decir se creyó autosuficiente y poderoso, menospreció a la Roca de su salvación! de manera que desde allí hasta el verso 35, podemos leer de las consecuencias terribles de ese desatino. Toda suerte de males nos sobrevendrían, pero nunca seríamos totalmente abandonados.

¿ES AHORA DIFERENTE?

¿Somos nosotros mejores que ellos? ¿No nos ha sucedido que cuando las cosas prosperan y “nos engordamos”, nuestro corazón se ensoberbece y la relación con nuestro Padre se torna vacilante, obligatoria, fría, rutinaria y tediosa? Entonces ni nos damos cuenta que le hemos volteado la espalda y aunque sigamos jugando a la religión (con entrega de diezmos, sericio socail y todo lo demás), caemos en un abismo de materialismo que nos impide percibirle y mucho menos obedecerle.

En otras palabras nos comportamos tal y como lo hicieron nuestros padres. Por esa razón, todas las declaraciones de Moshé se cumplen también en nosotros, porque somos descendientes de Israel.

La teología cristiana tradicional afirma que Yehováh reemplazó a Israel con la Iglesia, lo cual constituye un craso error! Nunca en la mente de Yehováh hubo la idea de rechazar a Israel; de desecharlo o abandonarlo para reemplazarlo por un supuesto “Israel espiritual” como muchos pretenden. Yehováh restaurará finalmente a Israel y es lo que vemos a partir del verso 36.

Tan cierto es esto, que a quienes somos rescatados por Yeshúa se nos concede la ciudadanía de Israel (hablo de parte de Yehováh y no del gobierno terrenal actual). Somos vinculados a esa nación y a partir de allí todo lo que se ha prometido a Israel, es verdad para nosotros.

Poco antes de morir, Moshé enfatizó la importancia de

“poner en nuestro corazón todas estas palabras y poner por obra las palabras de esta Toráh, porque no es palabra vana sino Palabra de Vida”.

No debió ser sencillo para Moshé conocer que el pueblo que él había liderado iba finalmente a comportarse de tal forma y en consecuencia habría de pasar por semejantes adversidades por haberse rebelado contra las instrucciones de Yehováh; pero seguramente para ese momento ya Moshé sabía que el Todopoderoso Yehováh no se equivoca en sus propósitos y saca partido aún de las situaciones más adversas.

Podemos deducir que Yehováh es quien determinó las fronteras de Colombia, de USA, de México, de Canadá, etc. Obviamente eso sucedió a trvés de las históricas batallas que nos enseña la historia; pero no fueron solamente las conquistas de los revolucionarios! Y observa con qué criterio Yehováh hizo esa ditribución:

Cuando ‘Elyon daba a cada pueblo su heredad, y distribuía a los hijos del hombre, trazando las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de Israel… Deut 32:8

¿Qué nos sugiere esto? Pues ahora entendemos que los hijos de Israel estarían esparcidos por todas las naciones y nosotros somos parte de ellos. De manera que no es locura inferir que  Yehováh, de alguna manera incompresible para nosotros, llevó a cabo la tarea de distribuir la tierra teniendo en cuenta a los descendientes de Israel que llegarían a esas tierras. utilizando los medios que registra nuestra historia.


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