Yehováh sigue buscando personas como Noaj: hombres y mujeres que decidan caminar con fe, sin dejarse arrastrar por la corriente del mundo.
Cuando el libro de Génesis menciona los días antes del diluvio, describe una escena oscura: “…la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). Aquella generación había llegado a un punto en que el bien era despreciado y el mal era celebrado. El Todopoderoso vio la violencia, el engaño y la falta de compasión entre los hombres, y decidió poner fin a una humanidad que había olvidado a su Creador.
Sin embargo, entre toda esa corrupción, se menciona un nombre que brilla: Noaj (Noé). Dice el texto: “Pero Noaj halló gracia ante los ojos de Yehováh.” (Génesis 6:8). En medio de una sociedad perdida, un solo hombre decidió caminar en rectitud. Noaj no fue perfecto, pero vivía con integridad y fe, obedeciendo la voz del Altísimo aunque todos a su alrededor lo consideraran loco.
Hoy vivimos tiempos parecidos. La violencia crece, la mentira se disfraza de verdad, y muchos han perdido el respeto por la vida y por el Creador. Lo que antes era vergonzoso ahora se celebra, y lo que es justo y puro es rechazado. Como dijo el profeta Isaías: “…a los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz…” (Isaías 5:20). Parece que la humanidad ha regresado a los días de Noaj, cuando los valores estaban invertidos y la corrupción llenaba la tierra.
Pero en medio de todo esto, Yehováh sigue buscando personas como Noaj: hombres y mujeres que decidan caminar con fe, sin dejarse arrastrar por la corriente del mundo. Yeshúa mismo advirtió que “Mas como en los días de Noaj, así será la venida del Hijo del Hombre”. (Mateo 24:37). En esos días, la gente comía, bebía, se casaba y vivía como si nada fuera a pasar. No estaban preparados para el juicio que vendría. Hoy vemos la misma indiferencia: muchos viven sin pensar en el propósito eterno ni en el llamado del Todopoderoso a vivir en santidad.
El apóstol Shaúl -Pablo- también habló de estos tiempos difíciles. Escribió: “… en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos…” (2 Timoteo 3:1–2). Estas palabras parecen describir exactamente nuestra generación. Sin embargo, la respuesta sigue siendo la misma: mantenernos firmes, guardando la fe y caminando en justicia delante del Creador.
Noaj no cambió el mundo entero, pero cambió su destino y el de su familia. Fue un ejemplo de obediencia en un tiempo donde casi nadie escuchaba la voz de Yehováh. Su vida nos enseña que incluso si somos pocos, podemos marcar la diferencia. Podemos ser luz en medio de la oscuridad, esperanza en medio del caos.
El Todopoderoso no ha cambiado. Él sigue observando a la humanidad, buscando corazones dispuestos a vivir con pureza y verdad. En un mundo que se deteriora moralmente, el llamado es claro: caminar con Yehováh. No es a seguir modas, ni la aprobación de los hombres, sino a seguir la voz del Padre.
Así como el arca fue el refugio en los días de Noé, hoy nuestro refugio es Yehováh (Salmo 91:2), quien nos llama a permanecer fieles, porque los tiempos finales se acercan. Seamos como Noaj: obedientes, íntegros y llenos de fe, para que cuando Yehováh mire la tierra (Salmo 33:13-14), encuentre en nosotros a hombres y mujeres que teman a Él y caminen en rectitud y justicia.
¡Shalom!