Caminante perdido 2

Descarriados, mas nunca abandonados

¿Te lo habías preguntado alguna vez?  ¿Quién determinó las fronteras de cada nación y su tamaño? Nuestra mente responde: el hombre con sus guerras de independencia y ambición de conquista. Pero no fue así. Yehováh, nuestro Padre lo hizo! Él actúa como autoridad suprema y absoluta, distribuyendo los pueblos según su plan perfecto.

Como siempre sucede, las palabras de alguien que está por partir tienen una trascendencia especial porque representan el legado de toda una vida; y si había alguien que pasó por experiencias únicas, ese fue Moshé. Entonces vale la pena leer esta porción detenidamente y en dependencia del Ruaj HaKodesh para poder descubrir ese legado que nos ha de enriquecer para lo que resta de nuestras vidas.

Tan importante es éste cántico que en el verso 19 del capítulo anterior, Moshé le dice a Yahoshúa (Josué):

“Escribid este cántico para vosotros, y tú, enséñalo a los hijos de Yisrael. Ponlo en su boca, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Yisrael”. 

Así, el pueblo memorizó estas palabras, lo cual bien haríamos en hacer como descendientes que somos de Israel, además porque nuestra experiencia no difiere mucho de la de ellos.

Sólo me referiré a algunos de los versos que resaltan y enseñan grandes verdades. Pero seguramente Yehováh te guiará a otros tesoros, que por cierto agradecería los compartieras con otros lectores en la parte inferior de la página.

¡Atribuid la grandeza a nuestro ‘Elohim! Él es la Roca, cuya obra es perfecta, todos sus caminos son justos, Dios de fidelidad, sin injusticia, justo y recto es Él. La corrupción no es suya, de sus hijos es la mancha.  Deut. 32:3-5

Es fascinante mantener este concepto claro en nuestro corazón. Nuestro Padre es todo lo que dicen estos versos y más. Pero… ¿estamos convencidos de ello realmente? O… ¿nos mantenemos culpándole por situaciones que nosotros mismos hemos provocado, o que simplemente han llegado a nuestra vida y consideramos que es injusto que así sea? La corrupción NO ES SUYA! de sus hijos es la mancha. Cuando aprendamos a pensar de esta forma y asumamos la responsabilidad que corresponde a nuestro actuar, entonces y solo entonces, recibiremos la dirección, el soporte, el consuelo, el ánimo, la ayuda y demás que necesitemos de Sus manos.

LAS FRONTERAS DE LAS NACIONES

¿Te lo habías preguntado alguna vez?  ¿Quién determinó las fronteras de cada nación y su tamaño? Nuestra mente responde: el hombre con sus guerras de independencia y ambición de conquista. Pero no fue así. Yehováh, nuestro Padre lo hizo! El actúa como autoridad suprema y absoluta, distribuyendo los pueblos según su plan perfecto. Por ejemplo en Deut. 2:5, Yehováh declara que ha entregado cierta tierra a la descendencia de Esav (Esaú) (uno de los grupos árabes actuales) y en el 2:9 declara que otra tierra ha sido entregada a la descendencia de Lot.

A pesar de la bondad de Yehováh para con Israel, ilustrada en los versos 10 al 14, Yeshurún (nombre poético para Israel), una vez “que creció y se engordó”, es decir se creyó autosuficiente y poderoso, menospreció a la Roca de su salvación! de manera que desde allí hasta el verso 35, podemos leer de las consecuencias terribles de ese desatino. Toda suerte de males nos sobrevendrían, pero nunca seríamos totalmente abandonados.

¿ES AHORA DIFERENTE?

¿Somos nosotros mejores que ellos? ¿No nos ha sucedido que cuando las cosas prosperan y “nos engordamos”, nuestro corazón se ensoberbece y la relación con nuestro Padre se torna vacilante, obligatoria, fría, rutinaria y tediosa? Entonces ni nos damos cuenta que le hemos volteado la espalda y aunque sigamos jugando a la religión (con entrega de diezmos, sericio socail y todo lo demás), caemos en un abismo de materialismo que nos impide percibirle y mucho menos obedecerle.

En otras palabras nos comportamos tal y como lo hicieron nuestros padres. Por esa razón, todas las declaraciones de Moshé se cumplen también en nosotros, porque somos descendientes de Israel.

La teología cristiana tradicional afirma que Yehováh reemplazó a Israel con la Iglesia, lo cual constituye un craso error! Nunca en la mente de Yehováh hubo la idea de rechazar a Israel; de desecharlo o abandonarlo para reemplazarlo por un supuesto “Israel espiritual” como muchos pretenden. Yehováh restaurará finalmente a Israel y es lo que vemos a partir del verso 36.

Tan cierto es esto, que a quienes somos rescatados por Yeshúa se nos concede la ciudadanía de Israel (hablo de parte de Yehováh y no del gobierno terrenal actual). Somos vinculados a esa nación y a partir de allí todo lo que se ha prometido a Israel, es verdad para nosotros.

Poco antes de morir, Moshé enfatizó la importancia de

“poner en nuestro corazón todas estas palabras y poner por obra las palabras de esta Toráh, porque no es palabra vana sino Palabra de Vida”.

No debió ser sencillo para Moshé conocer que el pueblo que él había liderado iba finalmente a comportarse de tal forma y en consecuencia habría de pasar por semejantes adversidades por haberse rebelado contra las instrucciones de Yehováh; pero seguramente para ese momento ya Moshé sabía que el Todopoderoso Yehováh no se equivoca en sus propósitos y saca partido aún de las situaciones más adversas.

Podemos deducir que Yehováh es quien determinó las fronteras de Colombia, de USA, de México, de Canadá, etc. Obviamente eso sucedió a trvés de las históricas batallas que nos enseña la historia; pero no fueron solamente las conquistas de los revolucionarios! Y observa con qué criterio Yehováh hizo esa ditribución:

Cuando ‘Elyon daba a cada pueblo su heredad, y distribuía a los hijos del hombre, trazando las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de Israel… Deut 32:8

¿Qué nos sugiere esto? Pues ahora entendemos que los hijos de Israel estarían esparcidos por todas las naciones y nosotros somos parte de ellos. De manera que no es locura inferir que  Yehováh, de alguna manera incompresible para nosotros, llevó a cabo la tarea de distribuir la tierra teniendo en cuenta a los descendientes de Israel que llegarían a esas tierras. utilizando los medios que registra nuestra historia.


Ayunando en Yom Kippur

“Cerrando la puerta” en Yom Kippur

Para los seguidores de Yeshúa, el Camino, Yom Kippur es una gran oportunidad para hacer un autoevaluación o auditoría seria y concienzuda y para ver como ha sido nuestro caminar.

El Séptimo mes del calendario de Yehováh – inicia con la celebración de Yom Truá, – Día de Trompetas (o de aclamación) y diez días después llegamos a Yom Kippurim – día de las Expiaciones.

La creencia del judaísmo

El nombre más común para este período de diez días, es Aseret Yemei Teshuváh ó Diez Días de Arrepentimiento. La tradición judía considera que Yom Truá es un día de juicio cuando Dios abre Su libro, examina las obras o acciones de su pueblo, y decide quién vivirá y quién morirá; o quién tendrá una buena vida, y quién la tendrá llena de problemas en el año siguiente. Si bien el judaísmo considera que Dios hace tal decreto sobre la vida de cada quién ese primer día del Séptimo mes, tal decreto no es sellado o confirmado en el Libro de la Vida hasta Yom Kippur.

El día de Yom Kippur, tienen un servicio religioso de cierre que se llama Nillah, lo cual significa “el cierre de la puerta”.

La tradición judía sostiene que hasta este último momento, es posible arrepentirse y orar por la misericordia de Yehováh para que el decreto, de ser desfavorable, sea cambiado. De hecho, se dice que el acceso a través de esta puerta nunca es más fácil que en las horas previas a Yom Kippur. Según sus creencias, este es un tiempo cuando los cielos están abiertos de par en par. Pero al llegar el crepúsculo y finalizar el ayuno de Yom Kippur, la puerta se cierra y el juicio (el decreto) se sella y ya no puede ser cambiado.

Vale la pena afirmar que todo lo anterior no se encuentra de manera explícita en la Torá o en el Tanaj (Antiguo Testamento) y tampoco Yeshúa o sus discípulos hicieron referencia a tal cosa.

Qué nos dice el Brit Jadasháh (Nuevo Testamento)

Yeshúa declaró que Él es la puerta de entrada de Sus ovejas. Esa Puerta está abierta durante todo el año para aquellos que quieran entrar a través de Él para tener acceso al Padre.

“Yo soy la puerta; todo el que entra por mí, será salvo” (Juan 10: 9)

Para entender lo que Yeshúa quiso decir con esto, reflexionemos sobre el propósito de las puertas: Ellas nos dan acceso a lugares distintos del que nos encontramos; para llegar al otro espacio, cruzamos por la puerta. De manera similar, es a través de Yeshúa, que obtenemos acceso desde este lado de la vida, al otro lado donde habita nuestro Padre Eterno Yehováh:

‘Yo soy el camino, la verdad y la Vida; nadie puede venir al Padre, sino por mí.
Juan 14:6

Una puerta también proporciona un camino a través de una barrera. Nuestras injusticias  nos hacen merecedores de una separación (muerte) eterna de nuestro Padre; pero a través de Yeshúa, tanto judíos como gentiles tenemos acceso a Él. Por eso Yeshúa declaró:

Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, de ningún modo morirá eternamente. Juan 11.25-26

Por todo lo anterior, quienes hemos tenido un encuentro genuino con Yeshúa, poseemos la certeza incontrovertible, de que nuestras injusticias, o pecados, o errores o fracasos, han sido perdonados y no tenemos que esperar a ver si Dios nos extiende otro año de vida en Yom Kippur.

Para nosotros, los seguidores de Yeshúa, el Camino, ese día es una gran oportunidad para hacer una autoevaluación o auditoría seria y concienzuda; para ver como ha sido nuestro caminar. Es un tiempo que nos regala nuestro Padre para hacer un alto en nuestra carrera por la vida, detenernos y revisar nuestro comportamiento a la luz de Su Palabra (Torá).

Como resultado deberá haber reparación de las relaciones que hayamos roto o deteriorado; deberá haber restitución de lo que hayamos defraudado: Piensa ¿a quién le debes honra? ¿a quién hay que devolverle algo material? ¿a quien le debes demostraciones de afecto o amor? ¿a quién le quedaste debiendo unas: “gracias” o favor y está esperando por tu respuesta?

De eso se trata Yom Kippur. Ciertamente (como diría Pablo), ese día es un gran regalo que debemos aprovecharlo para buscar una intimidad mayor con nuestro Padre y con nuestro Señor Yeshúa, para exponernos a su luz de manera que hasta los rincones más ocultos de nuestra vida, y que no conocemos, sean alumbrados para limpiarlos y sacar todo lo que no debe estar allí.

Deseo que tengas un Yom Kippur diferente este año. Shalom

Abuelo y familia

Mantente firme, forjando un legado de integridad familiar


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¡Basta de procastinar! Es tiempo de renovar el Pacto

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Nuestro Padre es atemporal y vive en un eterno presente. De manera que, para Él, ese día que habló fue su “hoy” tanto como lo es éste en el que estamos leyendo estos pasajes.

¿Qué es Procastinar?

Es un término contemporáneo que significa diferir o aplazar o posponer.

Una manera elegante de decir: No

Antes de existir los supermercados, en las tiendas de barrio era usual que las familias vecinas abrieran cuentas para comprar sus alimentos fiados, con el propósito de pagarlos el fin de semana cuando recibieran su paga. Sin embargo, cuando los clientes comenzaron a fallar su compromiso, los tenderos cerraron los créditos; y de manera coloquial y humorística, colocaron letreros que decían: “hoy no fío; mañana, sí”; así procastinaban, aplazaban, su servicio, y quedaban bien con sus clientes, pero ese día nunca llegaría.

Un “hoy” que siempre es presente

En Deuteronomio 29:10-15 nos hallamos con el caso contrario cuando Yehováh usa la palabra hoy, con el propósito de enfatizar la vigencia permanente del Pacto que había realizado con su pueblo Yisrael. Cinco de las ocho veces que aparece la palabra en este capítulo, están relacionadas directamente con dicho Pacto. Tales declaraciones fueron pronunciadas hace miles de años; pero cuando las leemos hoy, nos encontramos que todo su contenido es aplicable a nosotros hoy y nos afecta profundamente. Veamos esos versos:

Hoy todos vosotros estáis ante la presencia de Yehováh vuestro Dios: vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos, vuestros oficiales, todos los hombres de Yisrael, vuestros pequeños, vuestras mujeres, y el extranjero que está dentro de tus campamentos, desde el leñador hasta el que saca tu agua, para que entres en el Pacto con  tu Dios, y en su juramento que Yehováh  tu Dios hace hoy contigo, para confirmarte hoy como pueblo suyo, y que Él sea tu Dios, tal como te ha hablado y como juró a tus padres Avraham, Yitzhak y Ya’akov. No con vosotros solos hago este Pacto y este juramento; ciertamente es con los que están hoy aquí con nosotros en presencia de Yehováh nuestro Dios y también con los que no están hoy aquí con nosotros.

Nuestro Padre es atemporal y vive en un eterno presente. De manera que, para Él, ese día que habló fue su “hoy” tanto como lo es éste en el que estamos leyendo estos pasajes.

Cuando lo entendemos de esta manera, nos damos cuenta de que estamos incluidos en esa multitud que estuvo presente aquel día. Por si quedaran dudas, mira de nuevo con atención el verso 15:

ciertamente es con los que están hoy aquí con nosotros en presencia de Yehováh nuestro Dios y también con los que no están hoy aquí con nosotros.

¡Esto nos incluye a ti y a mí! No estábamos físicamente presentes en aquél “hoy”, pero lo estamos en el de este día: hoy. Y siendo que Yehováh no cambia, podemos estar seguros de que somos parte de ese pacto si realmente entendemos y aceptamos que hemos sido injertados en Israel mediante la obra de nuestro Mesías Yeshúa.

Como podemos concluir, Yehováh está expectante de que nosotros en nuestro presente, nuestro hoy, entremos en el Pacto que hizo con nuestros padres en el pasado. Desea que seamos Su pueblo y que le reconozcamos a Él como nuestro Dios. El asunto es que esto no es algo que se hace solo con una oración de fe; requiere de una forma de vida alineada con la Torá porque de eso trata el Pacto en el que hemos entrado. (Ver tema: ¿La oración de fe nos salva?)

No procastinemos (pospongamos), no aplacemos. Hoy, tenemos la oportunidad de decir Sí a nuestro Padre, y cada día deberá ser de la misma manera, puesto que no solo la Torá mantiene su vigencia por generaciones, sino que su obediencia es también la credencial que identifica al auténtico pueblo de Yehováh hoy y siempre.

Programa de Radio relacionado:

¿Nos hace salvos la oración de salvación?

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Puedes transformar tu realidad financiera

Todo lo que hacemos hoy —actividades legales y honestas— es posible gracias a las capacidades, talentos, habilidades y relaciones que Yehováh nos ha permitido desarrollar.

Uno de los primeros actos de obediencia que Yehováh demanda a Su pueblo es “recoger” (cosechar y apartar) tanto los primeros frutos de la cosecha como aquellos producidos por su trabajo con los animales, para ayudar con los gastos de la Casa de Yehováh (Templo), para compartirlos con personas en necesidad y para ayudar con el sostenimiento de los levitas, quienes se dedicaban a tiempo completo al servicio de los asuntos de Su Casa (Templo). Surge entonces una pregunta natural: dado que en el presente la mayoría no nos dedicamos a la agricultura ni a la cría de animales, ¿sigue este mandamiento teniendo validez? De ser así, ¿cómo podemos obedecerlo?

En el mundo actual, es imposible vivir sin algún tipo de ingreso periódico, ya sea salario, renta, donativo o cualquier otra forma de sustento. Cabría preguntarnos, entonces, si estos ingresos pueden equipararse a los beneficios que se obtenían de la tierra y el ganado, los cuales eran reconocidos como bendición de Yehováh para Su pueblo trabajador y fiel.

Todo lo que hacemos hoy —me refiero a actividades legales y honestas— es posible gracias a las capacidades, talentos, habilidades y relaciones que Yehováh nos ha permitido desarrollar. Por lo tanto, ¿no son las ganancias o beneficios resultantes del ejercicio de esos dones igualmente bendiciones Suyas? Y si concluimos que sí lo son, entonces, ¿no tenemos también la responsabilidad de cumplir de la mejor manera este mandamiento?, porque al hacerlo estamos reconociendo a Yehováh como su fuente principal.

Un poco de historia

Una vez que el pueblo de Israel entró en la tierra prometida y recogió sus primeros frutos, tuvo que presentarse ante Yehováh y declarar delante del sacerdote:

«3 …Hoy declaro ante Yehováh tu Dios, que he entrado en la tierra que Yehováh juró a nuestros padres que nos daría… 4 Y el sacerdote tomará el cesto de tu mano y lo mecerá delante del Altar de Yehováh tu Dios… 10 Y ahora, he aquí traigo las primicias del fruto del suelo que me diste, oh Yehováh. Y lo colocarás delante de Yehováh tu Dios, y te postrarás delante de Yehováh tu Dios». Deuteronomio 26:3,4,10

Pero no era esto solamente lo que la gente de Israel debía separar como muestra de gratitud a Yehováh. También debía poner aparte una provision para los necesitados de su pueblo:

«He apartado lo consagrado de mi casa, y se lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me mandaste; no he quebrantado tus mandamientos ni me he olvidado de ellos».
Deuteronomio 26:13

¡Espera! Aquí no solo se habla de apartar lo consagrado para Yehováh, las primicias que se entregaban a los sacerdotes, sino de proveer además para el extranjero, el huérfano y la viuda. ¡Esto es profundamente significativo! Es un llamado a la generosidad en general y al desapego de lo material.

Si no obedecemos estas instrucciones, tendremos muy poca base escritural para esperar las bendiciones de Yehováh en nuestras finanzas.

Hablemos del controvertido “Diezmo”

Yehováh prometió que si le obedecemos apartando la décima parte de lo que obtenemos mediante el uso de las habilidades y talentos que Él nos dio, detendrá al devorador para beneficio nuestro:

“¡Traed todos los diezmos a la tesorería (de la Casa de Yehováh – Templo) y haya alimento en Mi Casa! Y probadme luego en esto, dice Yehováh Sebaot, si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Os alejaré al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra ni os hará estéril la vid en el campo, dice Yehováh Sebaot.”
Malaquías 3:11

Por lo cual, despreciar o ignorar estas instrucciones, trae consecuencias. Si fallamos en apartar la porción que le corresponde a Yehováh (el diezmo), y la que corresponde a quienes están en necesidad, estamos quebrantando el pacto que tenemos con Él; como resultado, no solo se ve afectado el desarrollo de los ministerios, sino que también sufren quienes sirven en ellos, así como las viudas, los huérfanos y los extranjeros. Mas no por descuido de Yehováh, sino porque quienes deberíamos ser canal de ayuda para todos ellos, cerramos nuestro corazón y retenemos lo que no nos pertenece. Así caemos bajo maldición y damos al devorador la base legal para dañar nuestras finanzas.

Aunque Yeshúa nos liberó del justo veredicto de culpa que pesaba sobre nosotros por quebrantar la Torá, no nos eximió de la responsabilidad de seguir Su ejemplo, viviendo una vida apartada de los patrones de este mundo. Cuando reconocemos que estamos pecando en alguna área, es nuestro deber arrepentirnos y volver a la obediencia.

Esto aplica también en el ámbito financiero. Al separar nuestro diezmo —la porción de nuestros ingresos que le pertenece a Yehováh—  nos estamos volviendo a Él y Él se vuelve a nosotros:

«Volveos a mí, y Yo me volveré a vosotros», dice Yehováh de los ejércitos. «Pero vosotros decís: “¿En qué hemos de volvernos?”. ¿Robará el hombre a ’Elohim? Pues vosotros Me habéis robado. Y decís: “¿En qué te hemos robado?”. ¡En los diezmos y en las ofrendas! Sois malditos con maldición, porque vosotros, la nación entera, Me habéis robado».
Malaquías 3:7-9

Un corazón agradecido, comparte con quienes están en necesidad

¿Qué hacen nuestros hermanos de Y’hudah?

Dentro del judaísmo, encontramos una profunda sabiduría en la práctica de la Tzedakáh. Este término, que comúnmente se traduce erróneamente como ‘caridad‘, significa en realidad justicia social o rectitud. No se trata de hacer una mera donación voluntaria, sino de un mandamiento obligatorio (mitzvá) que busca restaurar la justicia y el equilibrio en la comunidad. Es considerado un precepto tan fundamental que, según la tradición, quien se niega a cumplirlo demuestra una desconexión tan grave de los valores esenciales del pueblo judío que incluso se llega a dudar de la autenticidad de su fe y de su legado. Algunos sabios afirmaron que la Tzedakáh equivale a todos los mandamientos juntos, y quien no la practica es comparable a un idólatra, pues pone su confianza en las riquezas en lugar de en Dios.

Con razón Yeshúa afirmó:

«…donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón».

Este principio se refuerza en el Nuevo Testamento (Brit Hadashá), donde se señala que si no damos al ver a un hermano en necesidad material, es dudoso que el amor de Yehováh more en nosotros:

«…el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano en necesidad, y cierra su corazón contra él, ¿cómo morará el amor de Dios en él?».
1 Juan 3:17

Por supuesto, Yehováh recompensa la compasión y la generosidad. Promete que cuando damos a los pobres, necesitados, viudas y huérfanos, Él nos retribuirá:

«El que da al pobre presta a Yehováh, y Él le recompensará».
Proverbios 19:17

Entonces… ¿Qué podemos hacer con los diezmos?

Antes que todo, es necesario entender que la práctica del diezmo es ante todo un testimonio para quien lo entrega. Sí, porque al hacerlo está reconociendo que sus capacidades vienen de Yehováh.

Originalmente, el diezmo se entregaba en la Casa de Yehováh (el Templo) para su mantenimiento y para sostener a levitas y sacerdotes. Sin embargo, con el tiempo, muchos sacerdotes se corrompieron, y lo recibido ya no bastaba para saciar su codicia. Por eso, en tiempos de Yeshúa, la casta sacerdotal estableció negocios de cambio de moneda y venta de animales en los patios del Templo, lo que provocó que Yeshúa los expulsara, acusándolos de convertir la Casa de Su Padre en cueva de ladrones:

«…y Yeshúa entró en el Templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y les decía: “¿No está escrito: ‘Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones’? Pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones”».
Marcos 11:15-17

Tras la destrucción del Templo de Herodes en el año 68 d.C. ya no hubo lugar para llevar los diezmos. ¿Diriamos entonces que “nos libramos” de tal responsabilidad? Al responder que sí, estamos mostrando que no hemos entendido el propósito de esa instrucción, ¿recuerdas cuál es? Reconocer que todo viene de Yehováh y mostrarle gratitud y honra. La pregunta entonces persiste: ¿Qué debemos hacer con la porción que separamos para Yehováh?

Personalmente veo dos opciones:

  1. Atendiendo a lo que dijo Yeshúa a sus discípulos cuando los envió en misión: «El obrero es digno de su salario» (Lucas 10:7) es perfectamente lícito y apropiado usarlo para dar apoyo financiero a quienes nos guían y nos dan soporte espiritual.
  2.  Utilizarlo también para dar ayuda a los necesitados: La viuda, el huérfano, el extranjero… es decir a personas que están en real necesidad.

Seguramente habrá situaciones que dificultarán apartar el diezmo completo. En tales casos, debemos hacer lo posible dentro de nuestras limitaciones. Lo importante es que no haya excusa para dejar de compartir las cargas de quienes sirven a Yehováh, o para no ayudar a quienes están en necesidad. Y aunque estuviésemos en una situación financiera difícil, como Pedro al paralítico, deberíamos estar dispuestos a decir:

«No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy» (Hechos 3:6).

Entonces finalmente, te invito a reflexionar y a considerar: ¿Qué puedo dar? ¿Cómo puedo ayudar? ¿De qué manera puedo mostrar gratitud a Yehováh y a Yeshúa? Ora y permite que Yehováh te guíe al respecto.

Lo cierto es que en los tiempos que nos ha correspondido vivir, no podemos endurecer nuestro corazón, ni poner nuestra confianza en el dinero; porque está profetizado que llegará el momento en que no podremos usarlo (ni comprar, ni vender) y entonces será tiempo de cosechar lo que hayamos sembrado:

  • Salmo 41:1
    «Feliz quien atiende al desvalido, Yehováh lo salvará en el día de la adversidad.»

  • Isaías 58:7-8
    «¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras…? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto…»

  • Mateo 25:40 (palabras de Yeshúa)
    «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.»

¡Shalom!


Bla bla bla

Construye tu Credibilidad

Cuando cumplimos lo que hemos dicho, edificamos una vida marcada por la confianza y el buen testimonio como hijos de la Luz.

Una de las grandes tragedias de nuestra generación es la falta de confiabilidad en las personas. Con demasiada facilidad hacemos compromisos sin la verdadera intención de cumplirlos, olvidando que cada palabra dicha construye o destruye nuestro carácter, nuestra credibilidad y la reputación que dejamos ante los demás.

En la parashá de esta semana, Yehováh nos recuerda con firmeza:

“Lo que salga de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme prometiste a Yehováh tu Elohim…” Deuteronomio 23:23 (23:24 en versiones hebreas)

Aunque el texto se refiere directamente a los votos hechos a Yehováh, el principio va más allá: nos enseña lo que se espera de nosotros en toda relación humana.

Las Escrituras están llenas de advertencias acerca del poder y la responsabilidad de la lengua:

  • Yehováh destruirá todos los labios lisonjeros y la lengua que habla jactanciosamente.” Salmo 12:3
  • “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.” Salmo 34:13
  • “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.” Proverbios 15:4
  • “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” Proverbios 21:23
  • “Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” Mateo 5:37
  • “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”  Mateo 12:36-37

Cuando cumplimos lo que hemos dicho, edificamos una vida marcada por la confianza y el buen testimonio como hijos de la Luz. Esa fidelidad interior produce satisfacción y forja un carácter digno de respeto. Y al mismo tiempo, Yehováh es honrado, porque quienes nos rodean reconocen en nosotros a sus hijos.

Lo contrario también es cierto: romper la palabra empeñada destruye nuestra imagen, menosprecia el Nombre de Yehováh y nos hunde en la pérdida de autoestima y en la ruina del carácter.

Un escritor hebreo expresó sabiamente:

“Cuando valoras lo que dices —sea mucho o poco—, estás declarando cuán importante es tu palabra.”

Por eso, la próxima vez que pronuncies algo, asegúrate de cumplirlo. Tu obediencia honrará a Yehováh y te honrará a ti mismo, porque tu palabra será reconocida como digna de confianza.


San Gottardo tunnel

Los Disfraces del Ocultismo

Lo que la Toráh llama abominación, hoy millones de jóvenes lo siguen en TikTok como una moda inofensiva.

Acaso has notado cuántas series, películas y videojuegos giran alrededor de vampiros, zombis, brujería y “gobernadores de las tinieblas”? Incluso muchos superhéroes —antes modelos de virtud— hoy libran batallas “místicas” que romantizan poderes de oscuridad. El ocultismo ya no se presenta como peligro, sino con ropajes intelectuales y elegantes: “energías”, “poderes psíquicos”, “fenómenos paranormales”. Lo que la Escritura llama acciones de huestes espirituales de maldad, nuestra cultura lo empaqueta como entretenimiento o “ciencia alternativa”. Nada de esto es nuevo: estas fuerzas han existido desde antes de que el primer hombre pisara la tierra.

Una contradicción absurda

Mientras la ciencia y la tecnología alcanzan hitos impensados, crece el interés por lo esotérico. Datos recientes muestran que 3 de cada 10 adultos en EE. UU. consultan al menos una vez al año la astrología, el tarot o a los adivinos, y alrededor de 27% cree en la astrología (Pew Research, mayo 21, 2025).  Esto no es un fenómeno marginal ni exclusivo de “no religiosos”; ya en 2018 Pew había reportado que 6 de cada 10 estadounidenses aceptaban al menos una creencia de “Nueva Era” (psíquicos, energía en objetos, reencarnación o astrología). 

Exposición desde la niñez

Desde tierna edad hemos sido expuestos a horóscopos, a “juegos inocentes” de magia, a la adivinación, a la lectura del cigarrillo o de la mano. Hoy, caricaturas, historietas y películas familiares normalizan la hechicería y otros contenidos contrarios a las Escrituras, presentándolos como una diversión inofensiva.

En este contexto surge también “WitchTok”, una tendencia dentro de la red social TikTok que reúne miles de millones de visualizaciones en videos de hechizos, tarot, astrología, cristales mágicos y rituales. Lo que antes estaba escondido en libros de ocultismo hoy se presenta como diversión juvenil o estilo de vida alternativo, y de esta manera muchos adolescentes y jóvenes consumen tales contenidos como entretenimiento sin notar que son puertas abiertas a las esferas oscuras del engaño espiritual y una preparación cultural para aceptar lo que la Escritura llama abominación.

Ceremonias públicas y controversias recientes

No se trata solo de pantallas. Eventos masivos han incorporado simbología que muchos perciben como abiertamente blasfema u “ocultista”. En 2024, la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París incluyó un escenario que evocó La Última Cena, lo que provocó críticas del Vaticano y sectores cristianos; los organizadores discretamente se disculparon por la ofensa causada. 

Otro ejemplo contundente fue la inauguración del túnel de San Gotardo en Suiza (2016). Con más de 600 actores, la ceremonia incluyó escenas grotescas, figuras semidesnudas, máscaras demoníacas y la aparición de un “hombre-cabra”, símbolo asociado a Bafomet. Aunque los organizadores lo justificaron como “arte cultural” inspirado en mitos alpinos y en el sacrificio humano durante la construcción, la connotación satánica era evidente a los ojos de millones de espectadores. Con el tiempo, este espectáculo se difundió en redes atribuyéndolo erróneamente a la inauguración del CERN, lo cual es falso. No obstante, el hecho real confirma hasta qué punto el ocultismo ha dejado de ser clandestino para mostrarse con beneplácito oficial bajo el disfraz de entretenimiento.

¿Qué está pasando en el corazón?

C. S. Lewis advirtió que hay “dos errores iguales y opuestos respecto a los demonios: negar su existencia o interesarse en ellos de modo insano” (Cartas del diablo a su sobrino).  Nuestra generación hace ambas cosas a la vez: racionaliza lo espiritual cuando conviene y, al mismo tiempo, se sumerge en prácticas que abren puertas a la esclavitud.

La voz de la Toráh

“No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o su hija por el fuego, ni quien practique adivinación ni hechicería, ni sortílego, ni encantador, ni médium, ni evocador de muertos. Porque cualquiera que hace estas cosas es abominable a Yehováh…”
Devarim/Deuteronomio 18:10-12

La instrucción es clara. La curiosidad por “lo oculto” conlleva el riesgo real del engaño y, con él, cadenas difíciles de romper.

Consecuencias en la vida real

No hablamos solo de teoría. Muchos hogares se han fracturado cuando, por celos o inseguridades, uno de los cónyuges consultó adivinos o trajo “amuletos de buena suerte” a casa. Esos objetos y rituales abren puertas espirituales: se deteriora la comunicación, crecen los celos, la agresión verbal y, muchas veces, la violencia, pero la gente no relaciona estas situaciones con algo que empezó de forma aparentemente inofensiva, curiosa o divertida.

El llamado hoy

  1. Discierne y apártate. No sigas la moda que el mundo aplaude. Si la Escritura lo llama abominación, no lo maquilles de “ciencia”,  “bienestar” o “autoayuda”.

  2. Cierra puertas. Si hay objetos consagrados, prácticas (tarot, limpias, amuletos, invocaciones, rezos, astrología) o “juegos” en tu vida o en tu casa, córtalos y deséchalos. (Hch 19:19 es un buen referente).

  3. Llena el vacío con la Palabra de Yehováh. La obediencia trae luz. La memorización de la Palabra, la oración, el ayuno y la comunión restauran el orden en el hogar.

  4. Protege a los niños. Supervisa los contenidos de lo que ellos están mirando, habla claro sobre lo que la Toráh enseña y modela una fe que no negocia con la oscuridad.

El mundo está normalizando lo oculto, pero el pueblo de Yehováh camina en luz. No te dejes arrastrar por la tendencia; elige la santidad, incluso si eso te hace “ir contra la corriente”.


Criticando

Este mensaje le caería muy bien a…

Lo que dice la Toráh, es para cada uno de nosotros. No es “para los judíos” solamente, sino para quienes hemos decidido poner nuestra fe en el Mesías Judío: Yeshúa.

Deuteronomio 11:26 inicia con la palabra: MIRA! y es curioso que aunque el mensaje está dirigido a todo el pueblo de Yisrael, no habla en plural: Miren: sino en singular: Mira… ¿es esto importante?

​Por supuesto que sí. Todos los detalles por pequeños que parezcan son importantes en la Toráh. La razón es simple. Nosotros tendemos a pensar que las leyes, instrucciones, advertencias, exhortaciones y demás, están bien para los demás, mas no para nosotros mismos.​

De alguna manera hemos crecido pensando que somos la excepción a todas esas cosas y que nosotros podemos actuar como mejor nos parezca. Por ejemplo, nos cuesta trabajo respetar las filas, ceder el turno cuando conducimos nuestro auto o aceptar que a otra persona la traten mejor que a nosotros.

​Por eso Yehováh nuestro Padre, nos habla a cada uno y nos dice: “Mira! Tú; sí; es contigo que hablo, no con el que está a tu lado; el mensaje es para ti…”

​La relación con nuestro Padre Yehováh es algo enteramente individual. Si bien sus promesas extienden Su protección sobre los miembros de nuestra familia en momentos de prueba, eso no significa que de manera automática tales miembros  hayan entrado en una relación personal con Él. Recuerda que Yehováh no tiene nietos, ni sobrinos, ni primos, sino solo hijos! Por tanto cada uno de nosotros deberá, en algún momento de la vida, hacer un alto y enfrentarse a esa decisión crucial.

Entonces lo que dice la Toráh, es para cada uno de nosotros. No es “para los judíos” solamente, sino para quienes hemos decidido poner nuestra fe en el Mesías Judío: Yeshúa.​

Yehováh declara de manera inequívoca que aquellos a quienes Él considera su pueblo, tienen una identidad que se evidencia en varias cosas:

  1. Guardan el Shabbat: “Santificad mis shabbatot, para que sean señal recíproca, para que se sepa que Yo Soy Yehováh vuestro Dios. Ezequiel 20.20
  2. Obedecen su Toráh: “…pondréis éstas mis palabras sobre vuestro corazón y sobre vuestra alma, y las ataréis por señal sobre vuestra mano, y vendrán a ser como frontales entre vuestros ojos”. Deuteronomio 11:18. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama…”  Juan 14.21
  3. Invocan el Nombre de Yehováh: “…todo el que invoque el nombre de Yehováh, escapará, porque en el monte Sión y en Yerushalayim quedará un remanente, conforme ha dicho Yehováh, y entre los supervivientes estarán los que Yehováh llamó. Joel 2.32

​En conclusión, necesitamos dejar de crear argumentos para no obedecer lo que nuestro Padre Yehováh nos ha dicho de manera clara y sencilla que debemos hacer.

Sí. El mensaje es para cada uno de nosotros y somos responsables individualmente de la manera que conducimos nuestra vida; porque un día cercano estaremos delante del Juez de toda la Tierra, para dar cuenta de lo que hayamos hecho mientras estábamos en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 

Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Yeshúa, el Mesías. Si sobre el Fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la mostrará, pues por el fuego será revelada, y el fuego probará la clase de obra de cada uno. Si la obra de alguno que sobreedificó, permanece, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como por medio de fuego. ¿No sabéis que sois santuario de Yehováh, y el Espíritu de Yehováh mora en vosotros? 1 Corintios 3:11-16

Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Yeshúa, el Mesías, para que cada uno recoja lo que practicó estando en el cuerpo, sea bueno o malo. 2 Corintios 5:10

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La importancia de seguir Sus Instrucciones

Tenemos la responsabilidad de elegir llevar una vida de acuerdo a esos mismos estatutos y decretos, modelados por Yeshúa, y re-confirmados por él.

Un aspecto sobre el cual necesitamos reflexionar es que Yehováh le plantea a Yisrael, que una vez hayan entrado en la tierra, TODOS  los mandamientos que han recibido serán vigentes:

Pondréis cuidado pues en observar todos los estatutos y decretos que yo pongo hoy delante de vosotros.
Deuteronomio 11:32

Encontramos en esto una sombra de lo que es nuestra vida una vez que hemos sido rescatados por Yeshúa: Antes vivíamos en el mundo (Mitsrayim-Egipto) sin Dios y sin Toráh. Yeshúa llegó a nosotros nos rescató de la esclavitud del pecado (de los deseos, las pasiones, la culpa, el temor, etc.) y en cierto sentido “cruzamos el Jordán” es decir hicimos una tevilá (inmersión o bautismo), y declaramos públicamente que hemos entrado en una nueva vida.

Pero de la misma manera que la nación de Yisrael una vez establecida en la tierra prometida tenía la responsabilidad de elegir vivir de acuerdo a los estatutos y decretos entregados por Yehováh, nosotros, tenemos la responsabilidad de elegir llevar una vida de acuerdo a esos mismos estatutos y decretos, modelados por Yeshúa, y re-confirmados por él.

En otras palabras, si afirmamos que estamos en Yeshúa, nuestra vida ha de ser regida por sus Instrucciones – Toráh, porque como él claramente proclamó:

No penséis que he venido a abrogar (anular) la Toráh o los Profetas; no vine a abrogar, sino a dar cumplimiento.
Mateo 5:17

Declaración confirmada por Yojanán (Juan) en su primera carta:

En esto sabemos que le hemos conocido: si guardamos sus mandamientos. El que dice: yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él…  
1 Juan 2:3-6

Razón de la obediencia

Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Yehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.
Deuteronomio 12:28

Si observas cuidadosamente, te darás cuenta de que en ningún pasaje donde se invita a la obediencia, Yehováh dice que al hacerlo alcanzaremos la vida eterna! No! la obediencia es para que podamos establecer familias sanas, relaciones interpersonales adecuadas, negocios justos y una sociedad equilibrada que sea ejemplo para las demás naciones de la tierra. La salvación siempre fue planeada por misericordia mediante el sacrificio de Yeshúa, el cual fue anunciado desde Génesis 3:15.

En otras palabras Yehováh nunca tuvo la intención de que los seres humanos fueran salvos por el cumplimiento de la Ley – Toráh. Esta no fue dada con ese propósito. En cambio, sí encontramos vez tras vez que seguir sus Estatutos lo mejor que podamos, nos dará como resultado una vida de libertad, abundancia y comodidad en esta tierra.