Naamán en el Jordan

La Humildad trae Sanidad


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Yehováh establece tiempos y límites sabios

A veces queremos hacer todo, todo el tiempo, y no aceptamos que hay momentos para comenzar, momentos para descansar, y momentos para dejar que otros continúen lo que nosotros ya hicimos.

La Escritura nos habla de que Yehováh da instrucciones claras sobre el servicio de los levitas. Ellos debían comenzar su servicio en el Tabernáculo a los 25 años y retirarse a los 50. Después de esa edad, podían ayudar, pero no debían hacer el trabajo principal. Esta instrucción nos muestra algo muy importante: el Creador establece tiempos y límites sabios para cada etapa de la vida.

A veces queremos hacer todo, todo el tiempo, y no aceptamos que hay momentos para comenzar, momentos para descansar, y momentos para dejar que otros continúen lo que nosotros ya hicimos. Pero la Escritura nos enseña que vivir dentro de los tiempos de Dios es una forma de sabiduría.

Un tiempo para todo

El libro de Eclesiastés lo dice de manera muy clara:

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1).

Después de esta frase, el capítulo continúa con una lista de ejemplos:

  • Tiempo de nacer y tiempo de morir,
  • Tiempo de plantar y tiempo de arrancar,
  • Tiempo de llorar y tiempo de reír,
  • Tiempo de guerra y tiempo de paz.

Estos versículos nos recuerdan que la vida no es estática. Siempre hay cambios, y cada momento tiene su propósito. Reconocer esto nos ayuda a vivir con más paz y menos ansiedad.

Volviendo a la porción de esta semana, podríamos preguntarnos: ¿por qué Yehováh les pidió a los levitas que dejaran de servir a los 50 años? ¿No podían seguir si tenían fuerzas? Tal vez sí. Pero el Todopoderoso estaba enseñando algo más profundo: hay sabiduría en saber cuándo es tiempo de retirarse de ciertas tareas.

Aceptar los límites no es señal de debilidad, sino de madurez. A veces, por orgullo, queremos continuar haciendo lo mismo. Pero Dios quiere que aprendamos a pasar la antorcha, a entrenar a otros, a dar espacio a nuevas generaciones. También quiere que sepamos descansar, reflexionar y servir de otras formas.

Hasta el mismo Maestro vivió de acuerdo con los tiempos establecidos. Yeshúa no comenzó su ministerio público hasta llegar a una edad madura, y su tiempo de enseñar, sanar y predicar duró aproximadamente 70 semanas. Luego vino su momento de morir y resucitar, y después de eso, regresó al Padre.

Yeshúa pronunció frases como:

“Mi hora aún no ha llegado” (Juan 2:4)
“El tiempo se ha cumplido” (Marcos 1:15)

Eso nos muestra que no debemos adelantarnos ni atrasarnos al plan del Altísimo. Cada etapa tiene un sentido dentro del propósito divino.

En Lucas 12:56, Yeshúa reprendió a las multitudes por saber reconocer el clima, pero no discernir los tiempos espirituales:

“¡Hipócritas! Saben distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocen este tiempo?”

Así es que Yehováh espera que prestemos atención a los tiempos que estamos viviendo, no solo en la parte física, sino también en la espiritual. ¿Es tiempo de sembrar? ¿de recoger? ¿de enseñar o de aprender? ¿de hablar o de callar?

Vivir con sabiduría en cada etapa

La vida tiene muchas etapas: infancia, juventud, adultez, vejez. Cada una tiene belleza y desafíos. Algunas personas viven frustradas porque quieren volver al pasado o apresurar el futuro. Pero nuestro Padre quiere que disfrutemos y aprovechemos el tiempo presente, sabiendo que Él nos guía con sabiduría.

Efesios 5:15-16 dice:

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”

Eso significa que debemos vivir con propósito y no desperdiciar el tiempo que Dios nos da.

Reflexión: Dejemos que Yehováh marque el ritmo

Yehováh no nos creó para correr sin descanso, ni para quedarnos estancados. Nos creó para caminar con Él, paso a paso, aprendiendo a reconocer sus tiempos y respetando los límites que Él ha establecido para nuestro bien.

Si estás en una etapa de comenzar algo nuevo, ¡hazlo con fe!
Si estás en una etapa de descansar o de dejar ir ciertas responsabilidades, ¡hazlo con paz!
Y si estás en una etapa de espera, confía: Nuestro Padre Celestial nunca llega tarde, ¡Shalom!


Poor people in Jerusalem

Tratando al prójimo compasiva y justamente

Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Creador nos muestra que nuestra relación con los demás debe estar marcada por el amor, la misericordia y el respeto.

Vivimos en un mundo donde muchas veces las personas están más enfocadas en lo que pueden obtener que en cómo pueden ayudar. Sin embargo, la Escritura nos enseña que el corazón de Yehováh se mueve por la compasión y la justicia. Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Creador nos muestra que nuestra relación con los demás debe estar marcada por el amor, la misericordia y el respeto.

Una de las enseñanzas más claras sobre este tema se encuentra en Levítico 25:35-36

“Si tu hermano empobreciere, y se acogiere a ti, tú lo ampararás… No tomarás de él interés ni usura, sino tendrás temor de tu Dios, y vivirá tu hermano contigo.”

Este pasaje nos recuerda que si alguien a nuestro alrededor está pasando necesidad, no debemos ignorarlo. Al contrario, nuestro Padre nos llama a ampararlo, a tratarlo con dignidad y a no aprovecharse de su debilidad.

Un hermoso ejemplo de compasión y justicia en acción es la historia de Booz y Rut. Rut era una mujer extranjera, viuda y pobre. No tenía derechos ni protección en la sociedad israelita. Pero Booz, al verla recogiendo espigas en su campo, no solo le permitió hacerlo, sino que también ordenó a sus trabajadores que dejaran espigas intencionalmente para ella (Rut 2:15-16). Además, más adelante, Booz actúa como redentor y se casa con ella, restaurando su dignidad y su futuro.

“Yehováh pague tu obra, y tu recompensa sea cumplida de parte de Yehováh Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.” – Rut 2:12

La historia de Rut y Booz nos enseña que la compasión va más allá de sentir lástima. Implica acciones concretas para levantar al que está caído.

Nadie mostró más compasión que Yeshúa. Él no solo predicó el amor al prójimo, lo vivió cada día de su ministerio. Uno de los momentos más impactantes fue cuando alimentó a más de 5,000 personas que lo seguían y escuchaban sus enseñanzas.

“Y salió Yeshúa y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.” Mateo 14:14

“Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.” – Mateo 14:19

Yeshúa vio la necesidad de la gente y no la ignoró. Sanó, alimentó, enseñó y abrazó a los que eran despreciados por la sociedad: leprosos, pecadores, mujeres marginadas y niños.

En el Sermón del Monte, Yeshúa enseñó:

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”  Mateo 5:7

La misericordia no es solo sentir pena, sino actuar con ternura, paciencia y perdón. Yeshúa prometió que aquellos que sean compasivos con otros también recibirán compasión de Dios.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” Mateo 5:6

Esto nos habla de tener un corazón que busca lo correcto, que se duele ante la injusticia y que desea que todos vivan con dignidad y esperanza.

La compasión y la justicia son temas repetidos en los Salmos y Proverbios. Veamos algunos ejemplos que nos pueden ayudar a reflexionar:

“Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos.” Salmo 82:3-4

Este pasaje nos recuerda que Dios nos llama a defender a los vulnerables y a usar nuestras palabras, recursos y posición para ayudar a otros.

“El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.” Proverbios 14:31

Cuando ayudamos al necesitado, estamos honrando a Dios mismo, porque cada ser humano fue hecho a su imagen.

“A Yehováh presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.” Proverbios 19:17

Este versículo nos muestra que cada acto de generosidad es una inversión en el cielo. El Todopoderoso ve y recompensa lo que hacemos con corazón sincero.

A veces pensamos que ayudar al prójimo es solo para los ricos o para los líderes religiosos. Pero la verdad es que todos podemos hacer algo. Un plato de comida, una palabra de ánimo, una oración, una llamada, una sonrisa… todo cuenta. Y en muchos casos, lo que damos puede cambiar el día o incluso la vida de alguien.

¿Nos hemos preguntado últimamente quién cerca de nosotros necesita un gesto de compasión? ¿Hay alguien que está solo, triste, enfermo o pasando por una crisis?

Conclusión

Tratar al prójimo con compasión y justicia no es una opción, es un mandato divino. Así como Yehováh nos trata con misericordia, nos llama a hacer lo mismo con los demás. Sigamos el ejemplo de Booz, de Yeshúa, y de tantos otros en la Escritura que entendieron que la verdadera fe se vive en el amor al prójimo.

Y nunca olvidemos lo que dijo el Señor:

“En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” – Mateo 25:40

¡Shalom!

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Importancia de la Presencia de Yehováh en nuestras vidas

“Es imposible gobernar correctamente al mundo sin Dios y la Biblia”.

George Washington

Desde la creación del mundo, la Presencia del Creador ha sido la clave para la vida de la humanidad. Cuando Yehováh está presente, las cosas cambian. Su Presencia transforma, guía y da propósito. Sin Él, todo se vuelve vacío e incierto. La Escritura nos muestra numerosos ejemplos de cómo la Presencia del Altísimo hizo la diferencia en la vida de muchas personas. Hoy reflexionaremos sobre esto y sobre cómo Su Presencia debe ser el centro de nuestra vida, familia y comunidad.

Uno de los momentos más significativos en la historia de Israel fue cuando la gloria de Yehováh llenó el Tabernáculo en el desierto. Éxodo 40:34-35 se nos dice:

“Entonces una nube cubrió el Tabernáculo de reunión, y la gloria de Yehováh llenó el Tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el Tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Yehováh lo llenaba”.

Este evento marcó el inicio de una nueva etapa para Israel. La Presencia del Todopoderoso era su guía y seguridad. Cuando la nube se movía, ellos se movían; cuando se detenía, ellos también lo hacían (Éxodo 40:36-38). Sin la Presencia de Dios, Israel habría caminado sin rumbo en el desierto.

De aquí aprendemos que la Presencia de Yehováh debe ser nuestra brújula en la vida. Sin Su dirección, corremos el riesgo de perder el propósito y la paz que solo Él puede dar.

Así, a lo largo de las Escrituras, vemos historias donde la Presencia del Altísimo marcó la diferencia en la vida de las personas. 

Moisés entendió que sin Dios, no valía la pena seguir adelante. En Éxodo 33:15, él dijo: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”. Moisés sabía que sin Yehováh, Israel no tendría identidad ni éxito. ¿Cuántas veces intentamos avanzar en la vida sin buscar primero a Dios? Este versículo nos recuerda la importancia de depender de Él.

Cuando José fue vendido como esclavo en Egipto, todo parecía estar en su contra. Sin embargo, Génesis 39:2 dice: “Mas Yehováh estaba con José, y fue varón próspero”. A pesar de la adversidad, Yehováh estaba con él, y eso lo llevó al éxito. La Presencia del Todopoderoso en la vida de José lo sostuvo en medio de injusticias y pruebas, llevándolo a ser gobernador de Egipto. Esto nos enseña que, aun en tiempos difíciles, si Dios está con nosotros, podemos prosperar.

Daniel fue llevado cautivo a Babilonia, pero nunca estuvo solo. En Daniel 6:22, cuando fue lanzado al foso de los leones, él testificó: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones”. La Presencia de Yehováh lo protegió. Este pasaje nos recuerda que cuando Él está con nosotros, nada puede destruirnos.

En el Nuevo Testamento, la Presencia de Yehováh se manifestó nuevamente a través del Ruaj (Espíritu Santo). En Hechos 2:4, los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo y recibieron poder para predicar con valentía. La presencia de Yehováh les dio fuerza para transformar el mundo. Del mismo modo, hoy necesitamos Su Presencia para impactar nuestra comunidad.

No solo en la Escritura vemos cómo la Presencia de Yehováh cambia vidas. A lo largo de la historia, muchos líderes y personajes han reconocido la importancia de Dios en sus vidas.

Por ejemplo, George Washington, el primer presidente de Estados Unidos dijo en una ocasión “Es imposible gobernar correctamente al mundo sin Dios y la Biblia.” Él entendía que la Presencia de Dios debía guiar su liderazgo.

Los efectos de la Presencia de Yehováh

¿Es Yehováh el centro de nuestra vida? ¿O estamos viviendo de manera independiente, sin buscar Su presencia? Yeshúa dijo en Juan 15:5: “Separados de mí nada podéis hacer” .Esto significa que, sin el Padre, cualquier esfuerzo es en vano.

En nuestra vida personal: Si el Altísimo está con nosotros, tenemos paz y dirección. El Salmo 16:11 dice: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo”.

En nuestra familia: Un hogar donde Yehováh es el centro es un hogar bendecido. Josué 24:15 nos anima a tomar una decisión clara: “Yo y mi casa serviremos a Yehováh”. ¿Estamos edificando nuestra familia sobre la roca de Su Presencia?

En nuestra comunidad: La Presencia del Todopoderoso en nuestras comunidades transforma sociedades. Cuando los valores de Dios son el fundamento, hay justicia y paz. Proverbios 14:34 dice: “La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es afrenta de las naciones”.

Conclusión

La Presencia de Yehováh es lo más valioso que podemos tener. Moisés, José, Daniel y los discípulos entendieron que sin Yehováh, la vida pierde sentido. La historia nos muestra que líderes que caminaron con Él dejaron huellas imborrables.

Hoy, tenemos la oportunidad de invitar a Yehováh a ser el centro de nuestra vida, nuestra familia y nuestra comunidad. No basta con saber de su existencia; debemos buscar Su Presencia diariamente. Como dice Santiago 4:8: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”.

Oremos como lo hizo Moisés: “Señor, si Tu presencia no va con nosotros, no nos saques de aquí”, pues solo con Él encontraremos verdadero propósito, paz y dirección.

¡Shalom!


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La necesidad de un corazón consagrado

Yehováh nos llama a vivir con corazones consagrados, apartados para Su gloria. No importa lo que debamos enfrentar.

En las Escrituras, Yehováh establece instrucciones detalladas para la consagración de los sacerdotes. En Éxodo 29:1-9, se nos habla del proceso que los hijos de Aarón debían seguir para ser apartados para el servicio sagrado. Este proceso incluía lavamiento, vestiduras santas, unción con aceite y sacrificios. Todo esto representaba la pureza y dedicación que Yehováh esperaba de aquellos que ministraban en Su presencia. Aunque hoy en día no somos sacerdotes en el sentido levítico, la Escritura nos dice que somos “real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9). Esto significa que, como creyentes, también estamos llamados a vivir una vida de consagración y obediencia a la voluntad del Padre.

Yehováh ha llamado a muchas personas a vivir apartadas para Él, sin importar las circunstancias que enfrentaron. Veamos algunos ejemplos que nos inspiran a seguir en la senda correcta.

  1. Noé: Un Hombre Justo en Medio de la Maldad
    Noé vivió en una generación corrompida y violenta (Génesis 6:5), pero la Escritura dice que “Noé halló gracia ante los ojos de Yehováh” (Génesis 6:8). El Todopoderoso le dio instrucciones para construir el arca, y aunque la gente lo ridiculizaba, él obedeció fielmente. Su vida nos enseña que una persona consagrada a Dios puede marcar la diferencia, aun cuando todos a su alrededor vivan en pecado.
  2. José: Fiel en la Prueba
    José fue vendido por sus propios hermanos y llevado a Egipto como esclavo. Sin embargo, en medio de las dificultades, su corazón permaneció fiel a Yehováh. Cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo, José respondió: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9). Su compromiso con la santidad lo llevó a la prisión injustamente, pero Yehováh lo exaltó en el tiempo correcto. José nos muestra que un corazón consagrado no se deja vencer por las tentaciones ni las injusticias.
  3. Daniel: Firme en su Fe en Tierra Extraña
    Daniel fue llevado cautivo a Babilonia y enfrentó una cultura pagana que quería apartarlo de Yehováh. Sin embargo, desde el principio, “Daniel propuso en su corazón no contaminarse” (Daniel 1:8). A pesar de los peligros, continuó orando a Dios tres veces al día, aunque esto lo llevó al foso de los leones.

    El Altísimo lo libró y honró su fidelidad. Daniel nos enseña que la consagración a Dios debe ser inquebrantable, aun cuando enfrentemos presión o persecución.
  4. Ana: Una Mujer de Oración y Devoción
    Ana, la madre de Samuel, sufría por ser estéril, pero en vez de amargarse, derramó su corazón en oración. Le prometió a Yehováh que si le daba un hijo, lo dedicaría a Su servicio (1 Samuel 1:11). Yehováh le concedió su petición, y ella cumplió su voto, entregando a Samuel para que sirviera en el templo. Su historia nos recuerda que una vida consagrada está dispuesta a rendir todo a Dios, confiando en que Él tiene el control.

A lo largo de la historia bíblica, Israel cayó muchas veces en la desobediencia y la idolatría, alejándose de la senda del Todopoderoso. En Jeremías 2:13, Yehováh dice: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí císternas, císternas rotas que no retienen agua.” Cuando Israel se apartaba de Yehováh, sufría las consecuencias de su pecado. Sin embargo, cuando se arrepentían y volvián a Dios, Él los restauraba.
Esto nos muestra que debemos ser diligentes en nuestra relación con el Padre y no seguir el ejemplo de Israel en sus momentos de rebeldía. En Josué 24:15, Josué desafía al pueblo diciendo: “Escogeos hoy a quién sirváis… pero yo y mi casa serviremos a Yehováh.” Esta es la actitud que debemos tener: una decisión firme de seguir a Yehováh sin importar las circunstancias.

Reflexión: Un Corazón Consagrado al Padre

Vivir con un corazón consagrado significa amar a Dios con todo nuestro ser y obedecer Su Palabra en todo momento. En Deuteronomio 6:5, Dios nos manda: “Amarás a Yehováh tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. La consagración no es algo superficial, sino un compromiso profundo con el Todopoderoso.

Yeshúa también habló de la importancia de permanecer en Él. En Juan 15:5 dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto”. Cuando nos apartamos del Padre, nos secamos espiritualmente. Pero cuando permanecemos en Él, llevamos fruto y vivimos con propósito.

Podemos Vivir con un Corazón Consagrado
Si queremos vivir apartados para Yehováh, aquí hay algunos pasos prácticos:

  • Oración diaria – Buscar a Yehováh cada día fortalece nuestra relación con Él. (1 Tesalonicenses 5:17)
  • Leer y obedecer la Palabra de Dios – La Escritura es nuestra guía para una vida santa. (Salmo 119:105)
  • Alejarnos del pecado – No debemos comprometernos con lo que desagrada al Padre. (2 Corintios 6:17)
  • Ser luz en el mundo – Nuestra vida debe reflejar el carácter del Mesías. (Mateo 5:16)
  • Permanecer firmes en la fe – No dejarnos llevar por las influencias del mundo. (1 Corintios 15:58)

Conclusión

Yehováh nos llama a vivir con corazones consagrados, apartados para Su gloria. No importa lo que enfrentemos, podemos decidir ser como Noé, José, Daniel y Ana, quienes permanecieron fieles a pesar de las dificultades. Que no sigamos los pasos de Israel cuando se apartó del Todopoderoso, sino que nos mantengamos en la senda de la obediencia, confiando en que Yehováh recompensa a aquellos que le buscan con corazón sincero (Hebreos 11:6).


Separation of the light and the darkness in the Genesis

Somos llamados a ser Luz en medio de la Oscuridad

Desde el principio, el Creador separó la luz de las tinieblas, mostrando que Su naturaleza es luz y que en él no hay tinieblas

En Éxodo 25:31-40, Yehováh da instrucciones a Moisés sobre la construcción del candelabro de oro para el Tabernáculo. Este candelabro no solo iluminaba el lugar santo, sino que también simbolizaba la presencia y la gloria del Todopoderoso en medio de Su pueblo. La luz del candelabro nos recuerda nuestra misión como creyentes: ser luz en un mundo lleno de oscuridad.

Desde el principio, el Creador separó la luz de las tinieblas (Génesis 1:3-4), mostrando que Su naturaleza es luz y que en él no hay tinieblas (1 Juan 1:5). Yeshúa dijo:

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Pero también nos dio una responsabilidad:

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).

Yehováh nos llama a reflejar Su luz a través de nuestras acciones, palabras y forma de vivir. Así como el candelabro en el Tabernáculo no debía apagarse, nuestra fe y testimonio deben brillar constantemente en un mundo que necesita esperanza.

A lo largo de la historia bíblica, encontramos personajes que iluminaron su generación con su fe y obediencia a Yehováh, a pesar de vivir en tiempos difíciles.
José en Egipto (Génesis 39-50) José fue vendido como esclavo por sus hermanos y luego encarcelado injustamente en Egipto. Sin embargo, nunca perdió su fe. Su integridad y sabiduría lo llevaron a convertirse en gobernador, trayendo salvación a muchas personas durante la hambruna. A través de su vida, se cumplió lo que dice Proverbios 4:18:

“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”

Daniel en Babilonia (Daniel 1-6) Daniel fue llevado cautivo a Babilonia y enfrentó muchas pruebas, incluyendo la prohibición de orar al Altísimo. Pero su firmeza en la fe lo convirtió en una luz en un reino pagano. Su testimonio fue tan fuerte que incluso el rey Darío reconoció al Dios de Daniel como el Dios vivo (Daniel 6:26).
Ester en Persia (Ester 4-7) Ester, una jóven hebrea en una tierra extranjera, se convirtió en reina de Persia. Cuando su pueblo fue amenazado de exterminio, ella arriesgó su vida para interceder ante el rey. Su valentía salvó a toda una nación y mostró que el Todopoderoso puede usar a cualquiera para llevar luz en tiempos de crisis.

Pablo en medio de la persecución (Hechos 16, 2 Corintios 11:23-28) Pablo llevó el evangelio a muchas naciones a pesar de ser perseguido, encarcelado y golpeado. Su amor por el Mesías lo llevó a declarar:

“Para mí el vivir es el Mesías, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).

Aún en la prisión, cantaba y predicaba, demostrando que la verdadera luz no depende de las circunstancias externas, sino de la presencia de Yehováh en nosotros.

El llamado del Padre no es solo para unos pocos, sino para todos los que le siguen. En Isaías 49:6, Yehováh dice:

“Te pondré por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.”

Este pasaje profético apunta a nosotros como Su pueblo. Estamos llamados a ser testigos de Su amor, justicia y verdad en medio de un mundo que muchas veces elige la oscuridad.

¿Cómo podemos ser luz en nuestra vida diaria?

Ser luz no significa solo predicar, sino vivir de manera que refleje a Yeshúa:
Mostrar amor y compasión: En un mundo egoísta, actos de bondad pueden tocar corazones y revelar el carácter de Yehováh.

  • Mantener la integridad: No ceder ante la corrupción y la mentira demuestra que seguimos principios superiores.
  • Compartir la Palabra de Dios: La Escritura nos llama a llevar el Evangelio a todas las naciones (Marcos 16:15).
  • No conformarnos con el mal: Romanos 12:2 nos exhorta a no amoldarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento.

Reflexión Final

Les invito a reflexionar acerca de esto: Vivimos en tiempos de oscuridad moral y espiritual, pero Yehováh nos ha llamado a ser luz. No importa dónde estemos o qué circunstancias enfrentemos, nuestra vida debe brillar con la presencia del Mesías. Como el candelabro en el Tabernáculo, nuestra luz debe brillar con la luz del Padre, iluminando nuestro entorno con amor, verdad y fe.
Yeshúa nos ha dejado esta gran responsabilidad:

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16).

Que nuestra vida refleje Su luz y llevemos esperanza a un mundo que tanto la necesita.

¡Shalom!


Ruth recogiendo trigo

La Justicia con Compasión: Un Camino Equilibrado

Las Escrituras nos aseguran que cuando practicamos la justicia con compasión, podemos hacer grandes cambios y recibimos bendiciones.

Es fácil considerar la Justicia como algo frío y estricto, que está basada solo en leyes y normas. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que la verdadera Justicia debe ir acompañada de compasión. Yehováh mismo modela este equilibrio perfecto. En Éxodo 21:1-24:18, el Todopoderoso establece instrucciones para el pueblo de Israel, muchas de las cuales protegen a los más vulnerables, como los siervos, las criadas, los esclavos, los huérfanos y las viudas. Tales leyes no solo aseguran justicia, sino también reflejan la misericordia de nuestro Padre.

Un ejemplo claro de esta combinación entre justicia y compasión se encuentra en la historia de Ruth y Noemí, y cómo Boaz actuó con ellas. Ruth era una viuda moabita que decidió quedarse con su suegra Noemí, también viuda y sin hijos. Su situación era difícil, pues en la antigüedad, las viudas sin apoyo familiar estaban en una posición muy vulnerable. Sin embargo, Rut demostró amor y lealtad, diciéndole a Noemí:

Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Ruth 1:16

Ruth estaba dispuesta a sacrificar su seguridad por cuidar de su suegra.

Al llegar a Belén, Ruth comenzó a recoger espigas en los campos de Boaz, un hombre rico y respetado que también era pariente de Noemí. La ley permitía a los pobres recoger lo que quedaba en los campos después de la cosecha (Levítico 19:9-10). Boaz podía haber seguido la ley de forma estricta, sin hacer nada más, pero en cambio, eligió mostrar compasión. No solo permitió que Ruth espigara (recogiera espigas), sino que también ordenó a sus siervos que a propósito dejaran más grano para ella (Ruth 2:15-16).

Más adelante, Boaz actuó como “pariente redentor” . La Torá establecía que un pariente cercano podía casarse con la viuda de un familiar fallecido para preservar su linaje y protegerla. Aunque Boaz podía haber dejado que otro pariente reclamara el derecho de redención, él eligió actuar con justicia y amor. Se casó con Ruth y juntos tuvieron un hijo, quien se convirtió en el abuelo del rey David (Ruth 4:13-17). Esta historia no solo muestra la fidelidad de Yehováh, sino también cómo la justicia con compasión puede traer grandes bendiciones.

Otro ejemplo poderoso es el de Yosef (José) en Egipto. Sus hermanos lo vendieron como esclavo, y él podría haber usado su posición de poder para vengarse cuando ellos llegaron buscando alimento durante la hambruna. Pero Yosef eligió el perdón y la restauración, diciéndoles:

Yosef (José) recibe y perdona a sus hermanos

Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien.
Génesis 50:20

Aunque Yosef podría haber hecho justicia castigando a sus hermanos, prefirió mostrar compasión y así salvó a su familia.

Entonces, ¿qué podemos aprender de estos ejemplos? La justicia por sí sola puede volverse dura y sin alma; por otro lado, la compasión sin justicia puede conducir a la impunidad.

Yehováh nos llama a buscar un equilibrio, actuando con rectitud pero también con amor. En nuestras vidas diarias, podemos aplicar esto en el trato con los demás. ¿Somos justos, pero fríos, con aquellos que nos fallan? ¿O sabemos perdonar y restaurar cuando alguien está arrepentido?

Las Escrituras nos aseguran que cuando practicamos la justicia con compasión, podemos hacer grandes cambios y recibimos bendiciones, como dice Proverbios 21:21:

El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra.

Tanto Boaz como Yosef, nos muestran que cuando equilibramos estos dos principios, Yehováh actúa poderosamente en nuestras vidas.

Reflexionemos: ¿Cómo podemos aplicar esta lección en nuestras familias, en nuestro trabajo y en nuestras relaciones? ¿Hay alguien a quien necesitamos perdonar o tratar con mayor compasión sin dejar de lado la justicia? Si seguimos este camino, veremos cómo la gracia de nuestro Padre transforma no solo nuestras vidas sino las de otros y todos seremos bendecidos.


Lider delegando

La Sabiduría de Delegar

Las Escrituras nos enseñan que delegar no solo es sabio, sino que también es una forma efectiva de cumplir con nuestras responsabilidades sin agotarnos.

En la vida diaria, muchas veces sentimos la necesidad de hacerlo todo nosotros mismos. Ya sea en el trabajo, en la familia o en cualquier responsabilidad que asumimos, nos cuesta confiar en otros para que nos ayuden. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que delegar no solo es sabio, sino que también es una forma efectiva de cumplir con nuestras responsabilidades sin agotarnos.

Uno de los ejemplos más claros de esto lo encontramos en la historia de Moisés y su suegro, Yitró. Moisés lideraba al pueblo de Israel y se encargaba de resolver todos los problemas y disputas. Sin embargo, esto le consumía mucho tiempo y energía. Entonces, Yitró le dio un consejo sabio:

“…no está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Yehováh estará contigo… Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Yehováh, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.
(Éxodo 18:17-19,21).

Moisés escuchó este consejo y estableció un sistema de liderazgo con jueces para que se encargaran de las causas más simples y solo las más difíciles llegaran hasta él. Gracias a esto, Moisés pudo concentrarse en guiar espiritualmente al pueblo y no agotarse con cada pequeño problema.

La Escritura está llena de ejemplos en los que delegar funciones trajo grandes beneficios. Veamos algunos de ellos:

1. Josué y los espías

Antes de entrar a la Tierra Prometida, Josué envió dos espías a Jericó para explorar la tierra y conocer a sus habitantes (Josué 2:1). No fue él mismo a espiar la ciudad, sino que confió en otros para que hicieran ese trabajo. Como resultado, los espías trajeron información valiosa y ayudaron en la conquista de Jericó.

2. Nehemías y la reconstrucción de Jerusalén

Cuando Nehemías regresó a Jerusalén para reconstruir los muros de la ciudad, no intentó hacerlo todo solo. Organizó a las familias y a los habitantes para que cada grupo trabajara en una parte del muro (Nehemías 3). Gracias a esta estrategia, terminaron la reconstrucción en solo 52 días (Nehemías 6:15).

3. Yeshúa y sus discípulos

Yeshúa envía a sus discípulos a predicar el mensaje del Evangelio

Yeshúa, podría haber llevado a cabo Su ministerio sin ayuda, pero decidió elegir a doce discípulos para que lo acompañaran y aprendieran de él. No solo los enseñó, sino que también les dio tareas específicas, como predicar, sanar enfermos y expulsar demonios (Marcos 6:7-13). Luego, antes de ascender al cielo, les confió la misión de llevar el evangelio al mundo entero (Mateo 28:19-20).

Beneficios de delegar funciones

A través de estos ejemplos bíblicos, podemos ver varios beneficios de delegar funciones a otros:

  1. Alivio de la carga personal: Cuando Moisés delegó, pudo enfocarse en lo más importante sin agotarse.
  2. Eficiencia y rapidez: Nehemías pudo reconstruir los muros en tiempo récord porque cada persona contribuyó.
  3. Formación de nuevos líderes: Yeshúa preparó a sus discípulos para continuar Su obra después de él.
  4. Unidad y colaboración: Cuando trabajamos juntos y compartimos responsabilidades, logramos más de lo que podríamos hacer solos.
  5. Mayor alcance: Josué no podía espiar toda la Tierra Prometida solo, pero al enviar espías, pudo obtener información estratégica.

Reflexión Final

Muchas veces, por orgullo, miedo o desconfianza, nos negamos a delegar tareas a otros. Sin embargo, la Escritura nos muestra que confiar en otros y darles oportunidades no solo es sabio, sino que también es la clave para el éxito en cualquier área de la vida.

Si Yehováh mismo, a través de Yeshúa, delegó funciones a sus discípulos, ¡cuánto más nosotros deberíamos aprender a compartir nuestras responsabilidades! Cuando delegamos, no solo aligeramos nuestra carga, sino que también damos a otros la oportunidad de crecer y contribuir.

Pregúntate hoy:

  • ¿Estoy sobrecargado porque no confío en los demás?
  • ¿Podría compartir algunas de mis responsabilidades con alguien más?
  • ¿Cómo puedo aplicar el principio de delegación en mi vida diaria?

Aprender a delegar es una decisión sabia y nos ayuda a vivir de una manera más equilibrada y productiva. ¡Anímate a ponerlo en práctica hoy mismo!

¡Shalom!