Rebeldía, Juicio y Restauración

Deuteronomio 32:1 – 52
Parashá Ha’azinu

El cántico de Moshé es un llamado a poner atención a las enseñanzas de Yehováh

La parashá Ha’azinu nos lleva a uno de los momentos más solemnes en la vida de Moshé. De pie frente a todo Israel, entona un cántico que no es solo poesía, sino un testimonio profético. Llama a los cielos y a la tierra como testigos, declarando que Yehováh es justo, fiel y perfecto en todas Sus obras. Nos recuerda cómo el Creador halló a Su pueblo en el desierto, lo cuidó como a la niña de Sus ojos y lo hizo prosperar. Pero advierte que Israel, en su abundancia, se rebelará y seguirá a otros dioses, provocando el juicio divino: hambre, pestilencia, guerra y dispersión. Aun así, Yehováh promete no destruirlos del todo, para que las naciones no se enorgullezcan. El cántico termina con esperanza: llegará el día en que Yehováh vengará a Sus siervos y restaurará a Su pueblo. Es un llamado a escuchar, recordar y volver.

El Texto de la Biblia RVAH

Encuentra aquí las lecturas completas de la Torá, la Haftará (Profetas) y los Evangelios correspondientes a esta parashá, en la versión Reina-Valera-Hebraica, actualizada con los nombres de Yehováh y Yeshúa.

32

1Escuchad, cielos, y hablaré;
y oiga la tierra los dichos de mi boca.
2Goteará como la lluvia mi enseñanza;
destilará como el rocío mi razonamiento;
como la llovizna sobre la grama,
y como las gotas sobre la hierba;
3porque el nombre de Yehováh proclamaré.
Engrandeced a nuestro Dios.
4Él es la Roca, cuya obra es perfecta,
porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él;
es justo y recto.

5La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha,
generación torcida y perversa.
6¿Así pagáis a Yehováh,
pueblo loco e ignorante?
¿No es él tu Padre que te creó?
Él te hizo y te estableció.

7Acuérdate de los tiempos antiguos,
considera los años de muchas generaciones;
pregunta a tu padre, y él te declarará;
a tus ancianos, y ellos te dirán.
8Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones,
cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,
estableció los límites de los pueblos
según el número de los hijos de Israel.

9Porque la porción de Yehováh es su pueblo;
Ya'akov la heredad que le tocó.
10Le halló en tierra de desierto,
y en yermo de horrible soledad;
lo trajo alrededor, lo instruyó,
lo guardó como a la niña de su ojo.
11Como el águila que excita su nidada,
revolotea sobre sus pollos,
extiende sus alas, los toma,
los lleva sobre sus plumas,
12Yehováh solo le guió,
y con Él no hubo dios extraño.
13Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra,
y comió los frutos del campo,
e hizo que chupase miel de la peña,
y aceite del duro pedernal;
14mantequilla de vacas y leche de ovejas,
con grosura de corderos,
y carneros de Basán; también machos cabríos,
con lo mejor del trigo;
y de la sangre de la uva bebiste vino.

15Pero engordó Jesurún, y tiró coces
(engordaste, te cubriste de grasa);
entonces abandonó al Dios que lo hizo,
y menospreció la Roca de su salvación.

16Le despertaron a celos con los dioses ajenos;
lo provocaron a ira con abominaciones.
17Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;
a dioses que no habían conocido,
a nuevos dioses venidos de cerca,
que no habían temido vuestros padres.

18De la Roca que te creó te olvidaste;
te has olvidado de Dios tu creador.
19Y lo vio Yehováh, y se encendió en ira
por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.
20Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro,
veré cuál será su fin;
porque son una generación perversa,
hijos infieles.
21Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios;
me provocaron a ira con sus ídolos;
Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo,
los provocaré a ira con una nación insensata.

22Porque fuego se ha encendido en mi ira,
y arderá hasta las profundidades del Seol;
devorará la tierra y sus frutos,
y abrasará los fundamentos de los montes.

23Yo amontonaré males sobre ellos;
emplearé en ellos mis saetas.
24Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente
y de peste amarga;
diente de fieras enviaré también sobre ellos,
con veneno de serpientes de la tierra.
25Por fuera desolará la espada,
y dentro de las cámaras el espanto;
así al joven como a la doncella,
al niño de pecho como al hombre cano.

26Yo había dicho que los esparciría lejos,
que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos,
27De no haber temido la provocación del enemigo,
no sea que se envanezcan sus adversarios,
no sea que digan: Nuestra mano poderosa
ha hecho todo esto, y no Yehováh.

28Porque son nación privada de consejos,
y no hay en ellos entendimiento.
29¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto,
y se dieran cuenta del fin que les espera!
30¿Cómo podría perseguir uno a mil,
y dos hacer huir a diez mil,
si su Roca no los hubiese vendido,
y Yehováh no los hubiera entregado?

31Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca,
y aun nuestros enemigos son de ello jueces.
32Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos,
y de los campos de Gomorra;
las uvas de ellos son uvas ponzoñosas,
racimos muy amargos tienen.
33Veneno de serpientes es su vino,
y ponzoña cruel de áspides.

34¿No tengo Yo esto guardado conmigo,
sellado en mis tesoros?
35Mía es la venganza y la retribución;
a su tiempo su pie resbalará,
porque el día de su aflicción está cercano,
y lo que les está preparado se apresura.

36Porque Yehováh juzgará a su pueblo,
y por amor de sus siervos se arrepentirá,
cuando viere que la fuerza pereció,
y que no queda ni siervo ni libre.
37Y dirá: ¿Dónde están sus dioses,
la roca en que se refugiaban;
38que comían la grosura de sus sacrificios,
y bebían el vino de sus libaciones?
Levántense, que os ayuden
y os defiendan.

39Ved ahora que Yo, Yo Soy,
y no hay dioses conmigo;
Yo hago morir, y Yo hago vivir;
Yo hiero, y Yo sano;
y no hay quien pueda librar de mi mano.

40Porque Yo alzaré a los cielos mi mano,
y diré: Vivo Yo para siempre,
41si afilare mi reluciente espada,
y echare mano del juicio,
Yo tomaré venganza de mis enemigos,
y daré la retribución a los que me aborrecen.
42Embriagaré de sangre mis saetas,
y mi espada devorará carne;
en la sangre de los muertos y de los cautivos,
en las cabezas de larga cabellera del enemigo.

43Alabad, naciones, a su pueblo,
porque Él vengará la sangre de sus siervos,
y tomará venganza de sus enemigos,
y hará expiación por la tierra de su pueblo.

44Vino Moshé y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Yahoshúa (Josué) hijo de Nun. 45Y acabó Moshé de recitar todas estas palabras a todo Israel; 46y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. 47Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.

48Y habló Yehováh a Moshé aquel mismo día, diciendo: 49Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que Yo doy por heredad a los hijos de Israel; 50y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo; 51por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 52Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.

 

22

1Habló David a Yehováh las palabras de este cántico, el día que Yehováh le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. 2Dijo:

Yehováh es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador;
3Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio;
Salvador mío; de violencia me libraste.
4Invocaré a Yehováh, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.

5Me rodearon ondas de muerte,
y torrentes de perversidad me atemorizaron.
6Ligaduras del Seol me rodearon;
tendieron sobre mí lazos de muerte.
7En mi angustia invoqué a Yehováh,
y clamé a mi Dios;
Él oyó mi voz desde su templo,
y mi clamor llegó a sus oídos.

8La tierra fue conmovida, y tembló,
y se conmovieron los cimientos de los cielos;
se estremecieron, porque se indignó Él.
9Humo subió de su nariz,
y de su boca fuego consumidor;
carbones fueron por él encendidos.
10E inclinó los cielos, y descendió;
y había tinieblas debajo de sus pies.
11Y cabalgó sobre un querubín, y voló;
voló sobre las alas del viento.
12Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí;
oscuridad de aguas y densas nubes.
13Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes.
14Y tronó desde los cielos Yehováh,
y el Altísimo dio su voz;
15envió sus saetas, y los dispersó;
y lanzó relámpagos, y los destruyó.

16Entonces aparecieron los torrentes de las aguas,
y quedaron al descubierto los cimientos del mundo;
a la reprensión de Yehováh,
por el soplo del aliento de su nariz.
17Envió desde lo alto y me tomó;
me sacó de las muchas aguas.
18Me libró de poderoso enemigo,
y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo.
19Me asaltaron en el día de mi quebranto;
mas Yehováh fue mi apoyo,
20y me sacó a lugar espacioso;
me libró, porque se agradó de mí.

21Yehováh me ha premiado conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
22Porque yo he guardado los caminos de Yehováh,
y no me aparté impíamente de mi Dios.

23Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí,
y no me he apartado de sus estatutos.
24Fui recto para con Él,
y me he guardado de mi maldad;
25por lo cual me ha recompensado Yehováh conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.

26Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
y recto para con el hombre íntegro.
27Limpio te mostrarás para con el limpio,
y rígido serás para con el perverso.
28Porque Tú salvas al pueblo afligido,
mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos.

29Tú eres mi Lámpara, oh Yehováh;
mi Dios alumbrará mis tinieblas.
30Contigo desbarataré ejércitos,
y con mi Dios asaltaré muros.

31En cuanto a Dios, perfecto es su camino,
y acrisolada la palabra de Yehováh.
Escudo es a todos los que en él esperan.
32Porque ¿quién es Dios, sino sólo Yehováh?
¿Y qué Roca hay fuera de nuestro Dios?
33Dios es el que me ciñe de fuerza,
y quien despeja mi camino;
34Quien hace mis pies como de ciervas,
y me hace estar firme sobre mis alturas;
35Quien adiestra mis manos para la batalla,
de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos.

36Me diste asimismo el escudo de tu salvación,
y tu benignidad me ha engrandecido.
37Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí,
y mis pies no han resbalado.
38Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré,
y no volveré hasta acabarlos.
39Los consumiré y los heriré, de modo que no se levanten;
caerán debajo de mis pies.
40Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea;
has humillado a mis enemigos debajo de mí,
41y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
para que yo destruyese a los que me aborrecen.

42Clamaron, y no hubo quien los salvase;
aun a Yehováh, mas no les oyó.
43Como polvo de la tierra los molí;
como lodo de las calles los pisé y los trituré.
44Me has librado de las contiendas del pueblo;
me guardaste para que fuese cabeza de naciones;
pueblo que yo no conocía me servirá.
45Los hijos de extraños se someterán a mí;
al oír de mí, me obedecerán.
46Los extraños se debilitarán,
y saldrán temblando de sus encierros.

47Viva Yehováh, y bendita sea mi Roca,
y engrandecido sea el Dios de mi salvación.
48El Dios que venga mis agravios,
y sujeta pueblos debajo de mí;
49el que me libra de enemigos,
 aun me exalta sobre los que se levantan contra mí;
me libraste del varón violento.

50Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, oh Yehováh,
y cantaré a tu Nombre.
51El salva gloriosamente a su rey,
y usa de misericordia para con su ungido,
a David y a su descendencia para siempre.

25Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Respondió Yeshúa y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Yehováh el Padre. 28Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Yehováh? 29Respondió Yeshúa y les dijo: Esta es la obra de Yehováh, que creáis en el que Él ha enviado. 30Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32Y Yeshúa les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moshé el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Yehováh es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

35Yeshúa les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

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