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Yehová ha hecho entrega de la Ley Real en el Monte Sinaí. Es muy importante entender que cuando usamos la expresión “La Ley Real” , es porque nos estamos refiriendo a la Ley del Rey o del Reino, es decir que pertenece a la Realeza de Yehováh; por eso es de una categoría sin igual.

A continuación en estos capítulos, Yehováh, el Rey, comienza a entregar ordenanzas más detalladas por medio de Moshé, que tienen que ver con la nueva condición de un pueblo que hasta ahora no sabía qué era ser libre. No. No es la ausencia total de una autoridad lo que nos hace libres, sino la obediencia a las leyes establecida por esa Autoridad Suprema.

Las instrucciones que recibimos de Yehováh nuestro Padre, nos motivan a mirar por las necesidades de los demás, antes que a proteger las nuestras. Esta filosofía riñe con la del mundo presente, donde el énfasis permanente es la exigencia del respeto de “nuestros derechos” hasta llegar al punto de ignorar totalmente nuestros deberes u obligaciones.

Conforme avanzamos en la lectura de la Toráh, notarás que en ninguna parte, Yehováh nuestro Padre nos instruye para adoptar tal posición; por lo contrario, siempre estará recordándonos la importancia de tomar cuidado de quienes nos rodean: padres, familia, amigos, etc., que puedan hallarse en necesidad.

El mejor modelo para nosotros es Yeshúa quien modeló un papel de siervo o servidor no solo con sus discípulos sino con todos sus contemporáneos, cuando los sanó, les proveyó alimento, los instruyó y oró por ellos yendo hasta la muerte. Piénsalo: Si Yeshúa  hubiera exigido sus derechos ¿dónde estaríamos tú y yo?


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