La Gratitud es muy Importante

Deuteronomio 7:12 – 11:25
Parashá ‘Ekev

Cuando hay abundancia, es fácil olvidarnos de nuestro Padre Yehováh

En la abundancia, no te olvides...

En Ekev (Devarim 7:12–11:25), Moshé recuerda a Israel que la bendición depende de obedecer los mandamientos de Yehováh. Les asegura que Dios expulsará a las naciones delante de ellos y cuidará de la tierra prometida, pero les advierte contra la soberbia y el olvido en tiempos de abundancia. Les recuerda cómo Dios los sustentó en el desierto, les dio maná y probó su corazón. Reitera la importancia de amar a Yehováh, guardar Sus estatutos y enseñar Su palabra a los hijos. La obediencia traerá lluvia, provisión y victoria; la desobediencia traerá juicio y pérdida de la tierra.

El Texto de la Biblia RVAH

Encuentra aquí las lecturas completas de la Torá, la Haftará (Profetas) y los Evangelios correspondientes a esta parashá, en la versión Reina-Valera-Hebraica, actualizada con los nombres de Yehováh y Yeshúa.

7:12

12Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Yehováh tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. 13Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. 14Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. 15Y quitará Yehováh de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren. 16Y consumirás a todos los pueblos que te da Yehováh tu Dios; no los perdonará tu ojo, ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.

17Si dijeres en tu corazón: Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar? 18no tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Yehováh tu Dios con Faraón y con todo Mitsrayim; 19de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que Yehováh tu Dios te sacó; así hará Yehováh tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres. 20También enviará Yehováh tu Dios avispas sobre ellos, hasta que perezcan los que quedaren y los que se hubieren escondido de delante de ti. 21No desmayes delante de ellos, porque Yehováh tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible. 22Y Yehováh tu Dios echará a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten contra ti. 23Mas Yehováh tu Dios las entregará delante de ti, y Él las quebrantará con grande destrozo, hasta que sean destruidas. 24El entregará sus reyes en tu mano, y tú destruirás el nombre de ellos de debajo del cielo; nadie te hará frente hasta que los destruyas. 25Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Yehováh tu Dios; 26y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.

8

1Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Yehováh prometió con juramento a vuestros padres. 2Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Yehováh tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. 3Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Yehováh vivirá el hombre. 4Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. 5Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Yehováh tu Dios te castiga. 6Guardarás, pues, los mandamientos de Yehováh tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole. 7Porque Yehováh tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; 8tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; 9tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. 10Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Yehováh tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.

11Cuídate de no olvidarte de Yehováh tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Yehováh tu Dios, que te sacó de tierra de Mitsrayim, de casa de servidumbre; 15que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; 16que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; 17y digas en tu corazón: 'Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza'. 18Sino acuérdate de Yehováh tu Dios, porque Él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. 19Mas si llegares a olvidarte de Yehováh tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. 20Como las naciones que Yehováh destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Yehováh vuestro Dios.

9

1Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; 2un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac? 3Entiende, pues, hoy, que es Yehováh tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás enseguida, como Yehováh te ha dicho.

4No pienses en tu corazón cuando Yehováh tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Yehováh a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Yehováh las arroja de delante de ti. 5No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Yehováh tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Yehováh juró a tus padres Abraham, Yistjak y Ya'akov.

6Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Yehováh tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. 7Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Yehováh tu Dios en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Mitsrayim, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes a Yehováh. 8En Horeb provocasteis a ira a Yehováh, y se enojó Yehováh contra vosotros para destruiros. 9Cuando yo subí al monte para recibir las Tablas de piedra, las Tablas del Pacto que Yehováh hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua; 10y me dio Yehováh las dos Tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Yehováh en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. 11Sucedió al fin de los cuarenta días y cuarenta noches, que Yehováh me dio las dos Tablas de piedra, las Tablas del Pacto. 12Y me dijo Yehováh: Levántate, desciende pronto de aquí, porque tu pueblo que sacaste de Mitsrayim se ha corrompido; pronto se han apartado del camino que Yo les mandé; se han hecho una imagen de fundición.

13Y me habló Yehováh, diciendo: He observado a ese pueblo, y he aquí que es pueblo duro de cerviz. 14Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del cielo, y Yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más numerosa que ellos. 15Y volví y descendí del monte, el cual ardía en fuego, con las Tablas del Pacto en mis dos manos. 16Y miré, y he aquí habíais pecado contra Yehováh vuestro Dios; os habíais hecho un becerro de fundición, apartándoos pronto del camino que Yehováh os había mandado. 17Entonces tomé las dos tablas y las arrojé de mis dos manos, y las quebré delante de vuestros ojos. 18Y me postré delante de Yehováh como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Yehováh para enojarlo. 19Porque temí a causa del furor y de la ira con que Yehováh estaba enojado contra vosotros para destruiros. Pero Yehováh me escuchó aun esta vez. 20Contra Aarón también se enojó Yehováh en gran manera para destruirlo; y también oré por Aarón en aquel entonces. 21Y tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que habíais hecho, y lo quemé en el fuego, y lo desmenucé moliéndolo muy bien, hasta que fue reducido a polvo; y eché el polvo de él en el arroyo que descendía del monte.

22También en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava provocasteis a ira a Yehováh. 23Y cuando Yehováh os envió desde Cades-barnea, diciendo: Subid y poseed la tierra que yo os he dado, también fuisteis rebeldes al mandato de Yehováh vuestro Dios, y no le creísteis, ni obedecisteis a su voz. 24Rebeldes habéis sido a Yehováh desde el día que yo os conozco.

25Me postré, pues, delante de Yehováh; cuarenta días y cuarenta noches estuve postrado, porque Yehováh dijo que os había de destruir. 26Y oré a Yehováh, diciendo: Oh Señor Yehováh, no destruyas a tu pueblo y a tu heredad que has redimido con tu grandeza, que sacaste de Mitsrayim con mano poderosa. 27Acuérdate de tus siervos Abraham, Yitsjak y Ya'akov; no mires a la dureza de este pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, 28no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: 'Por cuanto no pudo Yehováh introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto'. 29Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.

10

1En aquel tiempo Yehováh me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera; 2y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en el arca. 3E hice un arca de madera de acacia, y labré dos tablas de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en mi mano. 4Y escribió en las Tablas conforme a la primera escritura, los diez mandamientos que Yehováh os había hablado en el monte de en medio del fuego, el día de la asamblea; y me las dio Yehováh. 5Y volví y descendí del monte, y puse las tablas en el Arca que había hecho; y allí están, como Yehováh me mandó. 6(Después salieron los hijos de Israel de Beerot-bene-jaacán a Mosera; allí murió Aarón, y allí fue sepultado, y en lugar suyo tuvo el sacerdocio su hijo Eleazar. 7De allí partieron a Gudgoda, y de Gudgoda a Jotbata, tierra de arroyos de aguas. 8En aquel tiempo apartó Yehováh la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Yehováh, para que estuviese delante de Yehováh para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, 9por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Yehováh es su heredad, como Yehováh tu Dios le dijo.)

10Y yo estuve en el monte como los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches; y Yehováh también me escuchó esta vez, y no quiso Yehováh destruirte. 11Y me dijo Yehováh: Levántate, anda, para que marches delante del pueblo, para que entren y posean la tierra que juré a sus padres que les había de dar.

12Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Yehováh tu Dios de ti, sino que temas a Yehováh tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Yehováh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; 13que guardes los mandamientos de Yehováh y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? 14He aquí, de Yehováh tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella. 15Solamente de tus padres se agradó Yehováh para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día. 16Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. 17Porque Yehováh vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; 18que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. 19Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Mitsrayim. 20A Yehováh tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. 21El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. 22Con setenta personas descendieron tus padres a Mitsrayim, y ahora Yehováh te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

11

1Amarás, pues, a Yehováh tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días. 2Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido ni visto el castigo de Yehováh vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su brazo extendido, 3y sus señales, y sus obras que hizo en medio de Mitsrayim a Faraón rey de Mitsrayim, y a toda su tierra;4y lo que hizo al ejército de Mitsrayim, a sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las aguas del Mar Rojo sobre ellos, cuando venían tras vosotros, y Yehováh los destruyó hasta hoy; 5y lo que ha hecho con vosotros en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar; 6y lo que hizo con Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la tierra, y los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo su ganado, en medio de todo Israel.  7Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Yehováh ha hecho.

8Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; 9y para que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la cual juró Yehováh a vuestros padres, que había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que fluye leche y miel. 10La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Mitsrayim de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. 11La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; 12tierra de la cual Yehováh tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Yehováh tu Dios, desde el principio del año hasta el fin.

13Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Yehováh vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, 14Yo, dice Yehováh, daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. 15Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás. 16Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos; 17y se encienda el furor de Yehováh sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Yehováh.

18Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. 19Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, 20y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas; 21para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Yehováh juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra. 22Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo para que los cumpláis, y si amareis a Yehováh vuestro Dios, andando en todos sus caminos, y siguiéndole a él, 23Yehováh también echará de delante de vosotros a todas estas naciones, y desposeeréis naciones grandes y más poderosas que vosotros. 24Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. 25Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Yehováh vuestro Dios sobre toda la tierra que pisareis, como él os ha dicho.

49:14

Pero Sion dijo: Me dejó Yehováh, y el Señor se olvidó de mí. 15¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. 16He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros. 17Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldrán de ti. 18Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Yehováh, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

19Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos. 20Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos: Estrecho es para mí este lugar; apártate, para que yo more. 21Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró éstos? Porque yo había sido privada de hijos y estaba sola, peregrina y desterrada; ¿quién, pues, crió éstos? He aquí yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos?

22Así dijo Yehováh el Señor: He aquí, yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros. 23Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que Yo Soy Yehováh, que no se avergonzarán los que esperan en mí.

24¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un tirano? 25Pero así dice Yehováh: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito Yo lo defenderé, y Yo salvaré a tus hijos. 26Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que Yo Yehováh Soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Ya'akov.

50

1Así dijo Yehováh: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual Yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes Yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre. 2¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed. 3Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.

Mateo 16:13

13Viniendo Yeshúa a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14Ellos dijeron: Unos, Yohanan el inmersor; otros, Eliyahu; y otros, Jeremiayahu, o alguno de los profetas. 15El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16Respondiendo Shim'on Kefa, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. 17Entonces le respondió Yeshúa: Bienaventurado eres, Shim'on Bar-Yohanan, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Y yo también te digo, que tú eres Kefa, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. 20Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Yeshúa el Mesías.

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