El Secreto de la Abundancia en el Año Sabático

El año sabático / shmitá:

Yehová habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Yehová. Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Yehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra. Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer.

Levítico 25:1-7

Hay dos elementos prevalentes en la Torá, que son también necesarios para poder entender el contexto de todo el resto de las Escrituras. Uno es la agricultura y otro es el tiempo, la concepción del mismo y la capacidad para regirse por él. Y estos dos elementos están relacionados entre sí. Los ciclos agriculturales en la tierra se suscitan como resultado de los movimientos de la tierra alrededor del sol, lo cual a su vez es lo que determina el concepto del tiempo.

Desde el mismo comienzo de Génesis existen los marcadores temporales de los días de la creación, y en el cuarto día el sol y la luna son creados específicamente para “servir de señales para las estaciones, para días y años” (Gen 1:14). Posteriormente, con la entrega de la Torá, un ciclo de Fiestas anuales es revelado a Israel (Ex. 23, Lev. 23), haciendo énfasis en que estas fechas debían celebrarse en el tiempo señalado. Estos ‘tiempos señalados‘ (mo’adim en hebreo) están intrínsecamente relacionados con los ciclos agriculturales que a su vez, como ya dijimos, están ligados con el concepto del tiempo, en tanto que la Tierra gira alrededor del sol, lo cual marca las estaciones (equinoccios de primavera y otoño), dando comienzo al año en la primavera (Ex. 12:2).

El primero y posiblemente más importante tiempo señalado es el Shabat. Aparece listado como el primero en Levítico 23 y sucede 52 veces en el año (52 x 7 = 364), a diferencia del resto de los tiempos señalados, que solo suceden una vez por año. El Shabat, revelado desde la misma semana de la creación, nos marca las semanas. El sol, conjuntamente con el testimonio de las cosechas en la tierra, nos marcan los años. Pero hay ciclos mayores al simple año, y esto es lo que nos indica el shmitá, el concepto revelado en esta Parashá.

Entrelazado con el tema de las Fiestas bíblicas y el culto de Israel, existe el concepto de los sacrificios y las ofrendas. Mientras que el tema de los sacrificios animales era prevalente en el culto del Tabernáculo y el Templo, también era común y requerido por la Torá, el ofrecer los frutos de la tierra (véase Primeros Frutos, Shavuot, Sucot). El pueblo del Israel antiguo debía reconocer que todo lo que crecía y se cosechaba de la tierra provenía del Creador de la tierra, y así le daban gracias año tras año por este milagro.

Mientras que cada semana hombres, mujeres, niños y animales descansan en el Shabat semanal, la tierra no cesa de sus actividades y continúa produciendo semana tras semana. Es por eso que 6 años fueron determinados para que la tierra produzca, mientras que el séptimo año, nada debía ser plantado, es decir, se la daba descanso a la tierra.

Este era un tiempo de ‘reseteo‘ económico. Una especie de “Gran Reinicio” (Great Reset), pero no orquestado por el Foro Económico Mundial, sino instituido por el mismo Creador, y repitiéndose una vez cada 7 años. El hecho de no poder trabajar la tierra tenía impactos drásticos en la economía, pero esto no era lo único que sucedía. Cada esclavo podía salir libre (el dueño de la tierra necesitaría menos manos de obra de todos modos, ya que no se ocuparía de la agricultura en ese año) y las deudas eran perdonadas. Es decir, habría menos presión financiera. Además, a los “pobres del pueblo” les era permitido comer todo lo que creciese naturalmente de la tierra (Ex. 23:11).

Esto le permitía a la gente pausar y analizar las cosas desde una nueva perspectiva. Al mismo tiempo, esto influiría en la manera de ver las cosas durante los otros 6 años, sabiendo que en el séptimo no se podría depender de ciertas cosas.

Hay muchos testimonios en fuentes judías acerca de años específicos en el pasado que fueron años shmitá, hoy en Israel este ciclo fue instituido nuevamente, así como también hay especulaciones acerca de cuándo sucederán en el futuro años de Jubileo, pero el objetivo de este artículo no es el análisis de estas cosas, sino intentar comprender el significado mismo de este ciclo y su impacto sobre el pueblo de Israel.

Además de poder sincronizarse con los ciclos del Creador a través de estos años shmitá, hay otro elemento que juega a nivel personal en la decisión de observar el año sabático: La Fe. Tal como una persona debe “resignarse” a trabajar sólo 6 días a la semana, obteniendo 1/7 menos de ganancia material en comparación a aquellos que trabajan todos los días, imagínate cuánta fe es necesaria para dejar pasar un año completo sin trabajar la tierra. Y el refuerzo de esa fe cada 7 años, es uno de los motivos por los cuales este ciclo fue instituido.

Ejecutad, pues, mis estatutos y guardad mis ordenanzas, y ponedlos por obra, y habitaréis en la tierra seguros; y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros, y habitaréis en ella con seguridad. Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de recoger nuestros frutos; entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto por tres años. Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo. 

Levítico 25:18-22

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