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El significado real de la palabra Bendición בְּרָכָה (brajá)

Una bendición, en el sentido bíblico, está intrínsecamente relacionada con el concepto de dar algo.

Una bendición es un hermoso gesto de amor. Puede darse a otros, así como también recibirse. Bendecimos a una persona, porque es alguien que nos importa, alguien para quien deseamos el bien y alguien a quien respetamos. Cuando alguien nos bendice a nosotros, eso nos hace sentir bien, significa que esa persona quiere lo mejor para nosotros.

Es difícil conceptualizar una bendición y la acción de bendecir, separado del contexto cristiano en el que lo aprendimos. Raramente se escucha acerca de alguien que bendiga a otra persona, fuera del marco de la iglesia, la congregación, o una reunión entre creyentes.

La palabra bendición viene del latín benedicere, que significa simplemente “hablar (dicere) bien (ben)”. Decir algo bueno, pronunciar una buena palabra sobre alguien… con esta definición, una bendición y un cumplido tienen poca diferencia.

¿Qué podemos aprender de esta palabra en la lengua hebrea?

בְּרָכָה  (brajá)

La primera vez que el concepto de bendecir (en forma de acción) aparece en las escrituras, es en el primer capítulo de Génesis, cuando el Creador bendice a los animales en el agua y el aire para que sean fructíferos y se multipliquen. Como veremos, una bendición siempre está relacionada con otorgar algo en la Torá. En este caso, el Eterno le entrega a los animales esa capacidad para ser fructíferos y multiplicarse.

La primera vez que la palabra brajá, aparece en forma de sustantivo en la Torá, es en Génesis 12:2, en donde el Altísimo le dice a Abraham que lo bendecirá, y hará que él mismo se convierta en una brajá.

Más tarde vemos como Ya’akov toma la brajá que le correspondía a Esaú (Gen 27:35-38). Aquí vemos nuevamente una bendición como algo que “se entrega” de padre a hijo. Posteriormente vemos este ritual en Génesis 49, cuando Ya’akov bendice a sus hijos.

Tal como el padre da la bendición a su hijo, podemos ver también como Yehováh, nuestro padre celestial, otorga sus bendiciones a nosotros en la tierra:

…entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto por tres años.
Levítico 25:21

En todos estos casos podemos ver como una bendición, en el sentido bíblico, está intrínsecamente relacionada con el concepto de dar algo. En este último caso, una abundancia en la cosecha antes del año de jubileo, y en el caso de los padres, ellos entregaban una parte de todo lo que poseían (su herencia) a sus hijos, siendo el hijo primogénito quien recibía una doble porción de todo.

Cuando observamos la palabra hebrea brajá, y analizamos su raíz, encontramos la palabra berej (ברך), que significa “rodilla”. La bendición puede ir en dos direcciones: cuando un padre bendice a su hijo es una, y la otra es cuando nosotros bendecimos a nuestro Padre celestial. En este caso, nos arrodillamos ante Él, tal como podemos ver en el siguiente pasaje:

…Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, de cinco codos de ancho y de altura de tres codos, y lo había puesto en medio del atrio; y se puso sobre él, se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos al cielo.
2 Crónicas 6:13

Hasta el día de hoy, hay mucha gente que se arrodilla para orar o bendecir al Eterno. En la tradición judía, cuando se recitan las bendiciones se acostumbra doblar las rodillas en señal de reverencia, haciendo honor a esta antigua tradición.


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haSatán – שָׂטָן – El propósito de la Adversidad

Como creyentes en el Creador, tendemos a creer que solamente la “luz”, lo “bueno” y lo “santo” provienen del creador, mientras que las “tinieblas”, lo “malo” y lo “profano” provienen del enemigo; de Satanás.

Si usted creció dentro de la fe cristiana, seguramente estará familiarizado con el concepto de cielo e infiero, así como también “Dios versus el Diablo”. Esto forma parte de un paradigma que se aprende desde pequeño, ya sea por medio de la educación en casa, la escuela, la iglesia, y hasta los programas y películas de televisión.

Lo interesante es que desde una perspectiva netamente hebrea y escritural, podemos llegar a conclusiones totalmente diferentes. O al menos un poco más amplias. Muchos creen que Satanás es el “archienemigo” de Dios, que trata de arruinar los planes del Todopoderoso para llevar al mundo al caos y la destrucción. Una nube de suspenso envuelve el desenlace de la historia y escatología bíblica… ¿Quién ‘ ganará’ la batalla final?

Como creyentes en el Creador, tendemos a creer que solamente la “luz”, lo “bueno” y lo “santo” provienen del creador, mientras que las “tinieblas”, lo “malo” y lo “profano” provienen del enemigo; de Satanás. Pero veamos como era la concepción de lo bueno y lo malo en tiempos de Isaías el profeta:

Yo soy Yehováh, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Yehováh, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Yehováh soy el que hago todo esto. (Is 45:5-7)

Para muchos, este pasaje de Isaías es recibido con gran sorpresa y hasta un poco de decepción. ¿Porqué el Creador del universo, de quién proviene todo lo que es bueno, ha creado tinieblas y adversidad? 

Espero que al final de este artículo, tenga una mejor idea acerca de esto.

Tal vez la mayor diferencia entre el “Satanás del cristianismo” y el concepto del satán hebreo, es que el satán hebreo no precisa escribirse con mayúscula. En otras palabras, hasatán (el satán) no es una persona. Es un principio que puede ser aplicado a cualquier persona o cosa, así como también es un verbo que hasta puede conjugarse.

En las escrituras, existe lo que llamamos la “regla del primer uso”. Esto significa que cuando encontramos una palabra que aparece por primera vez, el significado de la misma de acuerdo al contexto, nos dará la pauta de qué es lo que esta palabra nos quiere decir. Veamos la primera instancia en donde encontramos la palabra שָׂטָן (satán).

Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Yehováh se puso en el camino por adversario (satán)  suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos. (Números 22:21-22)

Podemos ver claramente en este episodio de Balaam, que el mismísimo angel de Yehováh es quien es llamado “satán”. Y esto no es debido a que este sea quien es conocido en el cristianismo como “Satanás”, sino a la función que este angel estaba cumpliendo. Este angel se puso en el camino para obstruir el paso de Balaam y su asna. Es por eso que esta palabra fue traducida simplemente como “adversario”.

En el siguiente versículo dice:

Y el ángel de Yehováh le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. 

Las palabras “para resistirte” en el hebreo son literalmente “como satán”. “Yo he salido como satán”. Como un obstáculo, como un adversario.

En el primer libro de Samuel 29:4, los filisteos temen llevar a David a la batalla porque creen que el se puede convertir en un satán (traducido “enemigo”) contra ellos. En el segundo libro de Samuel 19:22, David llama a los hijos de Sarvia “satán”, en este caso traducido como “adversarios”.

En el primer libro de los Reyes 11:14, Yehováh mismo prepara un “satán”, un adversario, contra el rey Salomón.

Podemos observar en todos estos ejemplos un común denominador, que está relacionado con un principio negativo. Y no me refiero a negativo en el sentido de inherentemente malo, sino en el sentido de lo opuesto al principio positivo. La polaridad opuesta. Imagínese cómo funciona la electricidad, o una simple batería; la energía positiva no fluye a menos que haya una negativa.

Imagínese otro escenario: cuando uno levanta pesas, es la misma resistencia, aquello que nos “tira para abajo”, precisamente lo que nos hace mas fuertes. Si el Creador creó este principio negativo denominado satán, no es para que suframos sin razón, sino para fortalecernos en la adversidad.

Todos queremos vivir una vida sin adversidad y sin problemas, pensando que ese tipo de vida es justamente la que nos trae complacencia. Sin embargo, es cuando nos encontramos en la adversidad que nos arrodillamos ante el Creador y sacamos coraje y valentía para sobreponernos a todo obstáculo. Y esto, al fin y al cabo, es lo que nos llevará a convertirnos en la persona que fuimos designados a ser.


Davar

Davar (דָבָר) – La Palabra

La palabra “d’varim”, es la misma palabra que le da nombre al libro de Deuteronomio, ya que cada libro en la Toráh recibe su nombre de una de las palabras que se encuentran en el primer verso de cada libro. 

Lo más fascinante sobre la palabra דָבָר  es que es utilizada no solo para decir “palabra”, sino también para decir “cosa”. Esto tiene perfecto sentido cuando tomamos en cuenta que cada cosa (davar) en este universo fue creada a través de la palabra (davar). ¡Fascinante! ¿No?

Observe el siguiente verso:

Después de estas cosas (d’varim) vino la palabra (davar) de Yehováh a Abram en visión.
Genesis 15:1

Aquí pueden verse ambas acepciones siendo utilizadas. En el primer caso: cosas, es d’varim en lugar de davar por estar en plural.

Y hablando de la palabra “d’varim”, esta es la misma palabra que le da nombre al libro de Deuteronomio, ya que cada libro en la Toráh recibe su nombre de una de las palabras que se encuentran en el primer verso de cada libro. Y así comienza el libro de Deuteronomio:

Estas son las palabras (d’varim) que habló Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto.
Deuteronomio 1:1

Por lo cual, leyéndolo en hebreo, si prestó atención a este artículo, comprenderá que este último versículo podría bien traducirse como estas son las cosas que habló Moisés”. Como ve, en la riqueza de la lengua hebrea tenemos a menudo varios significados para una sola palabra, por lo cual no es asunto de culpar al traductor por elegir una de las definiciones, ya que esta es la única manera de llevar a cabo la tarea de traducción, pero sí es importante estudiar la lengua original de las escrituras para poder enriquecernos de tantas otras dimensiones de entendimiento del mensaje comunicado por el Creador.

Cruce del mar rojo

La Conexión del Libro de Números con el Apocalipsis

Cuarenta y dos meses equivale a tres años y medio, y este es el período entendido en profecía bíblica, que durará “La Gran Tribulación“. ¿Podría haber alguna conexión de este pasaje con el Apocalipsis?

El libro de Números tiene en hebreo el nombre de baMidbar, que significa “en el desierto”. La mayor parte de la narrativa Bíblica dentro de la Torá (el Pentateuco) sucede de hecho, en el desierto. 

Desde el momento en que el pueblo de Israel salió de Egipto, comenzó el viaje. El Todopoderoso deseó llamar a su pueblo al desierto. Son tan sólo unos días de viaje hasta llegar a la “Montaña de Dios”. Hay una narrativa en un Midrash que dice que el Creador deseó entregar la Torá en el desierto porque es un lugar ajeno a cualquier territorio delimitado de una nación. Para que no dijesen “la Torá pertenece a este país” o “la Torá pertenece a este otro país”.

Y el plan original no era permanecer 40 años en el desierto. Este fue un castigo adjudicado a todo el pueblo de Israel luego de creer en el testimonio negativo de los espías enviados a Canaan y de las continuas quejas desde el comienzo.

Habiéndose decretado que “toda aquella generación debía morir” (menos Josué y Caleb), el viaje se tornó de lo que hubiesen sido tan sólo unas semanas de caminata, a 40 años de desafíos y obstáculos hasta llegar a la Tierra que debían conquistar.

Todo el libro de Números detalla no sólo las historias que sucedieron durante ese período, sino también los nombres de cada lugar en donde acamparon, y la duración de su estadía (detallados en la tabla al final de este artículo).

Lo interesante es que la suma total de los lugares en donde se detuvieron es 42. ¿Escuchamos este número en algún otro lugar? 

También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.. — Apocalipsis 13:5

Cuarenta y dos meses equivale a tres años y medio, y este es el período entendido en profecía bíblica, que durará “La Gran Tribulación“. 

Otra equivalencia son los 1260 días que los dos testigos testificarán y el tiempo que la mujer escapa y permanece en el desierto. en Apocalipsis 11 y 12.

A continuación, las 42 estaciones en donde los Israelitas acamparon y la referencia en el libro de Números (muchos de estos lugares se mencionan también en el libro de Éxodo:

RamesésNum. 33:3  
SucotNum. 33:5-6  
EtamNum. 33:6-8  
Pi-HahirothNum. 33:7-8  
MaraNum. 33:8-9  
ElimNum. 33:9-10  
Junto al Mar RojoNum. 33:10-11  
Desierto de SinNum. 33:11-12  
DofcaNum. 33:12-13  
AlusNum. 33:13-14  
RephidimNum. 33:14-15  
Sinai WildernessNum. 10:12, 33:15-16  
Kibrot-HataavahNum. 11:35, 33:16-17  
HazerotNum. 11:35, 12:16, 33:17-18  
RitmaNum. 33:18-19  
Rimón-peresNum. 33:19-20  
LibnaNum. 33:20-21  
RissaNum. 33:21-22  
CeeletaNum. 33:22-23  
Monte de SeferNum. 33:23-24  
HaradaNum. 33:24-25  
MacelotNum. 33:25-26  
TahathNum. 33:26-27  
TahatNum. 33:27-28  
MitcaNum. 33:28-29  
HasmonaNum. 33:29-30  
MoserotNum. 33:30-31; Dt. 10:6  
Bene-JaacánNum. 33:31-32  
Monte de GidgadNum. 33:32-33  
JotbataNum. 33:33-34  
AbronaNum. 33:34-35  
Ezión-GeberNum. 33:35-36  
KadeshNum. 20:1,22, 33:36-37  
Monte HorNum. 20:22, 21:4, 33:37-41  
ZalmonaNum. 33:41-42  
PunónNum. 33:42-43  
ObotNum. 21:10-11, 33:43-44  
Ije AbarimNum. 21:11, 33:44-45  
Dibón GadNum. 33:45-46  
Almón DiblataimNum. 33:46-47  
Montes de Abarim Num. 33:47-48  
Campos de MoabNum. 22:1, 33:48-50  

El viaje en el desierto como una especie de Tribulación

Las peripecias del pueblo de Israel en el desierto representan un período que separa el tiempo en que ellos fueron esclavos en Egipto y posteriormente liberados, y el tiempo en que llegan a la redención total, representada por la ocupación de la Tierra Prometida, una especie de “el Reino de Dios en la Tierra”.

Interesantemente, este período se caracterizó por grandes pruebas y no todos aquellos que fueron inicialmente liberados llegarían a formar parte de esa gran redención y cumplimiento de las promesas de antaño.

Similarmente, cuando leemos acerca de la Gran Tribulación y los engaños que sucederán en los últimos días, nos damos cuenta de que incluso “los escogidos”, aquellos que ya “fueron salvos”, estarán sujetos a los mismos desafíos y obstáculos antes de aquella redención final, al tiempo de la llegada de la Era Mesiánica.

Como Josué y Caleb, debemos ser persistentes y mantenernos firmes en la fe, especialmente en los tiempos de incertidumbre y desafíos. El transitar por esta vida como creyentes y seguidores del Altísimo no significa que no hayamos de pasar por dificultades, al contrario, estas refinarán nuestra fe, y tal como dijo Yeshúa “aquel que persevere hasta el fin, este será salvo”.


The disciples receive the Holy Spirit with tongues of fire over their heads.

Pentecostés y el Monte Sinaí: Dos Manifestaciones de una Misma Voz


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