Justicia, la clave para obtener la tierra

Deuteronomio 16:18 – 21:9
Parashá Shoftim

El rey de israel debería escribir una copia de la Torá para sí mismo

Shoftim establece principios fundamentales de justicia para la vida en Israel. Se ordena nombrar jueces y oficiales que actúen con imparcialidad, sin sobornos ni favoritismos. “Justicia, justicia perseguirás” es el clamor central. Se prohíbe la idolatría y se manda destruir todo símbolo pagano. El rey debe ser elegido por Yehováh, escribir una copia de la Torá y vivir en humildad. Se regulan las funciones de los levitas y los profetas, y se advierte contra los falsos. Se establecen ciudades de refugio para proteger a quienes matan sin intención. También se abordan leyes sobre la guerra, el respeto a la vida, al campo enemigo, y cómo tratar casos no resueltos de homicidio. Todo busca preservar la santidad y justicia del pueblo elegido.

El Texto de la Biblia RVAH

Encuentra aquí las lecturas completas de la Torá, la Haftará (Profetas) y los Evangelios correspondientes a esta parashá, en la versión Reina-Valera-Hebraica, actualizada con los nombres de Yehováh y Yeshúa.

Deuteronomio 16:18

18Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Yehováh tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. 19No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. 20La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Yehováh tu Dios te da.

21No plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar de Yehováh tu Dios, que tú te habrás hecho, 22ni te levantarás estatua, lo cual aborrece Yehováh tu Dios.

17

1No ofrecerás en sacrificio a Yehováh tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Yehováh tu Dios.

2Cuando se hallare en medio de ti, en alguna de tus ciudades que Yehováh tu Dios te da, hombre o mujer que haya hecho mal ante los ojos de Yehováh tu Dios traspasando Su pacto, 3que hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ellos, ya sea al sol, o a la luna, o a todo el ejército del cielo, lo cual yo he prohibido; 4y te fuere dado aviso, y después que oyeres y hubieres indagado bien, la cosa pareciere de verdad cierta, que tal abominación ha sido hecha en Israel; 5entonces sacarás a tus puertas al hombre o a la mujer que hubiere hecho esta mala cosa, sea hombre o mujer, y los apedrearás, y así morirán. 6Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo. 7La mano de los testigos caerá primero sobre él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti.

8Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Yehováh tu Dios escogiere; 9y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio. 10Y harás según la sentencia que te indiquen los del lugar que Yehováh escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te manifiesten. 11Según la ley que te enseñen, y según el juicio que te digan, harás; no te apartarás ni a diestra ni a siniestra de la sentencia que te declaren. 12Y el hombre que procediere con soberbia, no obedeciendo al sacerdote que está para ministrar allí delante de Yehováh tu Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de Israel. 13Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá.

14Cuando hayas entrado en la tierra que Yehováh tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; 15ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Yehováh tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano. 16Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Yehováh os ha dicho: No volváis nunca por este camino. 17Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia. 18Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; 19y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yehováh su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; 20para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.

18

1Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Yehováh y de la heredad de él comerán. 2No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Yehováh es su heredad, como Él les ha dicho. 3Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar. 4Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás; 5porque le ha escogido Yehováh tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para administrar en el nombre de Yehováh, él y sus hijos para siempre.

6Y cuando saliere un levita de alguna de tus ciudades de entre todo Israel, donde hubiere vivido, y viniere con todo el deseo de su alma al lugar que Yehováh escogiere, 7ministrará en el nombre de Yehováh su Dios como todos sus hermanos los levitas que estuvieren allí delante de Yehováh. 8Igual ración a la de los otros comerá, además de sus patrimonios.

9Cuando entres a la tierra que Yehováh tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. 10No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. 12Porque es abominación para con Yehováh cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Yehováh tu Dios echa estas naciones de delante de ti. 13Perfecto serás delante de Yehováh tu Dios. 14Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Yehováh tu Dios.

15Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Yehováh tu Dios; a él oiréis; 16conforme a todo lo que pediste a Yehováh tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Yehováh mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. 17Y Yehováh me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. 18Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que Yo le mandare. 19Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi Nombre, Yo le pediré cuenta. 20El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi Nombre, a quien Yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá. 21Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Yehováh no ha hablado?; 22si el profeta hablare en nombre de Yehováh, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Yehováh no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.

19

1Cuando Yehováh tu Dios destruya a las naciones cuya tierra Yehováh tu Dios te da a ti, y tú las heredes, y habites en sus ciudades, y en sus casas; 2te apartarás tres ciudades en medio de la tierra que Yehováh tu Dios te da para que la poseas. 3Arreglarás los caminos, y dividirás en tres partes la tierra que Yehováh tu Dios te dará en heredad, y será para que todo homicida huya allí.

4Y este es el caso del homicida que huirá allí, y vivirá: aquel que hiriere a su prójimo sin intención y sin haber tenido enemistad con él anteriormente; 5como el que fuere con su prójimo al monte a cortar leña, y al dar su mano el golpe con el hacha para cortar algún leño, saltare el hierro del cabo, y diere contra su prójimo y éste muriere; aquél huirá a una de estas ciudades, y vivirá; 6no sea que el vengador de la sangre, enfurecido, persiga al homicida, y le alcance por ser largo el camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado a muerte por cuanto no tenía enemistad con su prójimo anteriormente. 7Por tanto yo te mando, diciendo: Separarás tres ciudades. 8Y si Yehováh tu Dios ensanchare tu territorio, como lo juró a tus padres, y te diere toda la tierra que prometió dar a tus padres, 9siempre y cuando guardares todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy, para ponerlos por obra; que ames a Yehováh tu Dios y andes en sus caminos todos los días; entonces añadirás tres ciudades más a estas tres, 10para que no sea derramada sangre inocente en medio de la tierra que Yehováh tu Dios te da por heredad, y no seas culpado de derramamiento de sangre.

11Pero si hubiere alguno que aborreciere a su prójimo y lo acechare, y se levantare contra él y lo hiriere de muerte, y muriere; si huyere a alguna de estas ciudades, 12entonces los ancianos de su ciudad enviarán y lo sacarán de allí, y lo entregarán en mano del vengador de la sangre para que muera. 13No le compadecerás; y quitarás de Israel la sangre inocente, y te irá bien.

14En la heredad que poseas en la tierra que Yehováh tu Dios te da, no reducirás los límites de la propiedad de tu prójimo, que fijaron los antiguos.

15No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación. 16Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, 17entonces los dos litigantes se presentarán delante de Yehováh, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. 18Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, 19entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. 20Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en medio de ti. 21Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

20

1Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Yehováh tu Dios está contigo, el cual te sacó de tierra de Egipto. 2Y cuando os acerquéis para combatir, se pondrá en pie el sacerdote y hablará al pueblo, 3y les dirá: Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; 4porque Yehováh vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros. 5Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la estrene. 6¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute. 7¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la tome. 8Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán: ¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo. 9Y cuando los oficiales acaben de hablar al pueblo, entonces los capitanes del ejército tomarán el mando a la cabeza del pueblo.

10Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la paz. 11Y si respondiere: Paz, y te abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te será tributario, y te servirá. 12Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere guerra contigo, entonces la sitiarás. 13Luego que Yehováh tu Dios la entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada. 14Solamente las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales Yehováh tu Dios te entregó. 15Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. 16Pero de las ciudades de estos pueblos que Yehováh tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, 17sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Yehováh tu Dios te ha mandado; 18para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Yehováh vuestro Dios.

19Cuando sities a alguna ciudad, peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque el árbol del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. 20Mas el árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta sojuzgarla.

21

1Si en la tierra que Yehováh tu Dios te da para que la poseas, fuere hallado alguien muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató, 2entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. 3Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto, tomarán de las vacas una becerra que no haya trabajado, que no haya llevado yugo; 4y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso, que nunca haya sido arado ni sembrado, y quebrarán la cerviz de la becerra allí en el valle. 5Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Yehováh tu Dios para que le sirvan, y para bendecir en el nombre de Yehováh; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa. 6Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; 7y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto. 8Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Yehováh; y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada. 9Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en medio de ti, cuando hicieres lo que es recto ante los ojos de Yehováh.

51:12

12Yo, Yo Soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? 13Y ya te has olvidado de Yehováh tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige? 14El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan. 15Porque Yo Yehováh, que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu Elohim, cuyo nombre es Yehováh de los ejércitos. 16Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú.

17Despierta, despierta, levántate, oh Yerushalayim, que bebiste de la mano de Yehováh el cáliz de su ira; porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos. 18De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió. 19Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién se dolerá de ti? ¿Quién te consolará? 20Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Yehováh, de la ira del Dios tuyo. 21Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, y no de vino: 22Así dijo Yehováh tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás. 23Y lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, para que pasaran.

52

1Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Yerushalayim, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. 2Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Yerushalayim; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.

3Porque así dice Yehováh: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados. 4Porque así dijo Yehováh el Señor: Mi pueblo descendió a Mitsrayim (Egipto) en tiempo pasado, para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón. 5Y ahora ¿qué hago aquí, dice Yehováh, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Yehováh, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día. 6Por tanto, mi pueblo sabrá mi Nombre por esta causa en aquel día; porque Yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.

7¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina! 8¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Yehováh vuelve a traer a Sion. 9Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Yerushalayim; porque Yehováh ha consolado a su pueblo, a Yerushalayim ha redimido. 10Yehováh desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.

11Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Yehováh. 12Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Yehováh irá delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel.

Juan 14:9-20

9Yeshúa le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.

12De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque Yo voy al Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en mi nombre, Yo lo haré.

15Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

18No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis. 20En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y Yo en vosotros.

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