Shemá Israel... ¿Pero escuchamos realmente?

Deuteronomio 3:23 – 7:11
Parashá Va’etjanan

Moisés contempla la Tierra Prometida desde la cumbre del Monte Pisga.

Para Moshé no fue fácil...

Moshé implora a Dios que le permita entrar en la Tierra Prometida, pero Dios se niega, ordenándole subir al monte Pisgá para verla y encomendar a Josué como sucesor. Luego exhorta al pueblo a obedecer los mandamientos para prosperar y evitar la idolatría al entrar en Canaán, enfatizando el pacto en Horeb (Sinaí). Incluye el “Shemá Israel” (Deut. 6:4-9), declaración fundamental de la fe monoteísta y el amor a Yehováh, con el mandato de enseñar estas palabras diligentemente a los hijos y a los nietos, mientras advierte sobre los peligros del olvido tras la prosperidad y reitera la elección divina de Israel por amor y fidelidad.

El Texto de la Biblia RVAH

Encuentra aquí las lecturas completas de la Torá, la Haftará (Profetas) y los Evangelios correspondientes a esta parashá, en la versión Reina-Valera-Hebraica, actualizada con los nombres de Yehováh y Yeshúa.

23Y oré a Yehováh en aquel tiempo, diciendo: 24Señor Yehováh, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? 25Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano. 26Pero Yehováh se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Yehováh: Basta, no me hables más de este asunto. 27Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán. 28Y manda a Yahoshúa, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará heredar la tierra que verás. 29Y paramos en el valle delante de Bet-peor. 4 1Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Yehováh el Dios de vuestros padres os da. 2No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Yehováh vuestro Dios que yo os ordeno. 3Vuestros ojos vieron lo que hizo Yehováh con motivo de Baal-peor; que a todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Yehováh tu Dios de en medio de ti. 4Mas vosotros que seguisteis a Yehováh vuestro Dios, todos estáis vivos hoy. 5Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Yehováh mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. 6Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Yehováh nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? 9Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10El día que estuviste delante de Yehováh tu Dios en Horeb, cuando Yehováh me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos; 11y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad; 12y habló Yehováh con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis. 13Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; las Diez Palabras, y los escribió en dos tablas de piedra. 14A mí también me mandó Yehováh en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella. 15Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Yehováh habló con vosotros de en medio del fuego; 16para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, 17figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. 19No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Yehováh tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. 20Pero a vosotros Yehováh os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día. 21Y Yehováh se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Yehováh tu Dios te da por heredad. 22Así que yo voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y poseeréis aquella buena tierra. 23Guardaos, no os olvidéis del pacto de Yehováh vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Yehováh tu Dios te ha prohibido. 24Porque Yehováh tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. 25Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Yehováh vuestro Dios, para enojarlo; 26yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. 27Y Yehováh os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Yehováh. 28Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. 29Mas si desde allí buscares a Yehováh tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. 30Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Yehováh tu Dios, y oyeres su voz; 31porque Dios misericordioso es Yehováh tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres. 32Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? 34¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Yehováh vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? 35A ti te fue mostrado, para que supieses que Yehováh es Dios, y no hay otro fuera de él. 36Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. 37Y por cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, 38para echar de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy. 39Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Yehováh es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. 40Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Yehováh tu Dios te da para siempre. 41Entonces apartó Moshé tres ciudades a este lado del Jordán al nacimiento del sol, 42para que huyese allí el homicida que matase a su prójimo sin intención, sin haber tenido enemistad con él nunca antes; y que huyendo a una de estas ciudades salvase su vida: 43Beser en el desierto, en tierra de la llanura, para los rubenitas; Ramot en Galaad para los gaditas, y Golán en Basán para los de Manasés. 44Esta, pues, es la ley que Moshé puso delante de los hijos de Israel. 45Estos son los testimonios, los estatutos y los decretos que habló Moshé a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto; 46a este lado del Jordán, en el valle delante de Bet-peor, en la tierra de Sehón rey de los amorreos que habitaba en Hesbón, al cual derrotó Moshé con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto; 47y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey de Basán; dos reyes de los amorreos que estaban de este lado del Jordán, al oriente. 48Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, hasta el monte de Sion, que es Hermón; 49y todo el Arabá de este lado del Jordán, al oriente, hasta el mar del Arabá, al pie de las laderas del Pisga. 5 1Llamó Moshé a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. 2Yehováh nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. 3No con nuestros padres hizo Yehováh este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos. 4Cara a cara habló Yehováh con vosotros en el monte de en medio del fuego. 5Yo estaba entonces entre Yehováh y vosotros, para declararos la palabra de Yehováh; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte. Dijo: 6Yo soy Yehováh tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 7No tendrás dioses ajenos delante de mí. 8No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 9No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque Yo Soy Yehováh tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 10y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. 11No tomarás el nombre de Yehováh tu Dios en vano; porque Yehováh no dará por inocente al que tome su nombre en vano. 12Guardarás el día de Shabbat para santificarlo, como Yehováh tu Dios te ha mandado. 13Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 14mas el séptimo día es Shabbat a Yehováh tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. 15Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Yehováh tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Yehováh tu Dios te ha mandado que guardes el día de Shabbat. 16Honra a tu padre y a tu madre, como Yehováh tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Yehováh tu Dios te da. 17No matarás. 18No cometerás adulterio. 19No hurtarás. 20No dirás falso testimonio contra tu prójimo. 21No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. 22Estas palabras habló Yehováh a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. 23Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, 24y dijisteis: He aquí Yehováh nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Yehováh habla al hombre, y éste aún vive. 25Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Yehováh nuestro Dios, moriremos. 26Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? 27Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Yehováh nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Yehováh nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos. 28Y oyó Yehováh la voz de vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo Yehováh: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han hablado; bien está todo lo que han dicho. 29¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! 30Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. 31Y tú quédate aquí conmigo, y te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por posesión. 32Mirad, pues, que hagáis como Yehováh vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. 33Andad en todo el camino que Yehováh vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer. 6 1Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Yehováh vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; 2para que temas a Yehováh tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. 3Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Yehováh el Dios de tus padres. 4Oye, Israel: Yehováh nuestro Dios, Yehováh uno es. 5Y amarás a Yehováh tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. 10Cuando Yehováh tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Yitsjak y Ya'akov que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, 11y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12cuídate de no olvidarte de Yehováh, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 13A Yehováh tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. 14No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; 15porque el Dios celoso, Yehováh tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Yehováh tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra. 16No tentaréis a Yehováh vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah. 17Guardad cuidadosamente los mandamientos de Yehováh vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. 18Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Yehováh, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Yehováh juró a tus padres; 19para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Yehováh ha dicho. 20Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Yehováh nuestro Dios os mandó? 21entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Yehováh nos sacó de Egipto con mano poderosa. 22Yehováh hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; 23y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. 24Y nos mandó Yehováh que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Yehováh nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. 25Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Yehováh nuestro Dios, como él nos ha mandado. 7 1Cuando Yehováh tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, 2y Yehováh tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. 3Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. 4Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Yehováh se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto. 5Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego. 6Porque tú eres pueblo santo para Yehováh tu Dios; Yehováh tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Yehováh y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8sino por cuanto Yehováh os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Yehováh con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. 9Conoce, pues, que Yehováh tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; 10y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago. 11Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas.

40

1Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. 2Hablad al corazón de Yerushalayim; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Yehováh por todos sus pecados.

3Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Yehováh; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. 4Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. 5Y se manifestará la gloria de Yehováh, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Yehováh ha hablado.

6Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. 7La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. 8Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la Palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

9Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Yerushalayim; levántala, no temas; di a las ciudades de Y'hudah: ¡Ved aquí al Dios vuestro! 10He aquí que Yehováh el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. 11Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.

12¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? 13¿Quién enseñó al Espíritu de Yehováh, o le aconsejó enseñándole? 14¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? 15He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. 16Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. 17Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.

18¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? 19El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. 20El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.

21¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? 22El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. 23El convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. 24Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. 25¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. 26Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

Lucas 3

1En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, 2y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Yohanan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, 4como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:

Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Yehováh;
enderezad sus sendas.
5Todo valle se rellenará,
y se bajará todo monte y collado;
los caminos torcidos serán enderezados,
y los caminos ásperos allanados;
6y verá toda carne la salvación de Yehováh.

7Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Yehováh puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.

10Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. 15El pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Yohanan sería el Mesías.

Podcast va'Etjanán - Yo supliqué

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